CÓMO RECIBIR LA VIDA ETERNA
John Osteen
"Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5,13).
Necesitas saber que estás salvo.
Necesitas saberlo, sin dudarlo, no suponerlo, no esperarlo. No necesitas vivir en la duda, el temor y la incertidumbre, sin que nunca tengas la seguridad de la gran salvación de Dios. Puedes saber que tienes la vida eterna —no que tienes la religión, sino la vida eterna.
Dios vino a este mundo por medio de la persona de Jesucristo, para que tengas VIDA. Jesús dijo, "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10, 10). Jesús vino para darle al hombre una nueva vida —una vida que es eterna; una vida que está embebida en la naturaleza de Dios. Esta es la misma vida que Adán y Eva tenían antes de pecar. Hemos vuelto a recibir esta vida por medio del último Adán que es el Señor Jesucristo (Cf. 1 Corintios 15,45).
Sozo es el vocablo griego para salvación, y traducido significa sanidad, gozo, prosperidad, liberación, integridad y paz. La salvación, por medio de la fe en Jesucristo, incluye la liberación de todo mal y de la plenitud total por la fe en Cristo.
Los mismos principios de la salvación pueden aplicarse a las curaciones, los milagros, la prosperidad, la vida en la familia y a todas las áreas de necesidad en tu vida.
Si una persona no tiene la seguridad de haber sido salvado, o si tiene algún sentimiento de inferioridad, no podrá ejercer su autoridad sobre el diablo. Si tienes alguna duda sobre tu salvación o tu relación con Dios, jamás actuarás con audacia ante el enemigo. Si tienes duda o sientes inferioridad, el diablo te las ganará todas. ¡La inferioridad es lo contrario de la autoridad!
¡Cuando vives con sentimientos de inferioridad, jamás actuarás con audacia o hablarás con autoridad!
Vivimos en una época en la cual las fuerzas demoníacas se han desatado contra la raza humana en cifras astronómicas para atormentar a los cristianos. Tratan de presentarles razones para que duden de su pertenencia a Dios. Muchas personas de Dios no han recibido la enseñanza correcta sobre la salvación. Muchos se han nutrido en grupos que continuamente crean inseguridad.
Algunos enseñan que si no pagas los diezmos, morirás e irás al infierno. Eso no es verdad. No puedes comprar tu camino al reino de Dios. Leemos en la Biblia: "Porque por gracia somos salvos por medio de la fe; y esto no por ustedes, pues es don de Dios" (Efesios 2,8).
Algunas personas predican que debemos creer en sus doctrinas y ser miembros de sus iglesias con el fin de alcanzar la salvación.
¡Dios no lo permita!
Todo creyente que haya nacido de nuevo es miembro del cuerpo de Cristo, al que se le refiere como "la Iglesia" en el Nuevo Testamento.
La mayoría de los ministros son sinceros, caminan en la luz que tienen. Yo no los condeno. Sin embargo, algunas de sus enseñanzas han frustrado a las personas, las han dejado expuestas al poder de Satanás, a las fuerzas demoníacas y a cuanta duda puede poner el diablo en sus mentes.
Miles de personas están atormentadas, no tienen la seguridad de ESTAR salvas, desconocen el fundamento de su salvación.
Leemos en la Biblia que Dios quiere que tú SEPAS que tienes vida eterna: "Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5,13).
No tienes que vivir en la zona sombría de la incertidumbre. No necesitas vivir en el lugar tenebroso de no saber que estás salvo. No tienes que vivir en la duda.
¡PUEDES, ASEGÚRATE HOY DE TU SALVACIÓN!
Jesús ya reconcilió al mundo con Dios. “. . . que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Corintios 5,19).
Jesús es el perdón. Todo lo que tenemos que hacer es hacernos conscientes del perdón y aceptarlo. Esta es la buena nueva del evangelio. Se nos ha perdonado y tenemos la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo.
Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Cf. Juan 1,29).
"Cuando todavía éramos débiles —sin poder para ayudarnos a nosotros mismos —Cristo murió en el momento preciso (en lugar de) por los impíos" (Romanos 5,6).
Jesús murió, el Justo por los injustos, para conducirnos a Dios (Cf. 1, Pedro 3,18).
"Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lucas 19,10).
Pilatos dijo, “. . . y ¿qué hago con ese que llaman 'rey de los judíos?' “(Marcos 15,12).
¡Jesús es el tema!
El Espíritu Santo vino al mundo para convencer al mundo de pecado (Cf. Juan 16,8). El pecado en particular está en que el mundo no cree en Jesús. Jesús cargó con todos los demás pecados en Su calvario. La pregunta que confronta al pecador hoy días es: "¿qué vas a hacer con Jesús?" Dios paseó su vista hasta el final de los tiempos, y contempló todos los pecados que se habrían de cometer, y envió a Jesús para borrarlos TODOS.
Dios borra nuestros pecados e iniquidades, ya no se acuerda de ellos (Cf. Isaías 43,25). "El, en cambio, fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros pecados; sobre El descargó el castigo que nos sana; y con sus llagas fuimos nosotros sanados" (Isaías 53,5).
Muchos han preguntado, "si no hay pecado alguno en mi contra, ¿por qué debo ir al infierno?"
Una persona irá al infierno por rechazar a Jesucristo como su Salvador. Jesús dijo, "si uno no nace de nuevo, no podrá gozar del reino de Dios" (Juan 3,3). Tienes que nacer de nuevo para salvarte del infierno y pasar la eternidad en el cielo.
Jesús dijo en una ocasión cuando le hablaba a sus discípulos, "Y sin embargo, es verdad lo que les digo, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá su Consolador; en cambio, si me voy se lo enviaré. Cuando venga él le probará al mundo que hay culpa, inocencia y sentencia; primero, culpa, porque no creen en mí" (Juan 16, 7-9).
Entonces, ¿qué tiene que hacer el hombre para salvarse? Para salvarte no tienes que confesar todos los pecados que has cometido. ¿Cómo puedes recordarlos todos?
Tienes que estar dispuesto a confesar que Jesucristo es el Señor. Esa es la buena nueva para el mundo actual.
Leemos en la Biblia que, "Porque si tus labios profesan que Jesús es Señor y crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás..." (Romanos 9,10).
" .. .Porque todo el que invoca el nombre del Señor, se salvará (Romanos 9,13).
Dios tomó la iniciativa en el plan de redención, cuando aún éramos pecadores, y por medio de Jesucristo llevó sobre sus espaldas nuestros pecados, nuestras enfermedades, nuestra maldición y nuestra muerte. ¡Canceló todo y nos restauró para agraciarnos con El!
La respuesta a todos los problemas de cada persona se encuentra en Jesucristo.
No te salvas sólo porque Dios te ha perdonado. Tienes que nacer de nuevo y convertirte en una criatura nueva en Cristo Jesús. Tienes que salirte de una familia que es la del diablo, y nacer en la familia de Dios (Cf. Efesios 2,2). Leemos en Colosenses 1,13, que "él nos sacó del dominio de las tinieblas, para trasladarnos al Reino de su Hijo querido".
La buena nueva no es que el pecador va al infierno. Desde luego, sin Dios, irá al infierno, pero la mayoría del tiempo, el pecador lo sabe.
LA BUENA NUEVA ES QUE DIOS YA RECONCILIO A CADA PERSONA CON EL. El te perdonó ya. El ya te restauró para agraciarte con El. El espera que aceptes este gran amor. Cuando aceptes a Jesús, entonces te salvarás.
