El Divino Fluir
Por: John Osteen
¡El Señor desea usar a todos sus
hijos!
¡El Señor desea usarte a ti!
Muchísimas veces El ha tratado de
usarnos como recipientes de su poder para traer su salvación, misericordiosa
sanidad, pero no nos hemos percatado del suave toque de su mano de amor sobre
nuestras vidas.
Job dijo: "Si pasa ante mí, yo no
le veo; se desliza y yo no lo advierto" (Job 9:11). Este podría ser el
testimonio de miles de cristianos. Ellos quieren ser usados por Dios, pero no
reconocen su presencia ni su guía cuando viene a ellos. El Señor está tan cerca
y sin embargo ellos no lo perciben.
La preciosa revelación que encontrarás
en este libro, puede cambiar tu vida. Te ayudará a reconocer cuando "Jesús
de Nazaret pase adelante de ti" y te toque con su milagroso poder de amor.
Yo amo al pueblo de Dios y deseo
ayudar a cada uno de ellos a encontrar lo mejor para sus vidas. Si tú sólo
pudieras creer – ¡todo es posible para aquél que cree! – Cree que Dios quiere
usarte para ayudar a otros. Cree que Dios va a usarte para alcanzar a otros.
¡TU PUEDES GANAR ALMASI ¡TU PUEDES
HACER QUE LAS PERSONAS REGRESEN A DIOSI ¡TU PUEDES VER A LOS ENFERMOS SANAR, A
LOS CORAZONES Y LOS HOGARES ROTOS RESTAURADOS POR SU PODERI
¡TU PUEDES VER MILAGROS LLEVANDOSE A
CABOI
Muchos de ustedes ya estarán diciendo:
"¿COMO? ¿COMO? ¿DIGAME COMO PUEDO SER USADO POR DIOS?"
El mensaje de este libro te dirá cómo.
Prepárate para una sorpresa; te asombrará cuando veas lo simple que esto puede
ser.
La Biblia dice: "Así, pues,
nosotros como colaboradores suyos (de Dios)”. Jesús dice: "Mi Padre hasta
ahora trabaja, y yo trabajo". El también dice: "No puedo yo hacer
nada por mí mismo". La Biblia dice: "Y saliendo Jesús vio una gran
multitud y TUVO COMPASION de ellos, y sanó a los que de ellos estaban
enfermos".
¿Qué movió a Jesús? Fue la divina
Compasión que embargaba su corazón. El sintió el divino fluir del amor
derramándose de su Espíritu. ¿De qué manera fluyó? Fluyó HACIA LAS MULTITUDES.
Cuando fluyó HACIA las multitudes, JESUS SIGUIO ESTE FLUIR DE AMOR COMPASIVO y
fue hacia las multitudes. El resultado final fue que el amor sanador de Dios
trajo libertad a los que sufrían en aquel día. La compasión movía a Jesús. El
amor dirigía su vida y le guiaba constantemente.
El fluir divino del amor de Dios puede
moverte hacia las personas que Dios quiere alcanzar. Debemos estar atentos al
surgimiento de este amor sobrenatural y estar listos a seguirlo a donde quiera
que fluya.
Una de las Escrituras más
sobresalientes en la Palabra de Dios, citada de la versión en inglés del
“Amplified Bible", se encuentra en 2°Juan 6: "y éste es el amor, que
(vivamos y) caminemos de acuerdo con (y guiados por) sus mandamientos (sus
órdenes, ordenanzas, preceptos, y enseñanzas). Este es el mandamiento, como
vosotros habéis oído desde el principio, que continuemos caminando en el amor,
GUIADOS POR EL Y SIGUIENDOLO".
En estas palabras se encuentra el
fundamento del mensaje de este libro: que continuemos andando en amor GUIADOS
POR EL AMOR Y SIGUIENDO AL AMOR.
Nada en toda mi experiencia como
cristiano, aparte de haber sido salvo y haber recibido el bautismo en el
Espíritu Santo, ha probado tener mayor riqueza y ser más provechoso para mí
personalmente que la verdad espiritual del poder inherente en el manar divino
del amor.
Veamos otra escritura sobre este tema
tomada de la misma versión: "Sabemos (entendemos, reconocemos y estamos
conscientes por observación y experiencia) y creemos en el amor que Dios tiene
para con nosotros. Dios es amor y aquél que vive y permanece en amor, vive y
permanece en Dios y Dios vive y permanece en él. En esta unión y comunión con
El, el amor se completa y se perfecciona en nosotros para que tengamos
confianza en el día del juicio, seguridad y audacia para enfrentarnos a El
porque así como El es, así somos nosotros en este mundo. Donde hay amor no hay
miedo, el amor perfecto echa fuera el temor pues el miedo lleva en sí la idea
del castigo, de donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor” (1°Juan
4:16-18).
El amor va a la puerta, la abre y
ordena: "¡Temor, vete!"
Si ocasionalmente tienes algunas
ansiedades o temores, no quiere decir que tú no seas cristiano; sólo quiere
decir que necesitas crecer un poquito más y aprender sobre la palabra de Dios.
"Nosotros le amamos a El, porque
El nos amó primero” (1°Juan 4:19).
Dios es un Dios grande y maravilloso.
Nosotros no podemos restringirlo y decir: "Hasta aquí llegó Dios".
Hay infinidad de maravillosas facetas de la personalidad divina que jamás
podremos comprender, pero una de las más ricas es esta: Dios es amor.
Hay dos fuerzas en el mundo: Temor y
Amor.
Pavor, terror y miedo traen
enfermedad, tristeza, problemas y ansiedad.
Por otro lado, está el reino del amor.
Este manar del amor trae vida, salud y paz.
El diablo quisiera hacernos creer que
la carga de pavor y temor que él ha puesto en el corazón humano proviene de
Dios. Trata de hacernos creer que estamos temblando ante la voz de Dios, cuando
es él que nos está causando esta ansiedad todo el tiempo.
Ciertas personas dicen: "Yo no
puedo entender la diferencia entre la voz de Dios y la voz del diablo".
Hay algunas circunstancias donde esto puede ser verdad en cierto sentido, pero
comúnmente encontraremos que es el diablo el que trae temor y es Dios el que
trae amor.
