El Cristiano Intercesor
Por: Kenneth E. Hagin
Capítulo 1 – Intercediendo por una
Nación.
“Exhorto ante todo, a que se hagan
rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y
reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable
delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos
y vengan al conocimiento de la verdad”.
1°Timoteo 2:1-4
Al empezar nuestro estudio sobre la
oración intercesora, fijémonos en las palabras "ante todo" de la
escritura anterior. Las cosas obran resultado cuando seguimos las instrucciones
dadas; por tanto, queremos aceptar la Biblia literalmente y hacer exactamente
lo que dice.
Demasiadas veces decimos que creemos
en la oración, pero no hacemos nada. Tú podrías decir que crees en el conducir
un automóvil, pero eso no significa que puedas conducir uno. Estudiando un
manual podrías aprender mucho, pero hay ciertas cosas que nunca podrás aprender
hasta que te sientes al volante y empieces a conducir. Se aprende por
experiencia.
Pablo dijo en nuestra escritura
introductora, “Exhorto ante todo, ... Pongamos lo primero en primer lugar.
Dejamos que las cosas secundarias predominen, y descuidamos aquellas cosas que
deberían ir en primer lugar.
En nuestra vida espiritual culpamos a
Dios por nuestros fracasos. Nos preguntamos porqué ciertas cosas no van bien,
cuando en realidad, no estarnos poniendo lo primero en primer lugar. Generalmente, la gente se pone a sí misma en
primer lugar, incluso en cuanto a la oración se refiere. Sin embargo la Biblia no nos enseña así.
Muchas veces las oraciones no son contestadas, porque te estás poniendo a ti
mismo en primer lugar.
Demasiadas veces la gente ora como
aquel campesino que oraba: "Señor, bendíceme a mí y a mi señora, a mi hijo
Juan y a su señora - a nosotros cuatro y a nadie más". Puede que no lo
pongamos exactamente en esas palabras, pero 6ée es el alcance de nuestras
oraciones la mayoría de las veces.
Pablo dijo en nuestra escritura
introductora que antes de orar por nosotros mismos o por nuestras familias,
deberíamos orar "por los reyes y por todos los que están en eminencia".
Eso significa que hemos de orar por nuestro gobierno – por aquellos que están
en eminencia desde el nivel nacional hasta el nivel local. Puede que unos pocos
de nosotros lo estemos haciendo ahora, pero no muchos. Si los cristianos estuvieran orando por
nuestros líderes, las cosas marcharían de forma diferente en nuestra nación.
Pablo escribió bajo la unción del
Espíritu Santo, lo cual quiere decir que estas palabras en 1°Timoteo son las
palabras de Dios. Dios no nos va a decir que oremos por algo que Él no nos vaya
a dar. Ningún padre le diría a su hija
que le iba a comprar una muñeca para su cumpleaños, y luego no lo haría. Por
supuesto, nuestro Padre Celestial no es menos fiel en Sus promesas que lo que
un padre terrenal sería. Dios no es hombre para que mienta. El hará lo que dice
cuando nosotros cumplamos las condiciones. Tantas veces hay condiciones que
deben ser cumplidas en relación con la oración.
“Exhorto ante todo, a que se hagan
rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
por los reyes . . . " (vs. 1,2). En aquel tiempo en el que Pablo escribió,
la mayor parte de las naciones tenían reyes como líderes. Hoy en día el
equivalente en nuestro país sería el presidente. Pablo continuó diciendo, "por todos los
que están en eminencia " (v.2). Esto significa todos nuestros líderes –
miembros del Congreso, senadores, gobernadores, alcaldes – todos los que están
en eminencia. Esto incluso incluye a los policías.
Es tan fácil criticar. Oigo como la
gente critica y sé que no están orando por nuestros líderes, ya que cuando
oramos por otros no somos tan inclinados a criticarles.
Como cristianos, sin embargo, no
debemos poner a la política antes que a Cristo. Algunos se preocupan tanto de
la política que no hacen ningún bien en las cosas espirituales.
En cierta ocasión, por ejemplo, varios
líderes políticos en una sección del país se encontraban bajo acusación
criminal. Más tarde fueron sentenciados e incluso enviados a la cárcel. Pero yo
oí cómo algunos cristianos dijeron que iban a votar a favor de estos hombres de
todas formas. No les importaba si habían robado dos o tres mil dólares. Iban a
votar por ellos porque eran de su misma persuasión política y declaraban con
vehemencia que uno debería votar por aquellos de su partido y por nadie más. No
les importaba quiénes fueran los candidatos. Por fortuna, estos políticos no
fueron reelegidos.
Hay quienes si oraran por alguien que
no fuera un miembro de su partido político, orarían para que fuera derrotado.
Si dicha persona ya estuviera en oficio, orarían para que no tuviera éxito.
Esta es una oración egoísta, y una que no será oída ni contestada.
El Señor me ha hecho saber que
deberíamos orar especialmente por nuestra nación, ya que las cosas pueden
cambiar a través de la oración. Dios no nos dice que hagamos algo sólo para
poner palabras extra en la Biblia, o para llenar espacio. Él tiene un propósito
en mente. En nuestro texto podemos aprender el propósito de orar por nuestros
líderes.
Pablo dijo que oráramos por aquellos
que están en autoridad, para que nosotros, los cristianos "vivamos quieta
y reposadamente en toda piedad y honestidad " (v.2). Dios está interesado
en nosotros, y obrará, aunque aquellos que están en eminencia no sean
cristianos. Él contestará nuestras oraciones y obrará a nuestro favor para que
"vivamos quieta y reposadamente”.
Fíjate en el propósito final de
nuestra oración por nuestro país. "Porque esto es bueno y agradable
delante de Dios nuestro Salvador" (v.3). Si nosotros, como cristianos,
queremos agradar a Dios, ¿qué es lo que vamos a poner en primer lugar en
nuestra lista de oración? ¿Yo? ¿Mis hijos? ¿Mis nietos? ¿Mi iglesia? No; vamos
a hacer exactamente como Dios dijo que hiciéramos: orar primero que nada por
todos aquellos que están en eminencia.
Fíjate en el versículo cuarto: “El
cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la
verdad". El propósito esencial que Dios tiene para que oremos por aquellos
en eminencia es que podamos propagar el evangelio. Si no tenemos un buen
gobierno donde haya quietud y paz, la propagación del evangelio es
obstaculizada. En tiempo de trastorno político se nos impide el propagar el
evangelio con libertad. En tiempo de guerra también se nos impide el propagar
el evangelio debido a restricciones para viajar y otras limitaciones.