Entras en la familia de Dios por el nuevo nacimiento. Eres una criatura nueva.
"De modo que si alguno está injertado en Cristo, el Mesías, él es una nueva creación; lo viejo pasó; he aquí lo nuevo ha comenzado.
"Y todo esto es obra de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo, y nos encomendó el servicio de la reconciliación; quiero decir que Dios, por medio de Cristo, estaba reconciliando al mundo consigo, cancelando la deuda de los delitos humanos, y poniendo en nuestras manos, el mensaje de la reconciliación.
"Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; les rogamos en nombre de Cristo: Que se reconcilien con Dios" (2 Corintios 5,17-20).
El diablo quiere que las personas piensen que Dios está muy lejos para preocuparse por ellos y también quiere que las personas piensen que Dios siente ira por ellos.
Algunos, al leer los Salmos en las Escrituras, se percatan de que el salmista dice Dios está airado con el impío todos los días. Esto aparece en la Antigua Alianza.
Dios estaba airado, pero hizo algo sobre el particular en el Calvario.
En el mismo momento que profesas a Jesucristo con sinceridad de corazón, Dios obra el milagro del nuevo nacimiento en tu vida. Te restaura la gracia, Su perdón completo por medio de Jesús.
Si aceptas al Señor Jesucristo, crees en El para la salvación y después permites que el diablo te mienta y te diga, "no estás en realidad salvo", estás haciendo quedar a Dios por un mentiroso.
Dios ha dado testimonio de Su Hijo. Su testimonio es que: "Quien cree en el Hijo de Dios tiene dentro al testimonio. El que no da fe a Dios que lo deja por embustero, negándose a creer en el testimonio que ha dejado él de su Hijo" (1 Juan 5,10).
"Antes bien Dios es veraz, y todo hombre es mentiroso" (Romanos 3,4).
¡PUEDES SABER QUE ESTAS SALVO!
Dios está edificando un ejército de hombres y mujeres que saben que están salvos y están seguros de su relación con Dios. El quiere que tú te encuentres entre ellos.
No tienes que salvarte una y otra vez.
Puedes tener la seguridad de una vez y por siempre, y agarrarte a ella sin duda o temor.
Permíteme decirte lo siguiente en relación con la pregunta sobre el pecado imperdonable.
No hay ningún pecado en tu vida del cual puedas sentirte culpable. El pecado imperdonable se comete con el conocimiento completo y a la luz de la Palabra de Dios de estar salvo, de estar lleno del Espíritu Santo y haber recibido la realidad de la operación sobrenatural en la vida de uno. Es saber más allá de toda duda que Dios es real, que el Espíritu
Santo es real y que la Biblia nos comunica la verdad. Entonces, con la plenitud de la luz y del conocimiento, la persona decide rechazar a Dios y a Jesús —sabiendo absolutamente que, aunque es real, elige rechazarlo. El pecado imperdonable se considera imperdonable sólo porque el individuo que rechaza a Dios no QUIERE el perdón de Dios. Dios no traspasará la voluntad del hombre para elegirse o negarse a sí Mismo. Si cometes este pecado, no te preocuparás o temerás por tu salvación. Si te preocupas, es una señal segura de que jamás has cometido tal pecado. Es sencillamente el diablo que trata de atormentarte. Ordénale que se vaya en nombre de Jesús (Cf. Santiago 4,7).
Leemos en 1 Juan 5,13 que el Señor nos asegura lo siguiente: "Me he propuesto con esta carta que ustedes, los que creen en el Hijo de Dios, estén ciertos que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios."
Cuando aceptas al Señor Jesucristo, el viene a tu corazón y eres salvo. Dios te salva. Tu salvación no depende de cómo te sientes en ese momento, o de emoción alguna. Dios te salva porque le abras tu corazón y lo aceptas con honestidad y sinceridad. Es una decisión característica del corazón.
Leemos en la Biblia: "Pero a los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, los hizo capaces de ser hijos de Dios" (Juan 1,12).
Un poder demoníaco obra en toda persona perdida. Por eso los hombres dicen, "por esto no sé porqué hago lo que hago.
La realidad es que no deseo obrar mal".
La realidad es que la mayoría de las personas no están conscientes de esta actividad demoníaca que las conduce a la destrucción. El diablo ha comisionado a los demonios para que aseguren la separación de los hombres de Dios.
En el sermón THE GOD MEN (Los hombres de Dios), John G. Lake recuenta la historia siguiente que ilustra la habilidad de Dios para transformar al hombre:
"Un hombre vino a mí un día y dijo, 'me siento casi abochornado de llamarme hombre, porque sencillamente he permitido a la parte animal de mi naturaleza que me haga actuar más bien como bestia que como hombre. Uno dice, ¿por qué no desistes de esa vida? No tengo la fuerza ni la voluntad para hacerlo. A no ser que suceda algo, que me libere de esta condición, ¡no sé qué hacer!'
"Traté de enseñarle lo que era el evangelio de Jesucristo. Traté de demostrarle que viviendo en el estado animal, rodeándose del atractivo bestial y haciendo contacto con el espíritu de bestialidad en todas las áreas que el demonio había tomado posesión de él para así dominar su naturaleza, le dije, 'hijo mío, si el evangelio significa algo, eso quiere decir que habrá una transferencia de naturaleza. En lugar de este infierno viviente, presente en tu ser, el Dios vivo y santo debe impregnar tu vida y echar fuera al demonio, desposeer a la bestia y reinar en tus miembros.' "Nos arrodillamos para orar, y pocos días después regresó él con lágrimas en sus ojos y dijo, 'Sr. Lake, creo que puedo darle la mano. Ya no soy una bestia, sino un hombre.' "
Leemos en Efesios 2,1-3: "Y él les dio vida a ustedes, cuando estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás."
El espíritu del hombre está muerto antes que nazca de nuevo. El diablo es su padre (Cf. Juan 8,44). Su conocimiento está entenebrecido y apartado de la vida de Dios por medio de la ignorancia que existe en él, debido a la ceguera de su corazón (Cf. Efesios 4,18).
Leemos en Romanos 5,12: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron."
Todo ser humano hereda la misma muerte espiritual que Adán experimentó cuando pecó. Si le permitimos a un niño que actúe según sus antojos y caprichos, no servirá a Dios por propia decisión. Es natural que el hombre impenitente sirva al diablo. El diablo es el padre de toda persona que no ha recibido el nuevo nacimiento espiritual. La muerte espiritual incluye la dolencia, la enfermedad, la aflicción y la tristeza.
El plan de redención de Dios fue crear al ser humano exento de la muerte espiritual. Todo ser humano que vino a este mundo después de Adán, tiene la muerte espiritual en su espíritu. Dios tuvo que hacer venir a este mundo a un ser divino y humano, para redimir a la humanidad.
Por medio del poder milagroso de Dios, vino un día la Semilla de una Mujer —no la semilla de un hombre. Tienes que comprender que un óvulo no fertilizado no tiene sangre. Un óvulo fertilizado tiene corrientes de sangre. La sangre se produce a través de la unión del hombre con la mujer. Sin el hombre, el bebé no tiene sangre.
María no conocía a ningún hombre. ¿De dónde recibió Jesús Su sangre? Tenía que ser sangre real— incontaminada. Ella concibió del Espíritu Santo (Cf. Mateo 1,18).