Yo nunca me atemorizo cuando mi esposa
me dice: "Querido, te amo". Esto no me inquieta. No me hace temblar o
correr al siquiatra y decirle: "Estoy inquieto porque mi esposa dice que
me ama". Sería una tontería. Saber que mi esposa me ama trae bienestar y
alegría a mi corazón.
Mis hijos no se alarman cuando los
tomo en mis brazos y les digo: "Los amo". Cuando me inclino sobre sus
camas cada noche para darles un beso y decirles:"¿Saben ustedes que yo be
amo?" Ellos contestan: "Sí papá." Ellos no tienen miedo. No
tiemblan ni tienen pesadillas porque yo los amo.
El amor no trae temor y tormento pero
el diablo sí.
Cuando el diablo viene con su bagaje
de temor, nos sacudimos y temblamos. "Yo tenía miedo" fue la excusa
del hombre que enterró su talento en la tierra, como está escrito en
Mateo25:14-30. El temor fue el causante de que él enterrara su talento en vez
de usarlo.
Dios no es el autor de este temor.
¡Dios es amor!
Hay una forma en la que nosotros
debemos temer a Dios y ésta es más que simple reverencia, que es la manera
usual en que concebimos el temor de Dios. Cuando Dios nos dice que hagamos
algo, debemos hacerlo. De otra manera deberemos aceptar las consecuencias de
nuestra desobediencia a sus mandatos.
En cuanto a mí, no voy a jugar con
Dios porque ha habido veces en las que yo he tenido que aprender de la manera
más difícil. Dios te hará pasar por varios grados en la escuela de la vida, y
tú estarás seguro de triunfar, porque no vas a querer vivir la misma experiencia
una segunda vez.
Dios ama a aquellos que tiemblan ante
su Palabra. Debemos estar atentos para escucharle a El. Pero esta reverencia y
temor son de una naturaleza diferente. El miedo que trae el diablo, acosa.
El deseo más profundo de mi corazón es
que yo pueda agradarle a El que me consideró digno de ser llamado al
ministerio. La más grande ambición de mi vida es hacer lo agradable delante de
El y escucharle decir al final de mi vida: "Bien hecho mi buen y fiel
siervo". Yo no quiero secarme en la vid. Deseo ser útil, quiero ser un
instrumento en las manos de Dios.
Más grande que mi deseo de ser usado
por Dios es su deseo de usarme a mí. El quiere que todos nosotros seamos
cristianos que demos fruto, quiere ayudarnos a ser fructíferos.
Algunas personas me han dicho:
"Yo quisiera sentir a Dios". Cuando dicen esto, generalmente están
pensando en algún tipo de sensación emocional o física. Quieren sentir algo así
como una corriente eléctrica que recorra sus cuerpos como evidencia de que Dios
está con ellos. O quieren una experiencia tal como la que han oído – fuego del
cielo, rayos relampagueantes o una luz brillante bajando desde el cielo –.
Ellos creen que es la única manera de sentir a Dios. Pero ésta no es la única
manera. Nosotros podemos sentir el poder y la presencia de Dios en muchas y
diversas maneras.
Como hemos dicho, Dios es amor. Hay
una manera de sentir a Dios y es sintiendo amor. Cuando el amor de Dios es
derramado en tu corazón por el Espíritu Santo, tú estás sintiendo a Dios.
"Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos fue dado" (Romanos 5:5).
Puede venir a nuestras vidas un fluir
del amor y compasión divinos que no tiene nada que ver con nuestras mentes. No
tiene nada que ver con nuestras personalidades. Es implantado instantánea y
sobrenaturalmente en nuestros corazones y asciende en nosotros. Entonces mana
de nosotros hacia los individuos. Indudablemente esto es Dios moviéndose.
CUANDO SIENTAS ESTE AMOR, ESTAS SINTIENDO A DIOS, PORQUE DIOS ES AMOR.
Yo puedo acordarme muy bien de la
primera vez que sentí este fluir divino del amor – este ascender del poder de
Dios –. Cuando pastoreaba una iglesia bautista hace muchos ellos, le dije a mi
congregación que yo estaba buscando el bautismo en el Espíritu Santo.
Después de que recibí una gloriosa
unción del Espíritu de Dios, les hablé de esta maravillosa experiencia. Les
dije: "Dios es un hacedor de milagros y yo estoy orando para que los
milagros empiecen a suceder en nuestra iglesia".
Traté de tener un servicio de sanidad
pero nada parecía suceder. Oré por un hombre y éste murió. Aparentemente nada
salía bien. Tuve experiencias terribles, clamé al Señor: "¿Por qué no
confirmas tu palabra, Señor?"
Desde el púlpito hablé a mi
congregación y le dije que Dios era Sanador. Pero hay una gran diferencia en
decirle a las personas esto y en predicar la Palabra de Dios. La Biblia dice
que los discípulos "salieron y predicaron en todas partes, ayudándoles el
Señor CONFIRMANDO LA PALABRA con señales que les seguían" (Marcos 16:20).
Dios no se ha obligado a sí mismo a confirmar lo que yo diga. El se ha obligado
a sí mismo a confirmar lo que El ha dicho.
El Señor me mostró esto y habló a ni¡
corazón: "Hijo, sube ya al púlpito, predica mi palabra y yo la confirmaré
y respaldaré". Comencé a hacerlo. Domingo tras domingo, fielmente prediqué
la Palabra.
Entonces, un miércoles por la noche
Dios pareció darme una unción especial y les Escrituras cobraron vida mientras
las palabras salían de mi corazón hacia la congregación. El Espíritu Santo
predicó por mí mientras yo hablaba acerca de Jesús; del Jesús de la Biblia.
Entonces empecé a andar con El a
través de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Pareciera como si El saliera de las
hojas de las Escrituras y estuviera en medio de nosotros.
Comenzó a surgir la fe. Repentinamente
me percaté de una pequeña niña como unos doce o trece años de edad que estaba
lisiada y se encontraba sentada al frente, en la iglesia. Tenía un tobillo
espástico y usaba un zapato ortopédico especial. Su tobillo estaba rígido como
el hierro. Sentí un fluir de amor en mi corazón que manaba hacia esta niña.
Algo se desbordó en mí como un recipiente de oro lleno de amor. Ya no pensé en
ella como una enferma o como lisiada. No era que yo no estuviera consciente de
su enfermedad y de la necesidad de su sanidad. Sólo sentía una compasión, una
compasión sobrenatural hacia ella. Este amor brotaba de mí y sentí como si
quisiera ir y tomarla en mis brazos.