Dios quiere que propaguemos el
evangelio. Dios quiere que prediquemos la verdad a las gentes. Jesús dijo
mientras estaba aquí en la tierra, "Y será predicado este evangelio del
reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá
el fin" (Mateo 24:14). El diablo quisiera tratar lo mejor posible para que
esto no sea llevado a término.
Aquellos ministros del evangelio que
han viajado extensamente en otros países con la labor del evangelio me dicen
que aunque otros países están haciendo cierta cantidad de labor misionera,
América es casi la única nación que está llevando el evangelio a todo el mundo.
Naturalmente, podemos ver porqué el diablo se opondría a nuestra nación para
poder parar ese fluir de la verdad a todo el mundo. Y podemos ver porqué Dios
quiere que oremos por aquellos en eminencia, porque Él quiere que "todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (v.4).
Ahora que vemos porqué nos dijo que
oráramos por nuestra nación, estudiemos el asunto de cómo orar por nuestra
nación. La Escritura es lo suficientemente clara en cuanto a por quién hemos de
orar cuando dice, "por los reyes y por todos los que están en
eminencia" (v.2). Hablemos un poco acerca de cómo orar por nuestra nación.
Fíjate que Pablo dijo, "rogativas, oraciones, peticiones" (v.1). En
este capítulo estudiaremos las peticiones o intercesiones. La oración es, por
supuesto, una oración hecha por otros, y esta escritura se esta refiriendo a
orar, o interceder, por otros. Un intercesor es aquel que toma el lugar de otro
o defiende el caso de otro. Encontramos un ejemplo de oración intercesora en
Génesis 18:20-27, donde vemos la intercesión de Abraham por las ciudades de
Sodoma y Gomorra: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma
y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo,
descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido
hasta mí; y si no, lo sabré. Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia
Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. Y se acercó Abraham y dijo:
¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro
de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los
cincuenta justos que están dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas
morir al justo con el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha
de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma
cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a
ellos. Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi
Señor, aunque soy polvo y ceniza”.
Fíjate que Abraham se humilló delante
del Señor, refiriéndose a sí mismo como a "polvo y ceniza". Es bueno
que acudamos a la presencia de Dios y nos postremos delante del Señor. La
Biblia nos dice que nos humillemos, que nos sometamos a nosotros mismos a Dios.
"Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros " (Santiago 4:8).
He oído a algunos que oran, "
Señor, haznos humildes". Pero Él no lo va a hacer. Esa es una oración que
jamás será contestada. Él no te va a hacer humilde. Él te dice que te humilles
a ti mismo.
Cuando Israel dedicó el Templo de
Salomón, Dios les prometió que haría ciertas cosas. Incluso si pecaran, cuando
volvieran a Dios y se humillaran a sí mismos, Él los oiría, les contestaría y
les restauraría. "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es
invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos
caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré
su tierra" (2°Crónicas 7:14). Él no te va a humillar. Él puede permitir
que algunas cosas ocurran que te vayan a humillar, Pero Él no te va a humillar.
Tú debes humillarte a ti mismo.
Así que vemos que Abraham se humilló.
No hay nada bueno en nosotros, desde el punto de vista natural, salvo que Jesús
mora en nosotros. Sin Él no somos nada; somos "polvo y ceniza"
(v.27).
Al orar en privado antes de ir al
púlpito para predicar, digo simplemente, "Señor, yo no tengo ningún mérito
propio para basar ninguna respuesta a la oración. No vengo en mi propio nombre.
Simplemente me entrego a Tu misericordia. Sin Ti no soy nada".
En Génesis 18:28-32 encontramos un
principio importante, una pepita de oro: “Quizá faltarán de cincuenta justos
cinco: ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré,
si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se
hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y
dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y
respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he
emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré,
respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor,
si hablare solamente una vez ....”
Cómo desearía que Abraham no hubiera
dicho que iba a hablar solamente una vez más. Yo creo que si hubiera pedido,
"Señor, si se hallaran cinco . . . ", el Señor habría dicho, "No
la destruiré por amor a los cinco". Estoy completamente convencido de que
el Señor hubiera perdonado la ciudad por amor a una persona. Pero Abraham paró
al llegar a diez. "Quizá se hallarán allí diez. No la destruiré,
respondió, por amor a los diez" (Génesis 18:32).
¡Qué declaración más tremenda! "No destruiré a Sodoma y Gomorra por
amor a los diez". ¡Imagínate a Dios diciendo que no destruiría aquel lugar
impío! Él ya se había referido a la impureza sexual de aquellas ciudades. Sin
embargo, Él dijo que no las destruiría por amor a diez justos.
Este mundo estaría, sin duda, en un
embrollo si no fuera por los cristianos. Ya habría sido destruido si no fuera
por nosotros. Con razón Jesús dijo, "Vosotros sois la sal de la
tierra" (Mateo 5:13).
Recuerdo que antes de que tuviéramos
refrigeradores o congeladores, mi abuela envasaba mucha fruta y vegetales.
Cuando mi abuela mataba tocinos, les ponía sal en la carne para preservarla.
Sin la sal, la carne se estropeaba y se pudría. Este mundo es suficientemente
malo, pero si no fuera por los cristianos, se pudriría. "Vosotros sois la
sal de la tierra pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada
fuera y hollada por los hombres" (Mateo 5:13). ¿Hemos perdido nuestro
sabor?
Nosotros podemos cambiar las cosas a
través de la oración. Podemos retrasar el juicio incluso sobre los que no son
salvos, y darles un poco más de oportunidad para oír el evangelio. Dios le dijo
a Abraham que si se hallaran diez justos en Sodoma y Gomorra, Él no destruiría
esas ciudades.
Yo creo que hay más de diez justos en
América hoy en día. Yo creo que hay aquellos que tomarán su lugar en oración
tal y como hizo Abraham en intercesión. Si lo hacemos, podemos cambiar las
cosas. Y no hace falta mucha gente para cambiarlas.
Demasiadas veces leemos artículos en
el periódico y oímos sermones sobre lo que el diablo está haciendo. Oímos cuán
terriblemente van las cosas. No te dicen nada de nuevo cuando te han dicho eso.