Cuando Jesús vino a este mundo, Juan el Bautista dijo, "Este es el cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo" (Juan 1,29).
Cuando Jesús se bautizó, el Padre dijo, "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3,17).
La vida victoriosa de Jesús sobre el pecado, la muerte, la dolencia, y la enfermedad, es el ejemplo de cómo toda criatura nueva debe vivir. Reinamos en esta vida como reyes (Cf. Romanos 7,17).
Cuando Dios sopló sobre Adán aliento de vida, su espíritu recibió la vida de Dios.
El espíritu dentro de Adán y Eva fue la parte que murió el día que comieron de la fruta. Sus espíritus murieron ante Dios. Se separaron de El. Se trasladaron de la vida a la muerte. El diablo se convirtió en su padre y señor. En realidad nacieron de nuevo en reverso, a la muerte espiritual, y transmitieron a todo hombre, como resultado, la muerte espiritual.
Previo a ese momento, ellos amaban el caminar con Dios, el confraternizar con El.
¡Qué contentos se sentían de tener la comunión con Dios!
¡Cuando la muerte espiritual entró en sus espíritus, algo sucedió! Actuaron diferente.
"Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se la ciñeron. Oyeron al Señor Dios, que se paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín, para que el Señor no los viera. Pero el Señor Dios llamó al hombre: — ¿Dónde estás?
El contestó: —Te oí en el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí" (Génesis 3,7-10).
¡La muerte espiritual cambió a la raza humana de caminar con Dios, le hizo esconderse de El y tenerle miedo!
Piensa en Jesús cuando oró en el huerto de Getsemaní. El oró y pidió que si fuera posible, lo liberara de la pasión. Estaba en tal agonía que sudó grandes gotas de sangre. La sangre salía de Sus poros debido al pensamiento tormentoso de convertirse como un pecador, de estar separado del Padre, de morir, de ir al infierno y de tener que ser justificado, de nacer de nuevo y de resucitar otra vez a la vida. Fue un momento terrible para Jesús.
Al que no conoció pecado, tenía que convertirse en pecado (Cf. 2 Corintios 5,21).
No obstante, Dios hizo algo más que eso por el hombre. Tocó el mismo corazón del problema y alcanzó a tocar y elevar a la humanidad. Jesús murió espiritualmente cuando asumió nuestro lugar. La muerte significa separación. Al convertirse en nuestro substituto, estaba en realidad separado de Dios.
Por esa razón clamó con gran voz, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27,46).
El no clamó "Padre". El clamó a Dios.
El tomó nuestro lugar espiritual y físicamente. Aceptó en Su espíritu, nuestra muerte y nuestra separación de Dios. Estaba a punto de descender al mismo infierno. Dios no podía mirarlo porque se había convertido en pecado.
Antes de que Jesús descendiera al reino de los poderes demoníacos a sufrir, a morir y recibir tormentos como pecador, dijo, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23,46). Entonces fue entregado al poder de Satanás.
"Pero vemos ya al que Dios hizo un poco inferior a los ángeles, a Jesús, que, por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y dignidad; así, por la gracia de Dios, la muerte que él experimentó redunda en favor de todos" (Hebreos 2,9).
Jesús murió espiritualmente por todo ser humano. Tomó sobre El nuestra muerte espiritual para que tengamos la vida eterna.
Leemos en la Biblia que Jesús fue el primero en nacer de la muerte (Cf. Apocalipsis 1,5). Esto no quiere decir que El fue la primera Persona que resucitó de la muerte.
Sabemos que hay varias referencias bíblicas de personas que resucitaron de la muerte antes de la resurrección de Jesús.
Jesús fue la primera Persona que jamás naciera de nuevo de la muerte espiritual para recibir la vida espiritual. Como murió espiritualmente, tenía que nacer de nuevo a la vida eterna. Dios lo eligió primero, para que El fuera el primogénito entre muchos hermanos (Cf. Romanos 8,29). Fue la única Persona en nacer de nuevo espiritualmente.
Cuando aceptas a Jesucristo como tu Salvador, no sólo se perdonan tus pecados, pero también recibes de nuevo lo que perdió Adán. TU ESPÍRITU SE HACE VIVO CON LA VIDA ETERNA. Tu lámpara se enciende (Cf. Proverbios 20,27). Tu luz perdura.
Este es el milagro poderoso que trasciende en tu espíritu. No recibes religión, recibes vida eterna.
No hay en ti muerte espiritual en Cristo.
Cuando la vida eterna activa tu espíritu, se borra toda muerte espiritual. Entonces la curación de tu cuerpo comienza en tu espíritu e irradia en todas direcciones, y así la enfermedad sale de tu cuerpo.
Jesucristo conquistó la muerte, el infierno y el sepulcro. Lo amamos por todo lo que hizo. Cuando en realidad nacemos de nuevo, QUEREMOS vivir para Dios. No puede haber temor en nuestros corazones cuando conocemos a Dios que nos ama. No permitas que el diablo te susurre el temor en relación con la salvación. Nuestro Padre Celestial ha ido hasta el extremo para atraernos hacia sí.
"Aquél que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo es posible que con él no nos lo regale todo?" (Romanos 8,32).
¡DIOS TE AMA!
El te ama como un padre ama con ternura a su propia criatura. No ve ningún mal en ti. El amor sólo ve lo bueno. El amor sepulta un sin número de pecados (Cf. 1 Pedro 4,8). Dios ve a Jesús en ti. El comprende todo en ti. El sabe que tú haces todo lo posible por servirlo.
Muchas personas creen que se salvan por medio de la fe, pero permanecen salvas por las obras. Tu salvación no viene por las obras. Leemos en la Palabra de Dios, "porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2,8-9).
Tu salvación inicial no es por la fe, la misericordia y la gracia, y después continúas salvo por tus obras. ¡Demos gracias a Dios por la seguridad de que somos salvos por la fe y no por las obras!
He oído decir a muchos, "Bien, he cometido tantos errores, ¿cómo puedo permanecer salvo?"
Si el diablo te condena porque has cometido uno o dos errores en tu camino, debes saber esto: no perdiste tu salvación. Sólo cometiste un error mientras aprendías cómo vivir una vida nueva en Dios.
Dios ha provisto para que confraternices con El, aún cuando hayas fallado. En Juan 1,9 leemos lo siguiente: "Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, perdona nuestros pecados y, además, nos limpia de toda injusticia." En el mismo instante que confiesas tus faltas a Dios, se restaura tu confraternidad con El. Estás limpio de toda injusticia. El pecado en tu vida obstaculiza y daña tu confraternidad con Dios, pero eso no quiere decir que tu relación con Dios se rompa.
Sólo porque tú falles, Dios no te echa de su familia. Te levanta y te ayuda a caminar de nuevo.
¡Como un nuevo cristiano, cometerás errores mientras aprendes a vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, pero tienes a Jesús! Cuando el diablo te ataca, no pienses cómo te sientes. Vuélvete a la Palabra de Dios, lee lo que Dios tiene que decir sobre ti.
"Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida" (1 Juan 5,12).
No importa cómo te sientas, estás salvo porque has aceptado a Jesucristo como tu Salvador. El diablo no quiere que tengas la seguridad de tu salvación. Tratará de inculcarte temor, tormento y ansiedad. Ten presente en todo momento lo que Dios dice sobre tu salvación. Edifica tu fe sobre la Palabra de Dios. Lee la Palabra de Dios todos los días y establece tu corazón en Sus promesas.