Fue esa noche, sin que yo siquiera
impusiera manos .sobre ella que, repentinamente, al poner ella sus ojos en
Jesús, su tobillo instantáneamente se tornó normal.
¡Un milagro divino de Dios se llevó a
cabo!
Fue el divino fluir del amor y uno de
los primeros milagros que nosotros tuvimos en nuestra iglesia.
Alguien puede preguntar: "¿Qué le
sucedió a esta pequeña niña? ¿Cómo pudo pasar esto sin siquiera imponerle
manos, ni ofrecer oraciones por ella? ¿Qué es esta compasión divina?"
¡Era Dios!
Dios es amor y aquél que siente amor
siente a Dios.
Como dice la Escritura que vimos
anteriormente en 2°Juan 6: "Anda en amor, sé guiado por él. Síguelo”.
¿Quieres tú seguir a Dios?
Entonces sigue al amor.
¿Deseas ser guiado por el Espíritu
Santo?
Entonces sé guiado por el amor.
Adondequiera que este río de amor
fluya, síguelo.
Muchas veces ha emanado de mí esta
corriente de amor y ha pasado sobre ciudades y naciones para luego fluir hacia
una persona en un lugar distante. He tomado el teléfono y la he llamado. Si
hubiera sido completamente honesto con ella le hubiera dicho: "Hermana,
hay una corriente de amor que fluye de mí hacia ti". "Hermana, hay
una corriente de amor fluyendo de mi hacia ti y yo sé que es Dios".
Pero a menudo no les digo esto.
Solamente les ministro en el nombre del Señor Jesucristo. Algunas veces sí les
hablo de este fluir divino del amor que mana de mi corazón hacia ellos.
Dios restaura corazones. Alienta
vidas. Obra milagros por su amor.
¡Sigue al amor! ¡Sé guiado por el
amor!
Tú puedes preguntarte: "¿Dónde
está Dios? ¿A dónde me lleva? ¿A quién desea que yo ministre? ¿Cómo lo
sabré?" Dios es amor, sigue al amor. Sé guiado por el amor.
El finado Guillermo Branham, quien era
un gran profeta de Dios y ahora está recibiendo su recompensa en lo alto, contó
una vez una historia extraordinaria de cómo este divino amor fluyó de él en
circunstancias poco usuales.
El hermano Branham era un hombre que
amaba estar en el campo y gustaba de la cacería. Le agradaba estar junto a la
naturaleza. En una ocasión cuando cruzaba un pastizal, un toro salvaje lo vio y
empezó a golpear el suelo con su pezuña. Inesperadamente el toro se dirigió a
él. El primer impulso del hermano Branham fue tener miedo. Entonces, sin
siquiera estar pensando en ello, este amor del que hemos estado hablando,
pareció brotar dentro de él. Branham dijo: "Yo no sé como explicarlo, pero
dentro de mí sentí tal amor hacia ese toro". Le hablé en mi corazón y
dije: "¡Oh, Dios te bendiga! Tú eres sólo un pobre animal sin
inteligencia, no comprendes que no fue mi intención invadir tu territorio. Tú
no entiendes que yo no te guardo animosidad alguna y que no deseaba venir aquí
a turbarte. No te causaré daño. Tampoco comprendes que Dios te hizo a ti y que
Dios me hizo a mí. Tú eres una bestia y yo soy hecho a la imagen de Dios. No te
deseo ningún mal. Yo soy siervo de Dios. No voy a hacerte daño".
Branham no reprendió al toro. Mientras
estos pensamientos pasaban por su mente y meditaba sobre ellos el divino fluir
del amor salía de él.
El toro todavía corría hacia él y
estaba a un centenar de pasos de distancia. El hermano Branham dijo que no
sintió miedo o temor al ver que se le acercaba más y más. Se mantuvo calmado,
sintiendo compasión en su corazón pensando que el animal no entendía.
A unos pasos del hermano Branham ¡el
toro de pronto paró, bajó la cabeza, fue hacia un árbol y se acostó!
El ministerio de Oral Roberts es otro
que ha sido singularmente bendecido por Dios. El es un hombre lleno de
compasión por el enfermo y el afligido. Se siente en sí mismo tan insuficiente
para socorrer las necesidades de los miles que buscan sus oraciones. El depende
íntegramente de Dios para sanar a los enfermos.
En una ocasión le oí contar de la vez
en que fue llamado al hospital para auxiliar un bebé de uno de sus empleados.
El niño estaba muy cercano a la muerte y habla sido colocado bajo una cámara de
oxígeno. No se permitían las visitas; sin embargo al hermano Roberts le fue
permitido entrar en el dormitorio. No podía levantar la cámara de oxígeno que
cubría al niño para imponerle las manos y orar por él, así que solamente
introdujo su dedo en una esquina de la cámara tocándole su pequeño pie.
Estando allí de pie, lo que le pareció
un largo tiempo, sintió algo que pasaba a través de él hacia el niño. Era el
amor de Dios que estaba fluyendo. ¡A la mañana siguiente, el niño estaba en vías
de recuperación!
¡Dios es amor!
Si tú has aceptado a Cristo como tu
Salvador personal, el amor de Dios se ha derramado en tu corazón por el
Espíritu Santo. Si tú has sido bautizado en el Espíritu Santo ese amor fluye
mucho más libremente.
Permíteme urgirte a que nunca sigas al
odio, nunca sigas los pensamientos malignos o el deseo de venganza. Nunca des
mal por mal, nunca sigas lo que es egoísta o aquello que está lleno de codicia
y ambición, pues estas cosas no son de Dios. Mas bien, sigue a ese divino fluir
del amor. Sé guiado por él cada día.
Estoy seguro de que en una oportunidad
u otra tú has sentido este amor divino. ¿Has estado alguna vez preparando la
cena, barriendo el piso de tu casa, o en tu trabajo cuando de pronto pensaste
en alguien con amor y ternura? Has pensado acaso: "Señor, bendice a la
hermana Jones. Me gustaría ir a verla en este preciso momento y darle un
abrazo, o quisiera hacer un pastel y llevárselo".
Sigue ese impulso. Es Dios. No pierdas
esa bendición. Tu estás sintiendo a Dios. Sé guiado por el amor. Sigue al amor.