Tú ya lo sabías. Si vas a la iglesia y oyes esa clase de sermón, te irás sin
haber comido nada. A mi no me importa lo que el diablo está haciendo. Hay
varios principios de la oración escritos en el Libro de Dios que los podemos
poner en práctica hoy en día para cambiar las cosas.
Algunos declaran, “La Biblia dice que
en los últimos tiempos, ‘...los malos hombres y los engañadores irán de mal en
peor, engañando y siendo engañados’ " (2°Timoteo 3:13).Esto es verdad. Sin
embargo, la gente de Sodoma y Gomorra iban de mal en peor. Pero Dios dijo que
por amor a diez justos Él no destruiría aquellas ciudades, porque un hombre de
Dios había intercedido a favor de ellas.
Encontramos otra Escritura acerca de
la Intercesión en Ezequiel 22:30-31: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese
vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para
que no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira; con
el ardor de mi ira los consumí; hice volver el camino de ellos sobre su propia
cabeza, dice Jehová el Señor”.
Dios dijo esto acerca de Israel, sin
embargo hay una verdad espiritual relacionada que podemos ponerla en práctica
hoy en día. Dios dijo, "Y busqué entre ellos hombre ... y no lo
hallé" (v. 30). ¿No es esta una acusación terrible? Dios le había dicho a
Abraham que si Él hallaba diez justos, no destruiría las ciudades de Sodoma y
Gomorra. Esta escritura habla acerca de todo un país, una nación entera. Dios
dijo que si pudiera encontrar un justo, no destruiría la tierra. Un hombre
podía salvar la nación.
¿Si Dios quería salvar la tierra,
porqué no lo hacía? ¿Porqué no hace Dios lo que quiere hacer? En 1°Timoteo 2:4,
leemos que Dios quiere que todos los hombres vengan al conocimiento de la
verdad. ¿Si Él es Todopoderoso, Omnipotente, y puede hacer todo lo que quiere
hacer, porqué no salva a todo el mundo?
La respuesta la encontramos en el
Libro del Génesis. Después de hacer la tierra y toda su plenitud, Dios creó al
hombre. Luego le dio a Adán dominio sobre todas las obras de Sus manos, y Adán
llegó a ser el gobernador de este mundo. Sin embargo, Adán cometió alta
traición y se lo vendió todo a Satanás. Luego Satanás llegó a ser el
gobernador, el dios de este mundo, y empezó a dominar la tierra.
En 2°Corintios 4:4, Pablo llama a
Satanás el dios de este siglo: “En los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios"
En Lucas 4:5-7 leemos acerca de la tentación
de Jesús: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento
todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta
potestad, y la gloria de ellos; porque a mi me ha sido entregada, y a quien
quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos”.
Si esto no hubiera sido verdad, Jesús
lo habría sabido. Sin embargo, Él no contendió con Satanás sobre ello. Él
solamente dijo, “...Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo
servirás" (Lucas 4:18).
Satanás le ofreció a Jesús toda la
gloria de sus reinos en este mundo. Si no le hubiera sido posible hacerlo,
entonces aquella no habría sido una tentación real. Y si aquella no hubiera
sido una tentación valedera, entonces la Biblia habría estado mintiendo al decir
que Jesús fue tentado por el diablo. Sin embargo, la gloria de este mundo era
de Satanás, y él la podía ofrecer, ya que llegó a ser suya cuando Adán pecó.
Por tanto, ¿quién es responsable por
las guerras, homicidios y violencia en este mundo? El diablo. Estos no vienen
de Dios. "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del
Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación"
(Santiago 1:17). Y Dios sólo puede intervenir cuando los cristianos buscan Su
rostro y le piden que intervenga: "... no tenéis lo que deseáis, porque no
pedís" (Santiago 4:2).
La autoridad de Satanás sobre los
asuntos de la tierra sólo puede ser vencida a medida que los cristianos oran e
interceden a favor de nuestro país. Dios está buscando hoy a alguien que
"hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de
la tierra, para que no la destruyese... " (Ezequiel 22:30).
Capítulo 2 – Intercediendo en Contra
de los Poderes de las Tinieblas.
En el libro de Daniel leemos un pasaje
de escritura con respecto a la intercesión, el cuál llegará a ser un tremendo
desafío para nuestra vida de oración si nos asimos de su completo significado.
Daniel 10:2-3 “En aquellos días yo
Daniel estuve afligido (ayunando) por espacio de tres semanas. No comí manjar
delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que
se cumplieron las tres semanas”
Esta escritura nos clarifica que hay
diferentes formas de ayuno. El ayunar no siempre quiere decir la total
abstinencia de alimento. Fíjate que Daniel dijo, "No comí manjar
delicado”.
Daniel 10:10-13 “Y he aquí una mano me
tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré,
y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto
conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque
desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la
presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo
he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún
días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para
ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia”.
Fíjate ante todo en que el ángel no
fue enviado del cielo a Daniel con el mensaje hasta que Daniel oró. Dios envió
la respuesta el primer día. Pero la respuesta no llegó hasta veintiún días
después. A veces al orar, la respuesta no nos llega al instante. Eso no quiere
decir que Dios no nos oye o que no ha enviado la respuesta. Él la ha enviado,
pero no nos ha llegado. El versículo 13 explica que el príncipe de Persia se
opuso al ángel.
La Biblia no se esta refiriendo aquí a
una persona física. Un ángel no es un ser físico; es un ser espiritual. En
otras palabras, había en la tierra un reino terrenal, o físico, con un príncipe
de Persia a su cabeza. Pero por encima de éste, en las regiones celestes, había
un reino espiritual. En aquel reino habla un príncipe de Persia, quien era el
que en realidad dominaba el gobierno de Persia. Él no quería que el ángel
llegara con la respuesta. El mensaje que el ángel trajo con respecto a Israel,
era que el reino de Media y Persia seria disuelto, que un reino de Grecia
vendría, y que finalmente, el reino romano llegaría y gobernaría sobre
Jerusalén.
Cuando el príncipe de Persia se opuso
al ángel, Dios envió a otro ángel, y finalmente, al veintiún día, él llegó a
Daniel con el mensaje. Fíjate que el ángel le dijo antes de marchar:
"ahora tengo que volver para pelear contra el Príncipe de Persia; y al
terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá" (Daniel 10:20).
En Efesios 6:12 leemos, "Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad (espíritus malignos) en las regiones
celestes".