¿Te has preguntado si estás salvo o perdido?
¿Has aceptado a Jesús? ¡Si es así, cree en la Palabra de Dios!
¿Qué sucede si no lo sientes? ¿Creerás a tus sentimientos o a la Biblia?
¡CREE EN DIOS!
Tus sentimientos pueden variar con las circunstancias, pero la Palabra de Dios es eterna. Jesús dijo, "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24,35).
Puede que no siempre te conduzcas perfectamente, pero Dios todavía te llama Su hijo. Dios no te mira como un fracaso, sino como un aprendiz.
El diablo tratará de condenarte, pero no estás condenado (Cf. Romanos 8,1). Tú eres el hijo verdadero de Dios, tienes vida eterna.
Leemos lo siguiente en Juan 3,14-19: "Lo mismo que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también el Hijo del Hombre tiene que ser levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan vida eterna.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna.
"Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por él.
"El que cree en él, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
"Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas."
En Juan 5,24, leemos lo siguiente: "Sí, se lo aseguro: Quien oye mi mensaje y da fe al que me envió, posee vida eterna y no se le llama a juicio; no, ya ha pasado de la muerte a la vida."
AHORA tienes la vida eterna —ahora mismo. Tienes ahora la misma vida de Dios en ti. No puedes vivir de la manera que vivías sin Jesús. Si tratas, te sentirás miserable. Gracias a Dios que te entristeces cuando pecas. Pero que esa tristeza no infiera que te han echado del reino de Dios. Eso es tan solo tu espíritu nuevo creado dentro de ti haciéndote saber que te estás perdiendo el camino de Dios. Los hijos del diablo gozan del pecado; sin embargo, los hijos de Dios se afligen y entristecen cuando caen en el pecado.
Cuando te salvaste, alguien te contó la historia de la redención y recibiste a Jesús en tu corazón.
Recuerdo aquel grandioso día que me salvé. El predicador me preguntó, "¿Aceptas a Jesús?" No dijo, "¿Dejarás de pecar?" No me preguntó si viviría una vida perfecta.
Dijo, "¿Aceptas a Jesús?"
Dije, "¡Absolutamente!", y lo dije de corazón.
Ese día confesé a Jesús como mi Señor y Salvador. El predicador me pidió después que diera un testimonio a la congregación.
Me volví a esa congregación y dije,
"Vine hoy a darle mi corazón completamente a Jesús. Confío que pueda ayudar a otros jóvenes a encontrarlo también como su Salvador".
En el mismo momento que creí en mi corazón y confesé con mis labios, pasé de la oscuridad a Su maravillosa luz. Desde entonces, jamás he dudado de mi salvación.
El diablo ha tratado muchas veces de hacerme dudar, pero siempre ha fallado. La Palabra de Dios es verdadera y es la base de mi salvación.
Estoy salvo porque Dios dice que lo estoy. La Palabra de Dios es verdadera. El diablo trata de mentirme y decirme que la Palabra de Dios no es verdadera, pero él es un mentiroso. Estoy salvo y tengo la vida eterna dentro de mí.
Tú eres un hijo de Dios. Tienes lo que El dice que tienes. No permitas que nadie te predique sus convicciones o te condene y te conduzca a la frustración y la confusión respecto a tu salvación.
Dios quiere que tú sepas que estás salvo.
El no quiere que sientas temor, tormento o duda. El quiere que tengas la seguridad de tu salvación.
Si nunca has aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, te animo a que tomes esa decisión ahora mientras dices la siguiente oración:
"Oh Dios, sé que sin Jesús estoy perdido.
Sé que sin Jesús moriré e iré al infierno.
Pero, Dios, no quiero estar perdido.
Quiero salvarme. Rechazo al diablo y mi manera pasada de vivir. Jamás volveré a ese camino. Me vuelvo a ti, Jesús, y te pido que entres en mi corazón. Sé mi Señor y Salvador. Dios, eres ahora más que mí Dios. Eres mi Padre Celestial y soy tú hijo. Estoy en la familia de Dios. Gracias,
Jesús, por salvarme. Amén."
Ahora que has recibido a Jesucristo en tu corazón, haz la siguiente confesión confiadamente y en fe:
CONFIESO CON MIS LABIOS QUE JESÚS ES SEÑOR.
CREO EN MI CORAZÓN QUE DIOS LO RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS.
JESÚS ES MI SEÑOR Y SALVADOR.
ESTOY SALVO.
NO ESTOY PERDIDO- ESTOY SALVO.
ESTOY SALVO AHORA PORQUE LE HE ABIERTO SINCERAMENTE MÍ CORAZÓN A JESÚS.
NO ESTOY SALVO PORQUE ASI LO SIENTO, SINO PORQUE DIOS LO DIJO.
DIOS ES MI PADRE CELESTIAL.
SOY HIJO DE DIOS.
GRACIAS PADRE, POR LA VIDA ETERNA. VIVIRÉ CONTIGO PARA SIEMPRE.
¡NO VIVIRÉ CON EL TEMOR DE PERDERME PORQUE SE LA VERDAD Y LA VERDAD ME HA HECHO LIBRE!
¡HOY LE DOY GRACIAS A DIOS POR LA SEGURIDAD DE MI SALVACIÓN!
CITAS BÍBLICAS DE SALVACIÓN
"Vayan y aprendan lo que significa:
Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento" (Mateo 9,13).
"Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa mía y por el evangelio, la salvará" (Marcos 8,35).
"He aquí les doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada les hará daño" (Lucas10, 19).
"No teman, manada pequeña, porque a su Padre le ha placido darles el reino" (Lucas 12,32).
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).
"El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1,29).
"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3,3).
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3,16).
"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3,36).
"De cierto, de cierto les digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5,24).
"Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6,37).
"Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Hechos 2,21).
"Así que, arrepiéntanse y conviértanse, para que sean borrados sus pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3,19).
"Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4,12).
"De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre" (Hechos 10,43).
"Y sacándolos les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa" (Hechos 16,30-31).
"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3,23-24).
"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos" (Romanos 5,8).
"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6,23).
"Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10,9-10).
"Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Romanos 10,13).
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5,17).
"Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Corintios 5,19).
"Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación" (2 Corintios 6,2).
"Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2,8-9).
"El cual nos ha liberado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Colosenses 1,13).
"Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7,25).
"Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados" (1 Pedro 2,24).
"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu" (1 Pedro 3,18).
"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (2 Pedro 3,9).
"Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo" (1 Juan 5,11).
"Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5,13).
Comunidad Cristiana Centro de Avivamiento
“JESUCRISTO ES EL SEÑOR”
Mz: K Lote: 11 AAHH Saúl Cantoral Huamani
San Juan de Lurigancho – Lima - Perú.
Si Usted. Nesecita ayuda en su vida por causa de algún problema de tipo personal, conyugal o familiar, ponemos a su disposición un servicio de Conserjería Espiritual, Fundada en la Palabra de Dios. Con toda libertad llame al Pastor: Ramiro Roque Paiva, al Celular: 511 - 997201914, para hacer una cita y Orar por Usted. Y ayudarle a cambiar su vida, o enviar su petición de Oración a la siguiente dirección de Correo Electrónico: ramiroroque2003@yahoo.com, cccajees@hotmail.com, cccajees@gmail.com, o nos puede visitar en la web: http://cccajees.ning.com, http://cccajees.blogspot.com, Este servicio es totalmente gratis para Usted.