¿Dónde está? Está fluyendo hacia la
casa de la hermana Jones. Sube a tu automóvil y sigue esa corriente de amor,
llega allá tan pronto como puedas o llámala por teléfono. Minístrale mientras
el Señor se está moviendo en tu corazón. Ella necesita este toque de amor mucho
más que un pastel. Ella necesita el poder milagroso de Dios.
El amor de Dios no va a fluir en
nosotros si somos codiciosos, o si siempre estamos quejándonos y discutiendo.
Yo he oído a parejas de casados decir:
"Hemos vivido juntos durante cincuenta altos y jamás hemos cruzado
palabras duras". No sé si creer que son mentirosos, tontos o que están
casados con un ángel. Es posible que lo que ellos dicen sea cierto, pero de
cualquier manera lo encuentro muy difícil de creer. Simplemente no estoy
convencido.
Tú puedes entonces preguntarme:
"¿Es que usted y su esposa también discuten algunas veces?" Sí, de
vez en cuando lo hacemos. Quiero decir que no llegamos a golpes o a cosas
parecidas. Pero no es posible erigir una familia en el mundo de hoy, sin que
ocasionalmente haya alguna tensión.
Sin embargo, no guardes en tu corazón
resentimiento y mala voluntad. No permitas que sentimientos como éstos pululen
en tu corazón, si deseas sentir este divino fluir del amor del cual estoy
hablando. Cuando tú discutes con tu esposo o esposa, tienes la posibilidad de
escoger entre varias actitudes. Puedes ya sea dedicarte a levantar él hombro,
hacer pucheros o actuar rudamente; puedes rehusar hablar con tu cónyuge por unas
cuantas horas o puedes disculparte y aclarar el mal entendido.
A través de los años mi esposa y yo
hemos llegado a un acuerdo que nos ha sido útil cuando la tensión empieza a
invadir nuestras relaciones. La Biblia dice: "...no se ponga el sol sobre
vuestro enojo" (Efesios 4:26). En muchas ocasiones, yo me he apresurado
para llegar a mi hogar antes de la puesta del sol. Como mi esposa puede
decirles, algunas veces he entrado corriendo y le he dicho: "Querida, el
sol se está poniendo. Perdóname, por favor, perdóname".
Aún así, hay una mejor manera. Hemos
aprendido en tiempos de tensión y tirantez, simplemente a tomarnos de la mano y
decir: “Calmémonos". "No hay necesidad de seguir con esta discusión
por otros cinco minutos u otra hora". Luego, en ese mismo momento, le
entregamos todo en oración al Señor. Cuando termina nuestra oración, ya estamos
perdonados y todos se arregla.
Nosotros no podemos abrigar ala
voluntad y malicia, y todavía así creer que Dios, quien es amor, se mueva a
través de nosotros. Mantengamos nuestros corazones limpios de toda animosidad
hacia toda persona. Estemos dispuestos a humillarnos, no tengamos una opinión
elevada de nosotros mismos, sino que estemos dispuestos a hacer la paz con todo
el mundo. Entonces, el amor de Dios morará en nuestros corazones.
La paloma es un símbolo del Espíritu
Santo; la dulce paloma del Espíritu Santo no puede permanecer y derramar hacia
otros el amor de Dios, si hay animosidad y falta de perdón en nuestros
corazones.
¿Tú quieres seguir a Dios? ¿Tú quieres
ser guiado por Dios?
¡Dios es Amor! Hacia donde fluye el amor, hacia donde el
amor esté corriendo, Dios está yendo. Síguelo y sé guiado por el amor.
Tú puedes pensar: "¿Adónde iré
hoy?" Llena tu ser de amor y mira hacia dónde fluye. Tú no tienes que
forzar los acontecimientos. Cuando este divino fluir del amor viene,
automáticamente empiezas a pensar en los demás. No es necesario decir:
"Voy a nombrar a todas las personas que conozco para ver hacia donde me
mueve el amor". El amor no actúa de esa manera. Sólo mantente lleno de
amor y ora. Mantente lleno del Espíritu Santo. Repentinamente tendrás a alguien
en tu corazón. Mientras esperas, sigue tu rutina, ama a Dios y has tu trabajo.
Cuando sientas el amor de Dios fluyendo a través de ti hacia cierta persona,
actúa en ese momento. No titubees, levanta el teléfono y llámala en ese preciso
instante. Ve a ella personalmente si puedes.
Cuando el Señor se mueve en mí de esta
manera, inundando mi corazón con su amor sobrenatural por un individuo en
particular, yo levanto el teléfono, marco su número y lo digo: "Hermano,
no sé cuál es tu necesidad (a menos que el Señor me la haya revelado en lo
particular) pero el Señor me ha mostrado que va a bendecirte en este día y que
su amor está fluyendo hacia ti. Lo que sea que necesites lo tendrás porque el
amor de Dios está brillando en tu corazón. El Señor me guió hoy a ministrarte a
ti en el nombre del Señor Jesús".
Muchas veces estas personas se han
volcado en llanto y han dicho: "¡Oh! Usted no sabe la carga que he llevado
sobre mis hombros". Pero el Señor sí lo sabía.
Una vez, cuando estaba hojeando una
revista de un muy conocido ministro, sentí que mi espíritu era atraído hacia su
persona, y sentí tal cariño hacia él que pensé: "Señor, bendícelo, él ha
ayudado a tantas personas en tantos aspectos". Cometí un error ese día al
respecto. No me sometí al Espíritu Santo. Pensé: “Nunca he estado
particularmente interesado en lo que él hace". No es que me opusiera, sino
que realmente no había sido atraído hacia su ministerio de ninguna manera.
Aproximadamente dos semanas más tarde,
el Señor trató nuevamente conmigo sobre este hombre, cuyo ministerio a nivel
mundial, es mucho mayor de lo que el mío será jamás. Levanté nuevamente su
revista, y cuando lo hice, sentí otra vez para él esa sensación de afabilidad
en mi espíritu, dado por el divino amor. Pensé: "Señor, bendícelo. El ha
orado y trabajado tan arduamente para ti". En ese momento me di cuenta que
éste no era simplemente un sentimiento de afabilidad; era el amor de Dios
tratando de fluir a través de mí para bendecir a su siervo, y estaba pasando
sobre las montañas hasta otro estado donde este hombre vivía.