La Biblia se refiere a tres cielos: el
cielo de los cielos donde esta el trono de Dios, el cielo por encima de
nosotros donde están los planetas y las estrellas, y el cielo atmosférico por
encima nuestro. El cielo atmosférico es al que esta escritura se refiere.
En este mundo oculto, Satanás tiene la
autoridad. Él es el dirigente. Esto debería ser obvio para cualquiera. Hace un
tiempo me entretuve leyendo cierto artículo escrito por un periodista. Él no
reclamaba ser cristiano. Sin embargo, tampoco reclamaba ser ateo.
Decía así, "Quizás podrían
considerarme agnóstico. El agnóstico dice, 'Si hay Dios, yo no lo sé”. Sin
embargo, yo no me clasifico a mí mismo como agnóstico, ya que creo que hay un
Dios. Pero no puedo estar de acuerdo con lo que mucha gente, incluso
cristianos, dicen acerca de Dios. He oído a predicadores decir que Dios lo
controla todo. Sin embargo, ¡si así es, lo tiene todo en un lío!
Aquel periodista tenia razón. Si Dios
lo controla todo, lo tiene todo en un lió.
Sin embargo, Satanás estableció su
reino aquí en la tierra en el reino espiritual cuando Adán se lo entregó. Él
estableció las potestades, los principados, y los gobernadores de las tinieblas
de este siglo, contra los cuales hemos de enfrentarnos. Y esta es la batalla
que hacemos en intercesión. No es con Dios. Dios no nos esta privando de nada.
La Escritura dice, "No tenemos
lucha contra sangre y carne", pero sí que tenemos que luchar. No dice,
"No tenemos lucha . . . " y ahí se para. "No tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra potestades, contra principados, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo ... “ (Efesios 6:12).
Como cristianos, nosotros simplemente
debemos permanecer en nuestro lugar, saber lo que nos pertenece, y rehusar ser
movidos. Aquellos que esperan flotar en la vida, sin ninguna oposición, están
equivocados.
Me asombran los cristianos que dicen,
"¿Porqué me ha pasado esto?" Algunos actúan como si ellos fueran los
únicos a los que les suceden las cosas. Pero el diablo pondrá todo obstáculo
que pueda en el camino del cristiano.
En lugar de ocupar todo el tiempo
tratando de comprender porqué sucedió tal cosa, ponte en pie, enfréntate al
diablo, y dile, "Sr. diablo, yo creo a Dios, que será tal y como se me ha
dicho en la Palabra de Dios! ¡Tú no me vas a dominar!"
Esta es la raz6n por la cual Pablo les
dijo a la iglesia de Efeso, "Ni deis lugar al diablo " (Efesios
4:27). Él tomara lugar en ti si le dejas, pero tú puedes tomar autoridad sobre
él.
En Ezequiel 28:1-2, vemos más acerca
de este doble reino - el reino natural sobre la tierra y el reino espiritual:
“Vino a mí palabra de Jehová diciendo: Hijo de hombre, di al Príncipe de Tiro:
Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo
soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares (siendo tu
hombre y no Dios), y has puesto tu corazón como corazón de Dios”.
El príncipe de Tiro al que se refiere
aquí, es un hombre, ya que el Señor dijo, "siendo tu hombre".
Luego, empezando con el versículo once
leemos en Ezequiel 28:11-17 “Vino a mi palabra de Jehová diciendo: Hijo de
hombre levanta endechas sobre el rey de Tiro, y dile: Así ha dicho Jehová el
Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de
hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era
tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisolito, berilo y ónice; de
zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas
estuvieron preparados para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande,
protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de
las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el
día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud
de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te
eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras de fuego, oh querubín
protector. Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu
sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra; delante de los
reyes te pondré para que miren en ti”.
Es bastante claro el hecho de que Dios
no se está refiriendo a. un hombre en este pasaje. Él está hablando de un ser
espiritual. Al principio, habla del Príncipe de Tiro, diciéndole, "Siendo
tu hombre".
Pero cuando se dirigió al rey de Tiro,
Él dijo, “En Edén, en el huerto de Dios estuviste". El Príncipe de Tiro no
estuvo allí; pero Satanás sí. La Biblia aquí se está refiriendo a Satanás, a
Lucifer. Está diciendo que en la tierra el príncipe de Tiro tenia un reino
sobre el cual él gobernaba, pero que había un reino invisible detrás de este.
Satanás era quien gobernaba, en realidad, con su reino invisible. Así que vemos
esta referencia a un doble reino en ambas escrituras, en la escritura en
Ezequiel, y en la escritura en el libro de Daniel.
En 2°Corintios 10:4-5 leemos: “Porque
las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas, refutando argumentos, y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo”.
En esta guerra espiritual, nosotros sí
que tenemos armas, pero no son pistolas o granadas. Nuestras armas “no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas". Los
poderes contra los que luchamos son las fortalezas de Satanás; los poderes en
el reino de las tinieblas. Aquí es donde la intercesión entra.
Llevé a cabo un avivamiento en cierta
iglesia para un pastor que conocía, amaba y respetaba. La gente de la iglesia
eran maravillosos, amaban a su pastor, me amaban a mí, y eran receptivos a la
predicación de la Palabra. Pero este era el lugar más difícil en el que había
predicado en toda mi vida. Cada palabra
parecía golpear las paredes y volverse a mí, como una pelota.
Con el correr del tiempo, mientras
estaba entre reuniones, se me llamó otra vez a predicar a aquella iglesia. Era
la misma gente, pero había una marcada diferencia en el ambiente. La diferencia
era como de la noche al día.
Después del culto, la esposa del
pastor me preguntó si podía notar alguna diferencia en la iglesia. “¿Le fue más
fácil predicar esta noche que las otras veces?"
"No hay comparación", le
contesté. "Había tanta libertad y facilidad esta noche, cuando antes el
ambiente parecía atado y apretado, muerto espiritualmente. ¿Qué ha
sucedido?"
"Había estado aquí durante varios
meses", dijo el pastor, "y finalmente decidí que estaba cansado de
aquel espíritu muerto. Determiné que iba a romperlo. Me dispuse a ayunar y a
orar a ese respecto.
"Al séptimo día de aquel ayuno,
mientras estaba en oración, tuve una visión, y delante de mis ojos vi al techo
por encima del púlpito desaparecer. Sentado arriba en el techo en una viga
había un espíritu que se parecía a un gran mono o a un mandril. Dios me estaba
mostrando que había un poder espiritual por encima del ámbito natural que
estaba resistiendo cualquier progreso espiritual”.