John Osteen
"Les he escrito estas cosas a ustedes, que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5,13).
Necesitas saber que estás salvo.
Necesitas saberlo, sin dudarlo, no suponerlo, no esperarlo. No necesitas vivir en la duda, el temor y la incertidumbre, sin que nunca tengas la seguridad de la gran salvación de Dios. Puedes saber que tienes la vida eterna —no que tienes la religión, sino la vida eterna.
Dios vino a este mundo por medio de la persona de Jesucristo, para que tengas VIDA. Jesús dijo, "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10, 10). Jesús vino para darle al hombre una nueva vida —una vida que es eterna; una vida que está embebida en la naturaleza de Dios. Esta es la misma vida que Adán y Eva tenían antes de pecar. Hemos vuelto a recibir esta vida por medio del último Adán que es el Señor Jesucristo (Cf. 1 Corintios 15,45).
Sozo es el vocablo griego para salvación, y traducido significa sanidad, gozo, prosperidad, liberación, integridad y paz. La salvación, por medio de la fe en Jesucristo, incluye la liberación de todo mal y de la plenitud total por la fe en Cristo.
Los mismos principios de la salvación pueden aplicarse a las curaciones, los milagros, la prosperidad, la vida en la familia y a todas las áreas de necesidad en tu vida.
Si una persona no tiene la seguridad de haber sido salvado, o si tiene algún sentimiento de inferioridad, no podrá ejercer su autoridad sobre el diablo. Si tienes alguna duda sobre tu salvación o tu relación con Dios, jamás actuarás con audacia ante el enemigo. Si tienes duda o sientes inferioridad, el diablo te las ganará todas. ¡La inferioridad es lo contrario de la autoridad!
¡Cuando vives con sentimientos de inferioridad, jamás actuarás con audacia o hablarás con autoridad!
Vivimos en una época en la cual las fuerzas demoníacas se han desatado contra la raza humana en cifras astronómicas para atormentar a los cristianos. Tratan de presentarles razones para que duden de su pertenencia a Dios. Muchas personas de Dios no han recibido la enseñanza correcta sobre la salvación. Muchos se han nutrido en grupos que continuamente crean inseguridad.
Algunos enseñan que si no pagas los diezmos, morirás e irás al infierno. Eso no es verdad. No puedes comprar tu camino al reino de Dios. Leemos en la Biblia: "Porque por gracia somos salvos por medio de la fe; y esto no por ustedes, pues es don de Dios" (Efesios 2,8).
Algunas personas predican que debemos creer en sus doctrinas y ser miembros de sus iglesias con el fin de alcanzar la salvación.
¡Dios no lo permita!
Todo creyente que haya nacido de nuevo es miembro del cuerpo de Cristo, al que se le refiere como "la Iglesia" en el Nuevo Testamento.
La mayoría de los ministros son sinceros, caminan en la luz que tienen. Yo no los condeno. Sin embargo, algunas de sus enseñanzas han frustrado a las personas, las han dejado expuestas al poder de Satanás, a las fuerzas demoníacas y a cuanta duda puede poner el diablo en sus mentes.
Miles de personas están atormentadas, no tienen la seguridad de ESTAR salvas, desconocen el fundamento de su salvación.
Leemos en la Biblia que Dios quiere que tú SEPAS que tienes vida eterna: "Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5,13).
No tienes que vivir en la zona sombría de la incertidumbre. No necesitas vivir en el lugar tenebroso de no saber que estás salvo. No tienes que vivir en la duda.
¡PUEDES, ASEGÚRATE HOY DE TU SALVACIÓN!
Jesús ya reconcilió al mundo con Dios. “. . . que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Corintios 5,19).
Jesús es el perdón. Todo lo que tenemos que hacer es hacernos conscientes del perdón y aceptarlo. Esta es la buena nueva del evangelio. Se nos ha perdonado y tenemos la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo.
Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Cf. Juan 1,29).
"Cuando todavía éramos débiles —sin poder para ayudarnos a nosotros mismos —Cristo murió en el momento preciso (en lugar de) por los impíos" (Romanos 5,6).
Jesús murió, el Justo por los injustos, para conducirnos a Dios (Cf. 1, Pedro 3,18).
"Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lucas 19,10).
Pilatos dijo, “. . . y ¿qué hago con ese que llaman 'rey de los judíos?' “(Marcos 15,12).
¡Jesús es el tema!
El Espíritu Santo vino al mundo para convencer al mundo de pecado (Cf. Juan 16,8). El pecado en particular está en que el mundo no cree en Jesús. Jesús cargó con todos los demás pecados en Su calvario. La pregunta que confronta al pecador hoy días es: "¿qué vas a hacer con Jesús?" Dios paseó su vista hasta el final de los tiempos, y contempló todos los pecados que se habrían de cometer, y envió a Jesús para borrarlos TODOS.
Dios borra nuestros pecados e iniquidades, ya no se acuerda de ellos (Cf. Isaías 43,25). "El, en cambio, fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros pecados; sobre El descargó el castigo que nos sana; y con sus llagas fuimos nosotros sanados" (Isaías 53,5).
Muchos han preguntado, "si no hay pecado alguno en mi contra, ¿por qué debo ir al infierno?"
Una persona irá al infierno por rechazar a Jesucristo como su Salvador. Jesús dijo, "si uno no nace de nuevo, no podrá gozar del reino de Dios" (Juan 3,3). Tienes que nacer de nuevo para salvarte del infierno y pasar la eternidad en el cielo.
Jesús dijo en una ocasión cuando le hablaba a sus discípulos, "Y sin embargo, es verdad lo que les digo, les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá su Consolador; en cambio, si me voy se lo enviaré. Cuando venga él le probará al mundo que hay culpa, inocencia y sentencia; primero, culpa, porque no creen en mí" (Juan 16, 7-9).
Entonces, ¿qué tiene que hacer el hombre para salvarse? Para salvarte no tienes que confesar todos los pecados que has cometido. ¿Cómo puedes recordarlos todos?
Tienes que estar dispuesto a confesar que Jesucristo es el Señor. Esa es la buena nueva para el mundo actual.
Leemos en la Biblia que, "Porque si tus labios profesan que Jesús es Señor y crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte, te salvarás..." (Romanos 9,10).
" .. .Porque todo el que invoca el nombre del Señor, se salvará (Romanos 9,13).
Dios tomó la iniciativa en el plan de redención, cuando aún éramos pecadores, y por medio de Jesucristo llevó sobre sus espaldas nuestros pecados, nuestras enfermedades, nuestra maldición y nuestra muerte. ¡Canceló todo y nos restauró para agraciarnos con El!
La respuesta a todos los problemas de cada persona se encuentra en Jesucristo.
No te salvas sólo porque Dios te ha perdonado. Tienes que nacer de nuevo y convertirte en una criatura nueva en Cristo Jesús. Tienes que salirte de una familia que es la del diablo, y nacer en la familia de Dios (Cf. Efesios 2,2). Leemos en Colosenses 1,13, que "él nos sacó del dominio de las tinieblas, para trasladarnos al Reino de su Hijo querido".
La buena nueva no es que el pecador va al infierno. Desde luego, sin Dios, irá al infierno, pero la mayoría del tiempo, el pecador lo sabe.