Levanté el teléfono y lo llamé en ese
preciso instante. Cuando él contestó, le dije: "Hermano, quiero decirte
que el Señor te ama. Quiero animarte y decirte que estás haciendo una buena
obra para el Señor. Quiero decirte que el Señor va a fortalecerse y que
cualesquiera sean tus problemas, todo saldrá bien". Después oré por él y
le ministré en el Espíritu Santo.
Pensé que él iba a llorar. Dijo:
"Hermano Osteen, desde hace dos semanas que el demonio ha peleado conmigo
y por poco tengo que cerrar mis oficinas. Mi trabajo casi ha sido
destruido" (Dos semanas antes el Señor había puesto a este hombre en mi
corazón, pero yo no hice caso. No seguí al amor. No fui guiado por el amor)
"Usted nunca podrá imaginarse", continuó diciéndome, "usted
nunca sabrá lo que esto significa para mí. Nunca he recibido una llamada como
ésta. ¡Significa tanto para mí, hermano Osteen!"
¡Cuántas veces complicamos tanto estas
cosas! Pero no debe ser así. Dios es amor. ¡Sigue al amor! ¡Sé guiado por el
amor!
Otra oportunidad en la que sentí este
divino fluir del amor, fue cuando estábamos nevando a cabo una cruzada en
Texas. Durante esta cruzada determiné dar un paso de fe y fue en realidad un
punto crucial en mi ministerio. Decidí que podría hacer grandes cosas para Dios
si sólo actuaba la fe que tenía. ¡Si yo, valerosamente pedía el cumplimiento de
sus promesas!
Una noche, una pequeña niña de unos 9
años de edad se adelantó para que oráramos por ella. Una de sus piernas era una
pulgada y media más corta que la otra y tenía que usar un zapato ortopédico.
Desde que era una bebé tenla que dormir todas las noches con un molde de metal
en las piernas.
El Rev. Ward Chandler, un ministro
bautista que estaba sentado en el auditorio, vino a la plataforma y me ayudó a
medir sus piernas; él no tenía en ese entonces el bautismo en el Espíritu
Santo, y dijo: "Voy a ver que esto se haga correctamente". Puso las
rodillas de la niña juntas, las midió y encontró que una de ellas era como una
pulgada y media más corta que la otra.
Puse mis manos sobre ella y oré
diciendo: "Dios, te pido que sanes a esta niña en el nombre del Señor
Jesús". La niña me dijo después que cuando le impuse las manos y oré por
ella, abrió su corazón y aceptó a Jesús su Salvador.
Yo no esperé a ver su pierna crecer, y
para serles sincero, ni siquiera estaba seguro de que crecería. Mi fe no se
encontraba muy fuerte. Pensé que simplemente iba a orar por la niña y dejar lo
demás al Señor.
"Esta bien, querida,
levántate", le dije a la pequeña niña. "Infórmanos más tarde si has
tenido algún cambio". Cojeando, bajó de la plataforma y se marchó.
Mientras yo la veía irse, sentí una
corriente de amor que fluía hacia ella. Sólo deseaba tomarla en mis brazos y
decirle: "¡Oh, quiero que seas sana! Quiero que seas bendecida. Quiero que
tengas un vestido nuevo y buena ropa. Quiero que tengas comida en
abundancia".
Esta era la corriente bendita del amor
de Dios que fluía de mí hacia la niña. Parecía alcanzarla desde mi corazón
hasta donde ella caminaba. ¡Y entonces sucedió! Esta corriente de amor llegó a
ella y la tocó.
Cuando ya estaba como a diez yardas de
donde yo me encontraba, repentinamente paró y se volteó. Mientras el auditorio
de varios cientos de personas estaban callados frente a mí, ella dijo:
"¡La sentí crecer!"
"¿Qué dijiste?", le
pregunté.
¡La sentí crecer! ¡Sentí que mi pierna
creció!" dijo.
Le pedí que viniera al frente y la
senté en la silla para volver a medir sus piernas. El Rev. Ward Chandler, subió
a la plataforma otra vez y me ayudó. El iba a asegurarse que las piernas
estuvieran bien colocadas, a la altura de las rodillas, para que no hubiera
ningún truco. Quería estar seguro de que estaba bien hecha la medición.
Cuando le pusimos las rodillas juntas,
¡vimos que sus piernas estaban absolutamente del mismo tamaño! ¡Entonces la
audiencia explotó con gozo! ¡Esa noche el Rev. Ward Chandler recibió el
bautismo en el Espíritu Santo!
Tú puedes preguntar: "¿Cómo puedo
seguir a Dios? ¿Cómo puedo saber y ser guiado por Dios?"
Dios es amor. ¡El que siente amor
siente a Dios! ¡Sé guiado por El! ¡Camina en El!
“¿A dónde deberé caminar?",
puedes preguntarme.
Camina en esta corriente de amor. Sé
guiado por ella y síguela, porque hacia donde fluye esta corriente de amor,
Dios está yendo y está trabajando.
Muchos de ustedes que leen este libro,
han sentido este divino fluir del amor alguna vez. Muchos se pierden esta
preciosa experiencia por no ceder al fluir divino, cuando el Señor Se mueve,
fallando entonces al no acceder a El cuando los quiere llevar de la mano, para
alcanzar, así, las vidas de otros y bendecirles.
No esperes una explosión divina. No
esperes hasta sentirte envuelto en llamas como si te hubieras caído en una
hoguera. No esperes hasta experimentar una sensación como de energía eléctrica
recorriendo todo tu cuerpo.
Dios es amor. Aquél que sigue el amor,
sigue a Dios, y aquél que es guiado por el amor, es guiado por Dios.
Tú puedes decir: "Pero lo que dice
parece tan sencillo”. Lo es. Sin embargo, muchas personas no ansían esto;
prefieren gritar y cantar un poco, sentir un pequeño toque de la presencia de
Dios y, todavía, seguir siendo ruines en sus espíritus. Pero uno no puede vivir
de esa manera y, así, sentir el apacible fluir del divino amor de Dios en su
vida.
El apóstol Pablo dijo: "Pero
desead con ahínco y cultivad celosamente los más grandes y mejores, (los más
altos) dones (y los más preciados frutos). Mas yo os muestro un camino aún más
excelente (uno que es mucho mejor) el mayor de todos, el amor"
(1°Corintios 12:31), versión "Amplified Bible". Luego Pablo dice en
el siguiente capítulo: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no
tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si
tuviese profecía y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese
toda la fe, de tal manera-que trasladase los montes, y no tengo amor, nada
soy" (1°Corintios 13:1-2). Pablo estaba diciendo que aunque hablemos en
varias lenguas, que aunque tengamos los dones del Espíritu operando en nuestras
vidas, si hacemos todas estas cosas y no tenemos amor, no vale nada.