"Le hablé al espíritu y le ordené
que bajara. Él no dijo palabra, pero yo podía ver que no quería bajar. De mala gana, bajó”. Entonces yo dije, “No
solo debes bajar de allí, sino que debes salir de aquí, y le señalé el pasillo
de la iglesia. El empezó a encaminarse al pasillo, y yo le seguí. Él tomaba
unos pocos pasos y se volvía, casi como un perrito con una expresión que decía,
'¿Tengo que irme? ¿Puedo volver?'
"Cuando él se paraba, yo le
decía, "No, vete de aquí, y le seguí hasta la puerta de la iglesia. Allí
se paró otra vez. Yo seguí ordenándole que se fuera y por fin se fue calle
abajo y desapareció en un club de noche".
A veces al tratar con la gente y con
las iglesias, he tratado con el espíritu detrás de la persona. A menudo en
oración e intercesión Dios te mostrará lo que has de hacer, como lo hizo con
este pastor. Pero si no sabemos nada acerca de la intercesión espiritual y de
la oración espiritual, estamos en desventaja.
Muchas veces culpamos a la gente por
cosas cuando hay un poder detrás de toda la situación. Intentamos tratar con la
gente. A veces un predicador se levanta y culpa a la gente cuando es el poder
detrás de la situación el que necesita ser tratado.
¿Quién va a destruir estas fortalezas?
¿Dios? No. Estas son las armas de nuestra milicia, no de la milicia de Dios.
Nuestras armas no son carnales, sino poderosas en Dios. Él nos ha provisto con
las armas para destruir las fortalezas. Si no lo hacemos, nunca serán
destruidas.
Cuando Daniel estaba intercediendo por
Israel, él se dispuso a buscar a Dios. El ángel vino y le dijo: Daniel 10:13-14
“Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he
aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí
con los reyes de Persia. He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu
pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días”.
El ángel trajo la respuesta. Él llegó
con ella. Pero la clave era Daniel. La clave no era Dios. La clave no era el
ángel. La clave no era el príncipe de Persia. La clave de aquella situación
completa era Daniel. Él fue quien hizo que las cosas sucedieran a través de su
oración perseverante.
Capítulo 3 – Intercediendo con la
Ayuda del Espíritu Santo.
“Y de igual manera el Espíritu nos
ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.
Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Romanos
8:26-27.
En la escritura anterior, Pablo dice,
"pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos”. De nuestro estudio en el capítulo 1,
sabemos que hemos de orar por "... reyes, y por todos los que están en
eminencia " (1°Timoteo 2:2); esto es, los dirigentes de nuestra nación. El
Espíritu nos ayudará a orar conforme a la voluntad de Dios.
En 1°Corintios 14:14-15 Pablo dice:
“Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento
queda sin fruto. ¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el
entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el
entendimiento”.
Al hablar aquí de nuestro
entendimiento, Pablo se esta refiriendo a nuestras mentes. Está hablando de dos
clases de oración: oración mental y oración espiritual. Hay una diferencia
entre las dos.
La gente piensa generalmente que toda
la oración es espiritual, pero no es así. Por tanto Pablo dijo, "Si yo oro
en lengua desconocida, mi espíritu ora" (v. 14). Él estaba orando con su
espíritu. Si él hubiera estado orando con su entendimiento, habría estado
orando con su mente.
Dios quiere que hagamos intercesión
espiritual, pero también quiere que oremos con nuestro entendimiento. Por eso
Pablo dijo, "Oraré con el espíritu pero oraré también con el entendimiento
" (v. 15). En la Biblia Amplificada se nos dice, "Porque si oro en
lengua (desconocida), mi espíritu (por el Espíritu Santo en mí) ora"
(v.14). Cuando oras en lenguas, es el Espíritu Santo en ti dándote el denuedo,
pero es tu espíritu el que hace la oración.
La oraci6n mental - el orar con el
entendimiento - está limitada a tu conocimiento, a tu entendimiento. Podemos
ver porqué sería insuficiente. La iglesia, generalmente hablando, ha fallado ya
que por la mayor parte ha intentado llevar a cabo la obra de Dios con solamente
una clase de oración: la oración mental.
"Y de igual manera el Espíritu
nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene no lo
sabemos" (Romanos 8:26). Sería imposible para nosotros con nuestro
razonamiento humano el saber qué orar como conviene. Desde luego, yo sabría qué
orar por aquello que a mí se refiere. Pero el orar por nuestras necesidades
individuales es una vida de oración limitada, y muchos no alcanzan más allá de
eso.
"El Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles" (Romanos 8:26). La traducción griega
literal dice así, "con gemidos indecibles en lenguaje articulado". El
lenguaje articulado significa nuestro lenguaje ordinario. Este versículo se
está refiriendo al orar en lenguas, ya que Pablo les está diciendo a los
corintios y a los romanos lo mismo. En otras palabras, esos gemidos que brotan
en nuestro interior mientras estamos en oración salen de nuestro espíritu. No
pueden ser puestos en lenguaje regular.
Esto no es algo que el Espíritu Santo
hace aparte de ti. Es algo que el Espíritu Santo te ayuda a hacer. El Espíritu
Santo no fue enviado a la tierra para hacer nada por Sí mismo aparte de la
Iglesia. Él fue enviado para darnos poder para hacer las cosas. En Juan 14:16
Jesús dijo, "... Yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador... "
En muchas traducciones esta escritura dice así, "os dará (o enviará) otro
Ayudador", más que Consolador.
El ayudador en cualquier trabajo no es
el responsable por el trabajo. Él esta allí para ayudar a aquel que debe hacer
el trabajo. El Espíritu Santo no va a hacer la oración en tu lugar. Estos
gemidos no son los gemidos del Espíritu Santo, más gemidos indecibles en
lenguaje articulado. Son gemidos que salen de lo más profundo de tu ser y
escapan de tus labios en oración. Esto es el Espíritu ayudándote a hacer
intercesión.
Esto concuerda exactamente con lo que
Pablo dice: "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu (por el
Espíritu Santo en mí) ora" (1°Corintios 14:14). El gemir en oración y el
hablar en lenguas es el Espíritu Santo ayudándonos a orar en intercesión
espiritual.