LA BUENA NUEVA ES QUE DIOS YA RECONCILIO A CADA PERSONA CON EL. El te perdonó ya. El ya te restauró para agraciarte con El. El espera que aceptes este gran amor. Cuando aceptes a Jesús, entonces te salvarás.
Entras en la familia de Dios por el nuevo nacimiento. Eres una criatura nueva.
"De modo que si alguno está injertado en Cristo, el Mesías, él es una nueva creación; lo viejo pasó; he aquí lo nuevo ha comenzado.
"Y todo esto es obra de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo, y nos encomendó el servicio de la reconciliación; quiero decir que Dios, por medio de Cristo, estaba reconciliando al mundo consigo, cancelando la deuda de los delitos humanos, y poniendo en nuestras manos, el mensaje de la reconciliación.
"Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; les rogamos en nombre de Cristo: Que se reconcilien con Dios" (2 Corintios 5,17-20).
El diablo quiere que las personas piensen que Dios está muy lejos para preocuparse por ellos y también quiere que las personas piensen que Dios siente ira por ellos.
Algunos, al leer los Salmos en las Escrituras, se percatan de que el salmista dice Dios está airado con el impío todos los días. Esto aparece en la Antigua Alianza.
Dios estaba airado, pero hizo algo sobre el particular en el Calvario.
En el mismo momento que profesas a Jesucristo con sinceridad de corazón, Dios obra el milagro del nuevo nacimiento en tu vida. Te restaura la gracia, Su perdón completo por medio de Jesús.
Si aceptas al Señor Jesucristo, crees en El para la salvación y después permites que el diablo te mienta y te diga, "no estás en realidad salvo", estás haciendo quedar a Dios por un mentiroso.
Dios ha dado testimonio de Su Hijo. Su testimonio es que: "Quien cree en el Hijo de Dios tiene dentro al testimonio. El que no da fe a Dios que lo deja por embustero, negándose a creer en el testimonio que ha dejado él de su Hijo" (1 Juan 5,10).
"Antes bien Dios es veraz, y todo hombre es mentiroso" (Romanos 3,4).
¡PUEDES SABER QUE ESTAS SALVO!
Dios está edificando un ejército de hombres y mujeres que saben que están salvos y están seguros de su relación con Dios. El quiere que tú te encuentres entre ellos.
No tienes que salvarte una y otra vez.
Puedes tener la seguridad de una vez y por siempre, y agarrarte a ella sin duda o temor.
Permíteme decirte lo siguiente en relación con la pregunta sobre el pecado imperdonable.
No hay ningún pecado en tu vida del cual puedas sentirte culpable. El pecado imperdonable se comete con el conocimiento completo y a la luz de la Palabra de Dios de estar salvo, de estar lleno del Espíritu Santo y haber recibido la realidad de la operación sobrenatural en la vida de uno. Es saber más allá de toda duda que Dios es real, que el Espíritu
Santo es real y que la Biblia nos comunica la verdad. Entonces, con la plenitud de la luz y del conocimiento, la persona decide rechazar a Dios y a Jesús —sabiendo absolutamente que, aunque es real, elige rechazarlo. El pecado imperdonable se considera imperdonable sólo porque el individuo que rechaza a Dios no QUIERE el perdón de Dios. Dios no traspasará la voluntad del hombre para elegirse o negarse a sí Mismo. Si cometes este pecado, no te preocuparás o temerás por tu salvación. Si te preocupas, es una señal segura de que jamás has cometido tal pecado. Es sencillamente el diablo que trata de atormentarte. Ordénale que se vaya en nombre de Jesús (Cf. Santiago 4,7).
Leemos en 1 Juan 5,13 que el Señor nos asegura lo siguiente: "Me he propuesto con esta carta que ustedes, los que creen en el Hijo de Dios, estén ciertos que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios."
Cuando aceptas al Señor Jesucristo, el viene a tu corazón y eres salvo. Dios te salva. Tu salvación no depende de cómo te sientes en ese momento, o de emoción alguna. Dios te salva porque le abras tu corazón y lo aceptas con honestidad y sinceridad. Es una decisión característica del corazón.
Leemos en la Biblia: "Pero a los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, los hizo capaces de ser hijos de Dios" (Juan 1,12).
Un poder demoníaco obra en toda persona perdida. Por eso los hombres dicen, "por esto no sé porqué hago lo que hago.
La realidad es que no deseo obrar mal".
La realidad es que la mayoría de las personas no están conscientes de esta actividad demoníaca que las conduce a la destrucción. El diablo ha comisionado a los demonios para que aseguren la separación de los hombres de Dios.
En el sermón THE GOD MEN (Los hombres de Dios), John G. Lake recuenta la historia siguiente que ilustra la habilidad de Dios para transformar al hombre:
"Un hombre vino a mí un día y dijo, 'me siento casi abochornado de llamarme hombre, porque sencillamente he permitido a la parte animal de mi naturaleza que me haga actuar más bien como bestia que como hombre. Uno dice, ¿por qué no desistes de esa vida? No tengo la fuerza ni la voluntad para hacerlo. A no ser que suceda algo, que me libere de esta condición, ¡no sé qué hacer!'
"Traté de enseñarle lo que era el evangelio de Jesucristo. Traté de demostrarle que viviendo en el estado animal, rodeándose del atractivo bestial y haciendo contacto con el espíritu de bestialidad en todas las áreas que el demonio había tomado posesión de él para así dominar su naturaleza, le dije, 'hijo mío, si el evangelio significa algo, eso quiere decir que habrá una transferencia de naturaleza. En lugar de este infierno viviente, presente en tu ser, el Dios vivo y santo debe impregnar tu vida y echar fuera al demonio, desposeer a la bestia y reinar en tus miembros.' "Nos arrodillamos para orar, y pocos días después regresó él con lágrimas en sus ojos y dijo, 'Sr. Lake, creo que puedo darle la mano. Ya no soy una bestia, sino un hombre.' "
Leemos en Efesios 2,1-3: "Y él les dio vida a ustedes, cuando estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás."
El espíritu del hombre está muerto antes que nazca de nuevo. El diablo es su padre (Cf. Juan 8,44). Su conocimiento está entenebrecido y apartado de la vida de Dios por medio de la ignorancia que existe en él, debido a la ceguera de su corazón (Cf. Efesios 4,18).
Leemos en Romanos 5,12: "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron."
Todo ser humano hereda la misma muerte espiritual que Adán experimentó cuando pecó. Si le permitimos a un niño que actúe según sus antojos y caprichos, no servirá a Dios por propia decisión. Es natural que el hombre impenitente sirva al diablo. El diablo es el padre de toda persona que no ha recibido el nuevo nacimiento espiritual. La muerte espiritual incluye la dolencia, la enfermedad, la aflicción y la tristeza.
El plan de redención de Dios fue crear al ser humano exento de la muerte espiritual. Todo ser humano que vino a este mundo después de Adán, tiene la muerte espiritual en su espíritu. Dios tuvo que hacer venir a este mundo a un ser divino y humano, para redimir a la humanidad.
Por medio del poder milagroso de Dios, vino un día la Semilla de una Mujer —no la semilla de un hombre. Tienes que comprender que un óvulo no fertilizado no tiene sangre. Un óvulo fertilizado tiene corrientes de sangre. La sangre se produce a través de la unión del hombre con la mujer. Sin el hombre, el bebé no tiene sangre.