Más adelante en este mismo capitulo,
Pablo dice: "El amor es paciente, es benigno, el amor no es celoso ni
envidioso, el amor no es presumido ni orgulloso; no es arrogante, egoísta ni
grosero; no trata de salirse siempre con la suya; no es irritable ni
quisquilloso no guarda rencor, no le gustan las injusticias y se regocija
cuando triunfa la verdad" (1°Corintios 13:4-6), tomado de la versión:
"Lo Más Importante es el Amor". En otra versión dice: “...haciendo
del amor tu búsqueda más grande".
Si tienes todo lo que el mundo puede
ofrecerte, si tienes todo el conocimiento que las más destacadas universidades
pueden darte, pero tu corazón no está lleno de amor ¡no te vale de nada! Pero
si dejas que el amor te guié, experimentarás algunas de las más ricas
bendiciones de Dios en tu vida.
Primero que todo debes llenarte de
amor. Permite que el amor de Dios sea derramado en tu corazón por el Espíritu
Santo cada día. Camina en amor, sé guiado por él y síguelo.
El éxito en la vida cristiana está
enraizado en el amor. El fruto del Espíritu es, primero que todo, amor. Cuando
tú sientes el glorioso amor de Dios, estás sintiendo el Espíritu Santo.
Mientras sigas ese amor, tú y el Señor estarán trabajando juntos.
Jesús dijo: "Mi Padre hasta ahora
trabaja y yo trabajo” (Juan 5:17). El Padre sabía quien estaba dispuesto y
ahora El también sabe quien está dispuesto. El enviará ese amor a tu corazón si
estás listo, para permitir que El te utilice para bendecir a otros. Jesús dijo:
"Venid en pos de mi y os haré pescadores de hombres" (Mateo 4:19).
Despójate de toda amargura que puedes
guardar en tu corazón. Evita el pleito y el rencor. Nunca permitas que palabra
sucia salga de tus labios. Mantente correctamente ante Dios y vive en paz con
el hombre. Cuando alguien te ofenda, perdónale al instante para que no abrigues
ningún resentimiento. Libera tu corazón de lo que pudiera ser desagradable al
Señor y permanece humilde delante de El.
Con fundamentos puros en el corazón,
puedes permanecer lleno de compasión mientras permites que Dios llene tu
corazón cada día con su amor divino.
Entonces, cuando menos lo esperes,
pensarás en alguien y te sentirás impulsado a llamarle o a visitarle, o puede
ser que estés sentado junto a ellos durante un servicio en la iglesia. Esto me
ha sucedido a mí. Algunas veces encontrándome entre el auditorio, al observar a
las personas, repentinamente el amor de Dios fluyó de mi hacia ellas.
En una ocasión tuvimos una reunión en
Norman, Oklahoma. Una noche mientras miraba hacia el auditorio me sentí
especialmente atraído hacia un hombre que estaba sentado entre la multitud.
Había varios cientos de personas presentes y no conocía a la mayoría de ellas.
Nunca lo había visto antes. El hombre era un extraño para mí.
Señalé hacia donde él estaba y dije:
"¿Podría pararse por favor señor? Siento el amor de Dios fluyendo de mi
corazón hacia usted. No sé qué le pasa o qué necesita; sólo quiero decirle que
el Señor lo ama y que cualquier problema que tenga será resuelto y todo va a
salir bien porque el amor de Dios está brillando sobre usted."
Empecé a ministrarle y a decirle
algunas cosas. El se levantó con alegría y regocijándose dijo: "Mientras
conducía mi automóvil en la carretera, el Señor me habló en medio de mis
tristezas, problemas y confusión, y me dijo: "Hay un servicio esta noche
en la ciudad y si asistes a él yo te hablaré allí".
¡Dios es amor. Sigue al amor y
seguirás a Dios!
Uno de los más grandes milagros que he
visto hacer al Espíritu Santo en el nombre de Jesucristo, fue el de la sanidad
de mi hermana.
Hace años oí que mi hermana se
encontraba mal con una enfermedad similar a la epilepsia, pero yo no sabía cuán
enferma estaba. No nos habíamos comunicado desde que yo recibí el bautismo en
el Espíritu Santo. En realidad entre nosotros no existía mayor comunicación.
Mi hermana se había entregado al Señor
hacia algunos años. En verdad ella fue la primera persona que yo llevé a Cristo.
Después que fui salvo generalmente me quedaba en casa leyendo la Biblia,
mientras que mi hermana se arreglaba y se iba a los cabarés. Una noche después
de la cena estaba todavía sentado a la mesa leyendo la Biblia, cuando ella pasó
por allí, y me preguntó: "¿Juan, por qué ahora te quedas en casa leyendo
la Biblia en vez de a divertirle como lo hacías antes?".
En ese entonces yo era muy tímido y me
atemorizaba tener que decirle a alguien que yo era salvo. Prefería no salir, y
leer la Biblia. No tenía el valor para decirles lo que me había pasado. Pero
cuando me preguntó acerca de porqué no salía, reuní el suficiente valor para
decirle, "María, soy salvo. El Señor Jesús me ha salvado y he terminado
con el mundo".
Pensé que ella se iba a burlar de mí y
reírse. Sin embargo en vez de hacer esto, comenzó a llorar y dijo: "¿Crees
que El salvaría a alguien como yo?" Como pueden ver, el mundo no es tan
duro como creemos que es.
"Me parece que sí lo haría,
María", le dije. "El me salvó a mí". Entonces se arrodilló al
lado de la mesa del comedor y entregó su corazón a Jesús. Ella ha sido una
buena cristiana desde entonces, ha enseñado en la escuela dominical en la
Iglesia Bautista de Hampton en Dallas, Texas, por muchos años. Sus alumnos
aumentaron de tal manera, que en varias oportunidades, tuvo que dividirlos en
grupos.
Fue durante ese tiempo que esa
terrible enfermedad vino sobre ella – una gran prueba para su fe –. El diablo
la acechó, causándole convulsiones violentas. Estos ataques, nos informaron,
eran similares a los de la epilepsia. Yo no creo que fuera epilepsia, creo que
era Satanás.