Una de las armas más poderosas que
pueden ser usadas en la oración es el orar en lenguas. En el capítulo 2 de este
libro vimos la escritura en 2°Corintios 10:4, "Porque las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de
fortalezas". Hay fuerzas del enemigo – fortalezas de Satanás – que nunca
serán destruidas hasta que aprendamos a usar esta arma de la oración en
lenguas.
En relación con esto, fíjate en algo
más con respecto al parto espiritual y a la oración intercesora: los dos están
relacionados. Escribiendo a las iglesias de Galacia, Pablo dijo, "Hijitos
míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea
formado en vosotros " (Gálatas 4:19). Pablo ya había sufrido dolores de
parto por ellos, pero él continuó orando, haciendo intercesión en el espíritu
por su crecimiento espiritual. Ellos habían nacido de nuevo. Habían sido llenos
del Espíritu. Pero Cristo aún no había sido formado en ellos como debiera. No
habían crecido en gracia. En vez de ir adelante en Cristo, habían querido
retroceder bajo la ley.
En Isaías 66:8-9 “¿Quién oyó cosa
semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una
nación de una vez? Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a luz a sus hijos.
Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar,
¿impediré el nacimiento? dice tu Dios”.
Muchos piensan que esta escritura sólo
se refiere al renacimiento y reconstrucción de Israel como una nación tal y
como hemos visto. Sin embargo, Isaías estaba profetizando acerca de algo
diferente, como veremos en la escritura siguiente.
Escribiendo a los cristianos hebreos,
Pablo dijo en Hebreos 12:18-21 “Porque no os (los cristianos hebreos) habéis
acercado al monte (refiriéndose al Monte Sinaí donde la ley le fue dada a
Moisés) que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las
tinieblas, y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba,
la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían
soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada,
o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy
espantado y temblando”
Estos versículos se refieren al Monte
Sinaí donde fue dada la ley; tienen que ver con Israel. Sin embargo, a los
cristianos hebreos que habían llegado a ser creyentes nacidos de nuevo, Pablo
les dijo, "sino que os habéis acercado al monte de Sión". Les estaba
diciendo, "No os habéis acercado al monte Sinaí. Os habéis acercado al
monte Sión”.
Y del monte Sión dice en Hebreos
12:22-24 “(Os habéis acercado) a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la
celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de
los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a
los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.
Por lo tanto, vemos que cuando Isaías
profetizó sobre el Monte de Sión, se estaba refiriendo a todos aquellos que
creen en Cristo.
Con este pensamiento en mente,
refirámonos nuevamente a nuestro pasaje en Isaías, ya que tomara un nuevo
significado.
Isaías 66:8-9 “... Pues en cuanto Sión
estuvo de parto, dio a luz a sus hijos. Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer?
dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios”.
Pablo, escribiendo a las iglesias de
Galacia dijo, "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto
" (Gálatas 4:19). Esto quería decir que había sufrido dolores de parto por
ellos al nacer. Ahora sufría dolores de parto para que Cristo fuera formado en
ellos.
A la luz de estos pasajes de escritura
que acabamos de estudiar, los versículos en Romanos 8:26-27 toman un nuevo
significado. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;
pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo
intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los
corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad
de Dios intercede por los santos.
Cuando una mujer da a luz a un hijo
(una ilustración que ambos, Isaías y Pablo, usan), ella sufre dolores de parto
en el nacimiento. Ella gime. La razón por la cual pocas personas están siendo
salvas, y que muchas conversiones nunca llegan a nada, es que Dios no quiere
conversiones; Él quiere nacimientos. Pues en cuanto Sión estuvo de parto, dio a
luz a sus hijos. Si no hay parto, no hay hijos.
¿Sabemos algo acerca del parto
espiritual, de gemidos? Algunos sabemos un poquito. Pero muchos no saben nada.
En algunas iglesias si los creyentes empezaran a gemir y a llorar en el altar,
molestarían a la gente. Dirían: "Nosotros no vamos a permitir tal cosa a
nuestro alrededor". Entonces, tampoco van a tener nacimientos.
Algunas de las cosas más importantes
que me han sucedido en mi ministerio vinieron al orar de este modo, con
intercesi6n espiritual. Obrará resultado hoy, como lo hizo entonces. La palabra
de Dios no cambia. Y así como tengamos parto, daremos luz a bebés en Cristo.
Ahora, también podemos hacer
intercesión por los santos de esta forma. Recuerda que Pablo les dijo a los
Gálatas, "Hijitos míos, por quienes vuelvo a tener dolores de parto hasta
que Cristo sea formado en vosotros" (Gálatas 4:19). En otras palabras, él
tuvo dolores de parto por ellos en oración hasta que crecieron a ser cristianos
fieles y no bebés.
En una reunión que estaba llevando a
cabo en Dallas, Tejas, una mujer joven vino adelante y dio su corazón al Señor.
Tuvo una experiencia gloriosa, pero en poco tiempo se apartó de la iglesia y
más tarde oí que ya no caminaba con el Señor. Cuando oí tal cosa, algo en mi
interior pareció decirme, "Esta iglesia es la responsable". En aquel
entonces no comprendí cómo podía aquella iglesia ser responsable por el hecho
de que aquella muchacha dejara al Señor. Sin embargo, más tarde cuando esta
escritura se me hizo real, vi cómo aquella iglesia era responsable para volver
a "tener dolores de parto hasta que Cristo sea formado " (v.19), en
aquella nueva convertida. Hasta que Cristo sea formado en el nuevo creyente, él
naturalmente continuará haciendo algunas cosas que están mal, aun cuando ha
sido salvo y lleno del Espíritu Santo. .
La Biblia enseña que hay una similitud
entre el crecimiento espiritual y el crecimiento físico. Nadie nace crecido en
madurez física. Nacemos como bebés y crecemos. Tampoco nace un cristiano
crecido en madurez espiritual. Como ministros y maestros somos responsables de
enseñar a los nuevos cristianos. Pedro dijo, "Desead, como niños recién
nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para
salvación" (1°Pedro 2:12).
Por otra parte, la palabra de Dios nos
enseña que debemos orar por los bebés cristianos. Pablo les enseñó a los
Gálatas y también oró por ellos. Su carta dirigida a ellos estaba llena de
enseñanza e instrucción. Pero él también dijo que debía haber oración – parto –
por ellos.