María no conocía a ningún hombre. ¿De dónde recibió Jesús Su sangre? Tenía que ser sangre real— incontaminada. Ella concibió del Espíritu Santo (Cf. Mateo 1,18).
Cuando Jesús vino a este mundo, Juan el Bautista dijo, "Este es el cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo" (Juan 1,29).
Cuando Jesús se bautizó, el Padre dijo, "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3,17).
La vida victoriosa de Jesús sobre el pecado, la muerte, la dolencia, y la enfermedad, es el ejemplo de cómo toda criatura nueva debe vivir. Reinamos en esta vida como reyes (Cf. Romanos 7,17).
Cuando Dios sopló sobre Adán aliento de vida, su espíritu recibió la vida de Dios.
El espíritu dentro de Adán y Eva fue la parte que murió el día que comieron de la fruta. Sus espíritus murieron ante Dios. Se separaron de El. Se trasladaron de la vida a la muerte. El diablo se convirtió en su padre y señor. En realidad nacieron de nuevo en reverso, a la muerte espiritual, y transmitieron a todo hombre, como resultado, la muerte espiritual.
Previo a ese momento, ellos amaban el caminar con Dios, el confraternizar con El.
¡Qué contentos se sentían de tener la comunión con Dios!
¡Cuando la muerte espiritual entró en sus espíritus, algo sucedió! Actuaron diferente.
"Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se la ciñeron. Oyeron al Señor Dios, que se paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín, para que el Señor no los viera. Pero el Señor Dios llamó al hombre: — ¿Dónde estás?
El contestó: —Te oí en el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí" (Génesis 3,7-10).
¡La muerte espiritual cambió a la raza humana de caminar con Dios, le hizo esconderse de El y tenerle miedo!
Piensa en Jesús cuando oró en el huerto de Getsemaní. El oró y pidió que si fuera posible, lo liberara de la pasión. Estaba en tal agonía que sudó grandes gotas de sangre. La sangre salía de Sus poros debido al pensamiento tormentoso de convertirse como un pecador, de estar separado del Padre, de morir, de ir al infierno y de tener que ser justificado, de nacer de nuevo y de resucitar otra vez a la vida. Fue un momento terrible para Jesús.
Al que no conoció pecado, tenía que convertirse en pecado (Cf. 2 Corintios 5,21).
No obstante, Dios hizo algo más que eso por el hombre. Tocó el mismo corazón del problema y alcanzó a tocar y elevar a la humanidad. Jesús murió espiritualmente cuando asumió nuestro lugar. La muerte significa separación. Al convertirse en nuestro substituto, estaba en realidad separado de Dios.
Por esa razón clamó con gran voz, "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27,46).
El no clamó "Padre". El clamó a Dios.
El tomó nuestro lugar espiritual y físicamente. Aceptó en Su espíritu, nuestra muerte y nuestra separación de Dios. Estaba a punto de descender al mismo infierno. Dios no podía mirarlo porque se había convertido en pecado.
Antes de que Jesús descendiera al reino de los poderes demoníacos a sufrir, a morir y recibir tormentos como pecador, dijo, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23,46). Entonces fue entregado al poder de Satanás.
"Pero vemos ya al que Dios hizo un poco inferior a los ángeles, a Jesús, que, por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y dignidad; así, por la gracia de Dios, la muerte que él experimentó redunda en favor de todos" (Hebreos 2,9).
Jesús murió espiritualmente por todo ser humano. Tomó sobre El nuestra muerte espiritual para que tengamos la vida eterna.
Leemos en la Biblia que Jesús fue el primero en nacer de la muerte (Cf. Apocalipsis 1,5). Esto no quiere decir que El fue la primera Persona que resucitó de la muerte.
Sabemos que hay varias referencias bíblicas de personas que resucitaron de la muerte antes de la resurrección de Jesús.
Jesús fue la primera Persona que jamás naciera de nuevo de la muerte espiritual para recibir la vida espiritual. Como murió espiritualmente, tenía que nacer de nuevo a la vida eterna. Dios lo eligió primero, para que El fuera el primogénito entre muchos hermanos (Cf. Romanos 8,29). Fue la única Persona en nacer de nuevo espiritualmente.
Cuando aceptas a Jesucristo como tu Salvador, no sólo se perdonan tus pecados, pero también recibes de nuevo lo que perdió Adán. TU ESPÍRITU SE HACE VIVO CON LA VIDA ETERNA. Tu lámpara se enciende (Cf. Proverbios 20,27). Tu luz perdura.
Este es el milagro poderoso que trasciende en tu espíritu. No recibes religión, recibes vida eterna.
No hay en ti muerte espiritual en Cristo.
Cuando la vida eterna activa tu espíritu, se borra toda muerte espiritual. Entonces la curación de tu cuerpo comienza en tu espíritu e irradia en todas direcciones, y así la enfermedad sale de tu cuerpo.
Jesucristo conquistó la muerte, el infierno y el sepulcro. Lo amamos por todo lo que hizo. Cuando en realidad nacemos de nuevo, QUEREMOS vivir para Dios. No puede haber temor en nuestros corazones cuando conocemos a Dios que nos ama. No permitas que el diablo te susurre el temor en relación con la salvación. Nuestro Padre Celestial ha ido hasta el extremo para atraernos hacia sí.
"Aquél que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo es posible que con él no nos lo regale todo?" (Romanos 8,32).
¡DIOS TE AMA!
El te ama como un padre ama con ternura a su propia criatura. No ve ningún mal en ti. El amor sólo ve lo bueno. El amor sepulta un sin número de pecados (Cf. 1 Pedro 4,8). Dios ve a Jesús en ti. El comprende todo en ti. El sabe que tú haces todo lo posible por servirlo.
Muchas personas creen que se salvan por medio de la fe, pero permanecen salvas por las obras. Tu salvación no viene por las obras. Leemos en la Palabra de Dios, "porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2,8-9).
Tu salvación inicial no es por la fe, la misericordia y la gracia, y después continúas salvo por tus obras. ¡Demos gracias a Dios por la seguridad de que somos salvos por la fe y no por las obras!
He oído decir a muchos, "Bien, he cometido tantos errores, ¿cómo puedo permanecer salvo?"
Si el diablo te condena porque has cometido uno o dos errores en tu camino, debes saber esto: no perdiste tu salvación. Sólo cometiste un error mientras aprendías cómo vivir una vida nueva en Dios.
Dios ha provisto para que confraternices con El, aún cuando hayas fallado. En Juan 1,9 leemos lo siguiente: "Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, perdona nuestros pecados y, además, nos limpia de toda injusticia." En el mismo instante que confiesas tus faltas a Dios, se restaura tu confraternidad con El. Estás limpio de toda injusticia. El pecado en tu vida obstaculiza y daña tu confraternidad con Dios, pero eso no quiere decir que tu relación con Dios se rompa.
Sólo porque tú falles, Dios no te echa de su familia. Te levanta y te ayuda a caminar de nuevo.
¡Como un nuevo cristiano, cometerás errores mientras aprendes a vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, pero tienes a Jesús! Cuando el diablo te ataca, no pienses cómo te sientes. Vuélvete a la Palabra de Dios, lee lo que Dios tiene que decir sobre ti.
"Quien tiene al Hijo, tiene la vida; quien no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida" (1 Juan 5,12).