Ella perdió el sentido de la realidad.
No podía acordarse de los pasajes de las Escrituras que había memorizado. Ni
siquiera podía acordarse del nombre de Dios. Fue succionada hacia un profundo y
oscuro agujero, así lo sentía ella, y el terror hizo presa de su corazón.
Siguieron meses de sufrimiento. Su
esposo gastó miles y miles de dólares en hospitales, instituciones y en
tratamientos de choques eléctricos. Finalmente fue enviada a su hogar sin
ninguna esperanza de recuperación. Ella permaneció en su casa en Dallas, Texas
ATORMENTADA DE ALMA. Sus ojos estaban vidriosos. No podía caminar pues no tenía
equilibrio. La tenían que alimentar como a una niña. No le era posible ir al
cuarto de baño por sí sola. La vigilaban enfermeras por turnos, las
veinticuatro horas del día. En ocasiones gritaba con terror al ser acosada por
el diablo.
En uno de sus momentos de gran agonía,
saltó de la cama y se aferró a nuestra madre. Asiéndose de ella, gritó que
deseaba morir para liberarse de tal tormento. Entonces, por alguna razón
desconocida en ese momento gritó: ¡Llama a John, llama a John!" Se refería
a mí, por supuesto.
Mientras todo esto sucedía, yo no
estaba al tanto de la tortura en que se encontraba mi hermana. No sabía que los
médicos se habían dado por vencidos.
Repentinamente, mientras conducía el
automóvil por una de las autopistas, la del Este de Texas, en Houston, en
compañía de mi esposa, mi suegra y los niños, vi delante de mí a mi hermana. No
fue una visión corpórea sino en una percepción espiritual. De pronto ese áureo
fluir del amor empezó a correr hacia María. ¿Cómo puedo describirlo? Es tan
maravilloso sentir este divino fluir del amor. Yo sabía que Dios estaba
dispuesto a ayudarla sin imponer cual fuera su necesidad. Dios me ayudó a
conocer la condición desesperada en que se encontraba y supe que el amor de El
manaba hacia ella.
Me volví hacia mi esposa y mi suegra y
les dije: "María está desesperadamente enferma, pero Dios me ha hablado,
me ha dicho que la hora de su liberación ha llegado".
Dos días más tarde mi madre llamó para
decirme que María estaba muy grave, que estaba peor de lo que ellos habían
pensado. Le dije: "Madre, lo sé todo. Dios me habló hace dos días diciendo
que la hora de la liberación de mi hermana había llegado".
Mi madre empezó a llorar y preguntó:
"¿Cuándo puedes venir?" Ella todavía no había recibido el bautismo en
el Espíritu Santo. Este es un ejemplo de que aun cuando tu familia no entienda
tu experiencia con el Espíritu Santo, debes mostrarles amor y luego aguardar.
Se presentará la ocasión en que ellos te digan: "¿Cuándo puedes
venir?"
Le dije: "Madre, estamos
esperando la venida de un bebé en cualquier momento y no podré ir antes de que
el niño nazca". Nuestro hijo nació esa noche. Dejé a mi esposa en el
hospital y emprendí el viaje, conduciendo el auto hacia Dallas donde es
encontraba mi hermana. Oré en lenguas durante las 240 millas (384 km) de
recorrido. Puedo imaginarme al diablo sentado en el capó de mi auto y a otros
demonios en cada guardafango pensando: "¿Qué estará hablando este
hombre?" Ellos no lo podían saber ya que cuando hablamos en lenguas
extrañas, hablamos secretos solamente para Dios, y Satanás no puede
entendernos.
Antes de dejar mi hogar para ir de
viaje, el diablo me había dicho: "Tu hermana María no va a sanar. Todo lo
que estás pensando acerca de ella está solamente en tu imaginación". Me
estuvo martillando con esto por tanto tiempo que llegué a sentirme abatido y
descorazonado. En mi desaliento clamé al Señor diciendo: "Señor, Satanás
me está diciendo que mi hermana María no va a sanarse. Yo creo haber oído de
ti. Señor, háblame ahora, por favor. Tú sabes lo ignorante que soy, apenas sé
sobre estas cosas. Háblame en este momento, por favor".
Después hice algo que no recomiendo
como una práctica general, pues podemos caer en muchos Dificultades. El Señor,
conociendo mi desesperación y mi total dependencia de El y de las promesas de
su Palabra, fue misericordioso conmigo.
Abrí la Biblia y señalé con el dedo un
versículo, pidiéndole al Señor que me hablara definitivamente sobre mi hermana
María. Era Lucas 1:30, "...María, no temas, porque has hallado gracia
delante de Dios". ¡Mi corazón se desbordó en alabanzas! ¡Verdaderamente el
Señor había hablado y, aún más, mencionado el nombre de mi hermana! "No
temas, María, has encontrado favor con Dios”.
Sin embargo, como ya dije, no
recomiendo que busquemos dirección divina de esta manera, excepto en
circunstancias excepcionales. La Biblia no es un libro mágico. No es una
especie de juguete astrológico. No es algo con lo que podamos jugar. Pero en
algunas ocasiones Dios sí nos habla de esta manera.
Cuando llegué a Dallas, el Rev. H.C.
Noah, pastor de la Iglesia de ha Asambleas de Dios de Oak Cliff, fue conmigo a
la casa de María. Cuando entramos, la vimos tendida en su cama. No me
reconoció. Aproximándonos a su lecho, me incliné sobre ella y dije:
"Demonios, les ordeno en el nombre del Señor Jesucristo que dejen a mi
hermana Maria. Abandonen este dormitorio y abandonen esta casa. María, en el
nombre de Jesucristo, levántate y anda".
Luego, pareció como si cuatro personas
la hubiesen agarrado y la hubiesen lanzado fuera de la cama. Yo no sabía
entonces que ella no podía caminar. Ignoraba que había perdido el sentido del
equilibrio. Daba la impresión de que alguien la hubiese empujado de su cama y
tirado contra la pared. Ella no se paró. Se desplomó como un muñeco de trapo.
El hermano Noah y yo la levantamos y la llevamos hacia el centro del dormitorio.
Le impusimos nuestras manos y comencé a orar en lenguas intercediendo por ella.
Luego le dije: "Recibe el Espíritu Santo". ¡María empezó a hablar en
otras lenguas! ¡Había recibido el bautismo en el Espíritu Santo!"