Mientras estaba llevando a cabo un
avivamiento en una pequeña iglesia en Oklahoma en 1950, les dije a la gente una
noche que el Señor me había mostrado que les dijera algo. Les dije que si
ellos, como creyentes, se dieran a sí mismos al parto espiritual y a la oración
intercesora, ellos tomarían aquella ciudad para Cristo. En aquel tiempo unos
135 atendían su Escuela Dominical.
Unos cuantos hombres y mujeres en
aquella congregación se lo tomaron en serio y empezaron a darse a sí mismos a
interceder, gemir y orar por aquella ciudad.
En menos de dos años volví a aquella
iglesia para ver un cambio dramático. Anteriormente, los miembros se habían
reunido en un edificio metálico viejo. Pero ahora tenían la única iglesia de
ladrillo en la ciudad. Estaban en el centro de la ciudad, enfrente del banco.
Tenían un edificio de dos pisos para el anexo de la Escuela Dominical, un
auditorio con la capacidad de sentar a 500-600 personas con toda comodidad, y
unas 400 personas acudían a la Escuela Dominical. La suya era la iglesia más
grande en la ciudad, y todo eso llegó a ser posible por la oración intercesora.
A veces puedes hacer algo con
programas, pero eso no quiere decir necesariamente que estas llevando a las
personas al nacimiento espiritual. Podemos tener toda clase de programas para
atraer a la gente a la iglesia, pero eso no quiere decir que les vamos a llevar
a la salvación. Podemos llevarles a que se unan a la iglesia, pero eso no
quiere decir que sean nacidos de nuevo.
Yo sé por experiencia que cuando tengo
una carga de oración por un perdido, me siento igual que ellos. Estoy tomando
su lugar. Siento aquella misma carga de pecado en mi propia conciencia, o así
parece.
Algunos me han dicho, "Sé que soy
salvo, lleno del Espíritu Santo, y estoy caminando en toda la luz que tengo.
Pero muchas veces cuando el llamamiento toma lugar, siento una carga como si
estuviera perdido. No lo comprendo".
Nunca se les ha enseñado a este
respecto. Yo les digo que permanezcan calladamente durante el llamamiento
cuando sienten tal carga, y que hagan intercesi6n por los perdidos. Dios quiere
que intercedan por los perdidos. Ya que algunos han sido jóvenes en las cosas
espirituales, el diablo les ha hecho creer en sus mentes que quizás no eran
salvos. No podían comprender porqué se sentían tan oprimidos en ocasiones.
Necesitamos más de esta clase de
oración, y cuando la tengamos, más gente se salvará; ya que cuando Sión estuvo
de parto, dio a luz sus hijos. Por tanto, no te apartes de esos gemidos;
responde a ellos.
Con esta clase de oración no
necesitaremos toda clase de métodos complicados usados por muchas iglesias para
atraer a la gente. Algunos sostienen toda clase de programa imaginable y usan
métodos numerosos para atraer interés, pensando que ese es el modo de alcanzar
a la gente. Ellos usan todo tipo de arma, excepto las armas espirituales.
Charles G. Finney se destaca como uno
de los mayores exponentes del evangelismo desde los días del apóstol Pablo.
Todos los teólogos y los historiadores de la iglesia concuerdan en que Finney
tuvo mayor éxito que cualquier otro predicador individual desde los tiempos de
Pablo. Lo que es más, en los avivamientos de Finney el 80 por cien de sus
convertidos permanecían salvos.
Desde la vuelta del siglo hemos visto
un gran avivamiento en el movimiento Pentecostal. Sin embargo, los líderes
pentecostales, ambos pasados y presentes, concuerdan en que ni un 50 por cien
de los convertidos permanecen fieles a Dios. Nadie ha tenido el éxito que tuvo
Finney. Sin embargo, él nunca usó ninguna clase de método para atraer interés.
Él no se apoyó en sensacionalismo, él dependía exclusivamente en la oración.
En su autobiografía leemos que cuando
Finney iba a cualquier ciudad para sostener un avivamiento, casi toda la ciudad
entera se volvía a Dios. Después de un tal avivamiento, en el que prácticamente
la ciudad entera se convirtió, el único teatro en la ciudad tuvo que irse fuera
de negocio, ya que nadie atendía. Todos los bares, o lugares donde se iba a
beber cerveza o licores también tuvieron que cerrarse después del avivamiento.
¿Cuál era el secreto del éxito de
Finney? Él dijo, "No hay más secreto, más misterio en tener un avivamiento
que en el hecho de que un agricultor coseche su cosecha. Si el agricultor labra
la tierra, pone la semilla debajo de la tierra, y confía en Dios para que dé
lluvia, entonces cuando el tiempo llega, habrá cosecha".
Finney tenía un cierto anciano que
trabajaba con él, el cual estaba semi-retirado del ministerio. La gente le
llamaba "Padre Nash". El Padre Nash iba delante de Finney unas tres
semanas antes de cualquier planeado avivamiento para tratar de encontrar a dos
o tres personas que entraran en un pacto de oración con él. Alguien le preguntó
a Finney qué tipo de hombre era este Padre Nash. "Nunca le vemos",
ellos dijeron. "No entra a ninguna de las reuniones".
Finney contestó, "Como cualquier
persona que ora mucho, el Padre Nash es una persona muy callada".
Muéstrame a alguien que siempre está
hablando, y te mostraré a un cristiano que nunca ora demasiado.
"En cierta ocasión al llegar a
una ciudad para empezar un avivamiento", dijo Finney, "una señora que
se ocupaba de cierta pensión se me acercó. Ella me dijo, '¿Hermano Finney,
conoce a un tal Padre Nash? Él y otros dos hombres han estado en mi pensión durante
los últimos tres días, pero no han comido nada. Abrí la puerta y les di una
ojeada porque les podía oír gimiendo, y los vi postrados sobre sus rostros. Han
estado de ese modo durante tres días, postrados en el suelo y gimiendo. Pensé
que algo malo les ha debido pasar. Tenía miedo de entrar y no sabía qué hacer.
Por favor, ¿quisiera venir a ver qué les pasa?'
"No, no es necesario, le
contesté. Lo que les sucede es que tienen un espíritu de parto espiritual en
oración".
Finney oraba mucho él mismo. Levantándose
cada mañana a las 4 en punto, se iba al campo y oraba hasta las 8 en punto.