No importa cómo te sientas, estás salvo porque has aceptado a Jesucristo como tu Salvador. El diablo no quiere que tengas la seguridad de tu salvación. Tratará de inculcarte temor, tormento y ansiedad. Ten presente en todo momento lo que Dios dice sobre tu salvación. Edifica tu fe sobre la Palabra de Dios. Lee la Palabra de Dios todos los días y establece tu corazón en Sus promesas.
¿Te has preguntado si estás salvo o perdido?
¿Has aceptado a Jesús? ¡Si es así, cree en la Palabra de Dios!
¿Qué sucede si no lo sientes? ¿Creerás a tus sentimientos o a la Biblia?
¡CREE EN DIOS!
Tus sentimientos pueden variar con las circunstancias, pero la Palabra de Dios es eterna. Jesús dijo, "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mateo 24,35).
Puede que no siempre te conduzcas perfectamente, pero Dios todavía te llama Su hijo. Dios no te mira como un fracaso, sino como un aprendiz.
El diablo tratará de condenarte, pero no estás condenado (Cf. Romanos 8,1). Tú eres el hijo verdadero de Dios, tienes vida eterna.
Leemos lo siguiente en Juan 3,14-19: "Lo mismo que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también el Hijo del Hombre tiene que ser levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan vida eterna.
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna.
"Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por él.
"El que cree en él, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
"Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas."
En Juan 5,24, leemos lo siguiente: "Sí, se lo aseguro: Quien oye mi mensaje y da fe al que me envió, posee vida eterna y no se le llama a juicio; no, ya ha pasado de la muerte a la vida."
AHORA tienes la vida eterna —ahora mismo. Tienes ahora la misma vida de Dios en ti. No puedes vivir de la manera que vivías sin Jesús. Si tratas, te sentirás miserable. Gracias a Dios que te entristeces cuando pecas. Pero que esa tristeza no infiera que te han echado del reino de Dios. Eso es tan solo tu espíritu nuevo creado dentro de ti haciéndote saber que te estás perdiendo el camino de Dios. Los hijos del diablo gozan del pecado; sin embargo, los hijos de Dios se afligen y entristecen cuando caen en el pecado.
Cuando te salvaste, alguien te contó la historia de la redención y recibiste a Jesús en tu corazón.
Recuerdo aquel grandioso día que me salvé. El predicador me preguntó, "¿Aceptas a Jesús?" No dijo, "¿Dejarás de pecar?" No me preguntó si viviría una vida perfecta.
Dijo, "¿Aceptas a Jesús?"
Dije, "¡Absolutamente!", y lo dije de corazón.
Ese día confesé a Jesús como mi Señor y Salvador. El predicador me pidió después que diera un testimonio a la congregación.
Me volví a esa congregación y dije,
"Vine hoy a darle mi corazón completamente a Jesús. Confío que pueda ayudar a otros jóvenes a encontrarlo también como su Salvador".
En el mismo momento que creí en mi corazón y confesé con mis labios, pasé de la oscuridad a Su maravillosa luz. Desde entonces, jamás he dudado de mi salvación.
El diablo ha tratado muchas veces de hacerme dudar, pero siempre ha fallado. La Palabra de Dios es verdadera y es la base de mi salvación.
Estoy salvo porque Dios dice que lo estoy. La Palabra de Dios es verdadera. El diablo trata de mentirme y decirme que la Palabra de Dios no es verdadera, pero él es un mentiroso. Estoy salvo y tengo la vida eterna dentro de mí.
Tú eres un hijo de Dios. Tienes lo que El dice que tienes. No permitas que nadie te predique sus convicciones o te condene y te conduzca a la frustración y la confusión respecto a tu salvación.
Dios quiere que tú sepas que estás salvo.
El no quiere que sientas temor, tormento o duda. El quiere que tengas la seguridad de tu salvación.
Si nunca has aceptado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, te animo a que tomes esa decisión ahora mientras dices la siguiente oración:
"Oh Dios, sé que sin Jesús estoy perdido.
Sé que sin Jesús moriré e iré al infierno.
Pero, Dios, no quiero estar perdido.
Quiero salvarme. Rechazo al diablo y mi manera pasada de vivir. Jamás volveré a ese camino. Me vuelvo a ti, Jesús, y te pido que entres en mi corazón. Sé mi Señor y Salvador. Dios, eres ahora más que mí Dios. Eres mi Padre Celestial y soy tú hijo. Estoy en la familia de Dios. Gracias,
Jesús, por salvarme. Amén."
Ahora que has recibido a Jesucristo en tu corazón, haz la siguiente confesión confiadamente y en fe:
CONFIESO CON MIS LABIOS QUE JESÚS ES SEÑOR.
CREO EN MI CORAZÓN QUE DIOS LO RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS.
JESÚS ES MI SEÑOR Y SALVADOR.
ESTOY SALVO.
NO ESTOY PERDIDO- ESTOY SALVO.
ESTOY SALVO AHORA PORQUE LE HE ABIERTO SINCERAMENTE MÍ CORAZÓN A JESÚS.
NO ESTOY SALVO PORQUE ASI LO SIENTO, SINO PORQUE DIOS LO DIJO.
DIOS ES MI PADRE CELESTIAL.
SOY HIJO DE DIOS.
GRACIAS PADRE, POR LA VIDA ETERNA. VIVIRÉ CONTIGO PARA SIEMPRE.
¡NO VIVIRÉ CON EL TEMOR DE PERDERME PORQUE SE LA VERDAD Y LA VERDAD ME HA HECHO LIBRE!
¡HOY LE DOY GRACIAS A DIOS POR LA SEGURIDAD DE MI SALVACIÓN!
CITAS BÍBLICAS DE SALVACIÓN
"Vayan y aprendan lo que significa:
Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento" (Mateo 9,13).
"Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa mía y por el evangelio, la salvará" (Marcos 8,35).
"He aquí les doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada les hará daño" (Lucas10, 19).
"No teman, manada pequeña, porque a su Padre le ha placido darles el reino" (Lucas 12,32).
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).
"El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1,29).
"Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3,3).
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna" (Juan 3,16).
"El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3,36).
"De cierto, de cierto les digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida" (Juan 5,24).
"Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6,37).
"Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Hechos 2,21).
"Así que, arrepiéntanse y conviértanse, para que sean borrados sus pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio" (Hechos 3,19).
"Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4,12).
"De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre" (Hechos 10,43).
"Y sacándolos les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa" (Hechos 16,30-31).
"Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3,23-24).
"Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos" (Romanos 5,8).
"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro" (Romanos 6,23).
"Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos 10,9-10).
"Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Romanos 10,13).
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5,17).
"Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Corintios 5,19).
"Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación" (2 Corintios 6,2).
"Porque por gracia son salvos por medio de la fe; y esto no de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2,8-9).
"El cual nos ha liberado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Colosenses 1,13).
"Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (Hebreos 7,25).
"Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados" (1 Pedro 2,24).
"Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu" (1 Pedro 3,18).
"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (2 Pedro 3,9).
"Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo" (1 Juan 5,11).
"Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna, y para que crean en el nombre del Hijo de Dios" (1 Juan 5,13).
Comunidad Cristiana Centro de Avivamiento
“JESUCRISTO ES EL SEÑOR”
Mz: K Lote: 11 AAHH Saúl Cantoral Huamani
San Juan de Lurigancho – Lima - Perú.
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