La dejamos de sostener y María se mantuvo
de pie. Dio un paso, luego otro y, antes de que pudiéramos reparar en ello, no
solamente caminaba sino que corría por toda la casa alabando a Dios. ¡Ese día
fue sanada! También fue a la mesa y comió por sí sola. En ese mismo día puso a
un lado las tabletas de Dilanten que había estado tomando. En aquel momento
volvió a ser una persona normal. Muchos años han pasado desde entonces y María
continúa sana.
Más tarde ella me dijo: "La
primera señal de mi sanidad llegó cuando oí alguien hablar en un lenguaje que
no podía entender. Este lenguaje penetró mas allá de mi mente adentrándose
donde está mi espíritu. Me liberó y me trajo la sanidad".
"María", le pregunté:
"¿Por qué saltaste de la cama tan rápidamente?"
"Oí a Dios decir: 'María,
levántate y anda' me contestó."
"No, tú me oíste a mí decir eso.
Yo te dije que te levantaras y anduvieras", le expliqué.
"No, John. Yo oí la voz de Dios
decir: 'Levántate y anda' ".
"Pero yo estaba al lado de tu
cama y dije: 'Levántate y anda', le discutí".
Impacientándose conmigo, María me dijo
aún más enfáticamente: "No, yo escuché la voz de Antaño que vino a mí
desde la eternidad. La majestuosa voz dijo: "¡Levántate y anda!"
¡Cuando caminamos en el Espíritu
Santo, nuestra voz se mezcla con la voz del Altísimo!
¿Qué significa esto? Dios es amor y El
tenia una corriente de amor que manaba desde Houston a Dallas donde María
estaba acostada. Yo seguí al amor y, por consiguiente, a Dios, y el resultado
fue un milagro.
Yo pude haber dicho: "Ah, si sólo
pudiera su conectado al circuito espiritual y caer bajo su poder". Podría
haber deseado que ocurriera una notable manifestación de su poder, para que me
guiara. Pero tales grandiosas experiencias suelen ser pocas y acontecer cada
cierto tiempo. Sin embargo, todos nosotros podemos experimentar del divino
fluir del amor de Dios y ser guiados por este amor día a día.
Dios me estaba dando una senda
abierta, una guía sobrenatural y divina. Yo permití ser guiado por ella. Fui
conducido por el amor. Seguí a ese amor hasta donde llegaba y Dios estaba allí
para obrar un milagro. Jesús trabaja-cuando nosotros seguimos al amor.
¡Dios es amor! Jesús tuvo compasión,
fue movido por la compasión.
¡Sé guiado por el amor! ¡Sigue el
amor!
Cuando sientas esta compasión
espiritual llamada amor, estás sintiendo a Dios.
Que el Señor te ayude a seguir este
divino fluir del amor y así traer liberación a una humanidad necesitada.
Permítanme compartir con ustedes un
incidente que me ocurrió en nuestra iglesia poco tiempo después de haber
recibido el bautismo en el Espíritu Santo. Estábamos llevando a cabo el
servicio del domingo por la mañana, y cuando se hizo la llamada para que se
acercaran al altar, un joven muchacho como de doce años vino al frente, y le
pregunté qué deseaba que el Señor hiciera por él. Me respondió: "Hermano
Osteen, soy ciego de un ojo. Quiero que el Señor me dé la sanidad".
Sin ninguna voz de alerta, súbitamente
empecé a sentir algo sobrenatural surgiendo dentro de mi corazón. No venía de
mi condición humana. Era claramente sobrenatural. Sentí el DIVINO FLUIR DEL
AMOR. Cuando esto sucedió, me pareció como si el Señor dirigiese nuevamente a
mí sus palabras: "¡Hermano Osteen, estoy ciego!" Estas palabras
parecían llenar el mundo entero. Se convirtieron en un grito de ayuda que me
conmovió grandemente. Casi me hacían llorar. "¡HERMANO OSTEEN, YO ESTOY
CIEGO!" Reconocí este fluir. ¡Era Dios el que hablaba esas palabras en el
divino fluir del amor!
Estábamos ante el altar. Dios es amor.
Su amor estaba fluyendo hacia ese joven. Nosotros sencillamente seguimos y nos
entregamos a ese divino fluir; entonces oramos pidiéndole a Dios que lo sanara
en el nombre de Jesucristo.
En ese momento su ojo fue abierto ¡y
pudo ver perfectamente!.
Vi a este joven hace algunos días. Su
sanidad tuvo lugar hace aproximadamente trece años. Estuvo en el servicio
militar y fue dado de baja al completar su tiempo; ahora era un hombre grande y
fuerte. Le pregunté acerca de su ojo y del milagro ocurrido aquel domingo por
la mañana.
Respondió: "Hermano Osteen, desde
aquel día que Dios sanó mi ojo de la ceguera, no he padecido de nada más que de
¡perfecta visión!"
A través de los años, hemos visto este
hecho multiplicarse muchas veces. Estando ante auditorios, he podido sentir y
casi ver esta corriente del divino fluir manando hacia diferentes personas en
la congregación. Siguiendo este fluir, fui capaz de ayudar a aquellos con
quienes el Señor ya estaba tratando. El los tenía listos para su toque
milagroso.
Déjame decirlo otra vez.
¡DIOS ES AMOR!
¡Cuando sientas este divino fluir del
amor, estás sintiendo a Dios!
¡Sé guiado por este divino fluir!
Te llevará hacia la persona que Dios
quiere que ayudes. Cuando llegues, Dios estará allí esperando confirmar Su
Palabra y para traerle liberación.
¡De ahora en adelante la vida será de
gran estímulo para ti!
¡Gozarás de las nuevas aventuras que
te esperan mientras sigues EL DIVINO FLUIR DEL AMOR!
Comunidad Cristiana
Centro de Avivamiento
“JESUCRISTO ES EL
SEÑOR”
Lima-Perú.
Si Usted. Nesecita ayuda en
su vida por causa de algún problema de tipo personal, conyugal o familiar,
ponemos a su disposición un servicio de
Conserjería Espiritual, Fundada en la Palabra de Dios. Con toda libertad llame
al Pastor: Ramiro Roque Paiva, al Celular: 997201914, para hacer una cita y
Orar por Usted. Y ayudarle a cambiar su
vida, o envie su petición de Oración a la siguiente dirección de Correo
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