Volviendo a mirar las escrituras en
Romanos 8:26-27 con un poco más de detalle, vemos que también se relacionan al
parto de oración a favor de otros. Hay quienes se salvarán porque oyen la
verdad y responden a ella. Pero hay otros que nunca serán salvos a no ser que
alguien intercede por ellos. Sólo la oración intercesora romperá el poder del
diablo sobre ellos y los libertad.
Hay quienes serán sanados por
simplemente creer lo que la Palabra de Dios dice al respecto, y por apropiarse
la sanidad por sí mismos. Esto es lo que yo hice cuando fui levantado de lo que
los doctores dijeron ser mi muerte. Algunos serán sanados por las oraciones de
otros y por la imposición de manos y el ungimiento con aceite. Pero algunos
nunca serán sanados por ninguno de esos métodos. Alguien tendrá que hacer
intercesión por ellos.
La oración intercesora, el parto a
favor de otros, produce resultado. Estas otras cosas, como la imposición de
manos, no obrarán en contra de la voluntad del individuo. Pero la intercesión
domina las obras del diablo – "para la destrucci6n de fortalezas"
(2°Corintios 10:4).
Un pastor presbiteriano me contó
acerca de un miembro de su iglesia – una madre joven con tres hijos – quien
había tenido una operación del corazón. Durante tal operación es necesario
hacer que el corazón pare de latir, desde luego. Sin embargo, después de
volverlo a hacer latir, la mujer se murió. Los doctores pudieron volver a hacer
que el corazón latiera, pero dijeron que no había ninguna posibilidad de que
aquella mujer viviera.
Incluso si volvía a revivir, sería
mejor que se hubiera muerto, ya que su cerebro había sido privado de demasiado
oxígeno. Si vivía, probablemente no se acordaría de nada. Era algo inevitable,
su cerebro habría sufrido daño.
Durante aquella noche mientras el
pastor estaba durmiendo, fue despertado por el sonido de alguien que estaba
gimiendo. Se dio cuenta que su esposa no estaba en cama, así que supuso que
debía estar enferma. Se levantó para ver, y se la encontró postrada en el suelo
de la sala, gimiendo y orando en lenguas. Como eran nuevos en las cosas del
Espíritu, él no comprendía lo que estaba sucediendo, ni tampoco su esposa.
Él preguntó, "¿Querida, qué
sucede?"
"No lo comprendo", dijo
ella, "pero en mi espíritu tengo una carga para orar por aquella muchacha
que ha tenido la operación de corazón. No puedo dejarla morir".
"Quizás no deberíamos orar para
que viviera", dijo él. "Si vive, su mente no será normal, y eso sería
algo terrible para los tres niños".
La esposa respondió que aunque no
podía entenderlo, tenía ese impulso arrebatador y debía orar por aquella joven
madre. Ella pasó tres noches en oración intercesora, gimiendo y orando en
lenguas.
Al cuarto día aquella joven madre de
repente volvió en sí y fue completamente sanada. Su mente estaba clara y
alerta. Los doctores estaban asombrados. Esta notable sanidad sucedió ya que el
Espíritu ayudó a la esposa del pastor a hacer intercesión.
En Romanos 8:26 también vemos una
verdad en cuanto a la sanidad para nosotros mismos. "Y de igual manera el
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad... " En Mateo 8:17 leemos,
"... Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias". Sabemos que Jesús compró nuestra sanidad, pero es el Espíritu
Santo el que trae aquella sanidad a nuestros cuerpos. Él es el agente.
Al estudiar esta porción de escritura
en el griego, aprendemos que hay en realidad tres palabras griegas envueltas en
la palabra española traducida "ayuda". Una de esas palabras griegas
significa "agarrarse de algo juntamente". Otra palabra griega
significa "con". La tercera palabra griega significa "en contra
de". Las tres palabras unidas, entonces, significan "agarrarse de algo
juntamente con en contra de".
Por lo tanto, Romanos 8:26 quiere
decir que el Espíritu "se agarra juntamente con nosotros en contra de
nuestras debilidades". Esto implica que si no nos ponemos en contra de
nuestras enfermedades, el Espíritu no tiene nada de lo que agarrarse en contra
con nosotros.
La siguiente cláusula en Romanos 8:26
dice, "pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos". Esto
implica que nosotros nos agarramos juntamente con el Espíritu en contra de
nuestras debilidades al orar en el Espíritu.
Podemos ver, entonces, que la razón
por la cual algunos no reciben sanidad es que no se ponen en contra de sus
enfermedades. El Espíritu no tiene nada de lo que "agarrarse con ellos en
contra". Si Él no tiene un intercesor con el cual puede "agarrarse en
contra de. . . . ", Él no tiene medio por el cual traer sanidad.
Otro punto interesante que podemos ver
en la escritura "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad " (Romanos 8:26) es "de igual manera". Esto quiere
decir que el Espíritu ayuda, también. Jesús hizo algo sobre nuestras
enfermedades. “Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras
dolencias" (Mateo 8:17), pero”'El Espíritu también nos ayuda en nuestras
enfermedades".
Al hacer intercesión por los enfermos,
podemos hacer intercesión mental por egos, pero no es tan eficaz como la
intercesión espiritual. He aprendido por experiencia en oración que muchas
veces al hacer intercesión por los enfermos, siento los mismos síntomas que
ellos sienten. Si tienen dolor en cierta parte de su cuerpo, yo empiezo a tener
dolor también. Estoy tomando su lugar. Un intercesor es aquel que toma el lugar
de otro.
A veces cuando surgen problemas que me
atañen a mí, a mi familia, o a mis amistades, me arrodillo y digo, "Señor,
yo no sé cómo orar acerca de esto; no sé cómo orar como debiera. Pero Tú sabes,
y Tu Palabra dice que el Espíritu Santo es mi Ayudador en la intercesión.
Confío y creo que Tú me vas a ayudar".
Luego empiezo a orar en el Espíritu,
gimiendo. A veces empiezo a orar dentro de mí mismo sin ninguna unción
particular. Como dijo Smith Wigglesworth, "Empiezo en la carne y acabo en
el Espíritu".
Algunos están esperando a que el
Espíritu Santo les haga hacer algo. Están esperando que algo les domine. Sin
embargo, no necesitamos esperar hasta sentir algo especial. Solamente
necesitamos saber que el Ayudador está presente, y que podemos pedirle que nos
ayude. Luego a medida que creamos que Él nos esta ayudando, Él "se
agarrará juntamente con nosotros en contra" de aquel problema.
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