La Autoridad del Creyente.
Kenneth E. Hagin.
Capítulo 1 – Las Oraciones de San
Pablo.
El tema de este libro se basa en la
Epístola de San Pablo a los Efesios, y por eso se insta a los lectores que
comiencen este estudio leyendo detenidamente los primeros tres capítulos de
Efesios.
El capítulo 1 y también el capítulo 3
concluyen con una oración. Pablo nos dice que ora por la iglesia en Efeso. En
Efesios 1:16-17, leemos: "No ceso de dar gracias por vosotros en mis
oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os
dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él".
El Espíritu Santo es el que da estas
oraciones de los capítulos 1 y 3 de Efesios. Pablo hizo estas oraciones no
solamente por la iglesia en Efeso. Estas oraciones pueden aplicarse a Ud.
también. Son oraciones inspiradas por el Espíritu, y por eso se aplican
igualmente a todos nosotros. Son tanto para nuestro beneficio hoy como para el
de aquella iglesia.
El punto decisivo en mi vida ocurrió
como resultado de hacer estas oraciones personalmente en numerosas ocasiones.
Comencé con leerlas en voz alta empezando con el capítulo 1. Yo usaba yo donde
Pablo usaba vosotros. Por ejemplo, leyendo Efesios 3:15-17, decía: "Por
esta causa yo doblo mis rodillas ante el Padre de mi Señor Jesucristo, de quien
toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que me dé, conforme
a las riquezas de su gloria, el ser fortalecido con poder en mi hombre interior
por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en mi corazón".
Pasé mucho tiempo ante el altar de la
iglesia de la cual yo era pastor repitiendo estas oraciones. Varias veces al
día hacía estas oraciones por mí mismo. A veces le decía a mi señora que iba a
la iglesia para orar, y que no quería ser molestado salvo en caso de alguna
emergencia. A veces permanecía en oración allí por dos o tres días.
Después de unos seis meses de orar
así, mi primera petición se iba cumpliendo. El versículo 17 del capítulo 1
dice: "Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,
os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él". La
revelación de la Palabra de Dios me empezó a venir. Podía ver cosas en la Palabra
que no había visto antes. Le dije a mi señora que yo había sido un gran
ignorante predicando cosas que no entendía. Le dije al Señor que yo no había
predicado más que tonterías. Le dije a mi señora: 'He sido tan ignorante acerca
de la Biblia que es de sorprender que mis diáconos no lo hubieran notado".
Aprendí más acerca de la Biblia en seis meses que lo que había aprendido en 14
años de ser pastor y en más de 16 años de ser creyente.
Ahora le sugiero que pruebe Ud. lo
mismo. No puede ser negligente, pero si se mantiene firme en su propósito, le
dará resultado.
Hice estas oraciones por un miembro de
mi familia que no podía creer ciertas verdades bíblicas, tales como la sanidad
divina. Al orar yo metía el nombre de aquella persona donde había metido el
mío. Al cabo de diez días aquella persona me escribió diciendo que como por
milagro la cosas se le estaba abriendo.
Muchas veces hay los que desean saber
cómo orar por otros creyentes. Si Ud. comienza a hacer estas oraciones por
ellos, verá resultados en aquellas vidas.
La Autoridad del Creyente.
El libro de Efesios nos enseña acerca
de la autoridad que pertenece a los creyentes. En Efesios 6:12 leemos:
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". Pero
gracias a Dios, tenemos autoridad sobre ellos a través de Jesucristo.
Creo que hay pocos aspectos de la vida
del creyente acerca de los cuales hay tanta falta de sabiduría exacta como en
éste. Esta autoridad no está reservada para unas pocas almas especiales. Es la
posesión legítima de todo hijo de Dios. Véase Efesios 1:3: "Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo". Se refiere a la iglesia
entera, no a unos pocos individuos.
Este versículo dice: "Con toda
bendición espiritual". Quiere decir toda bendición que ya se nos ha dado.
Cristo ya ha hecho toda provisión. A Él no le queda nada que hacer. En Cristo
nos pertenece toda bendición espiritual.
Esta promesa es para nosotros, pero si
la ignoramos, no nos aprovechará nada. Un hombre podría meter un billete en un
lugar secreto de su billetera; podría quedarse sin gasolina, y olvidándose del
dinero en su billetera, tendría que llamar a alguien a su auxilio. Sin embargo,
si simplemente se acordara del billete, podría pagar su propia cuenta.
Un día metí $20 atrás en mi billetera
y me olvidé de ellos. Necesitando dinero busqué y lo hallé. Se me ocurrió que
quizás Dios lo había puesto en mi billetera, pero luego me acordé de él. No
podía usarlo mientras no supiera que estaba allí, pero al hallarlo podía
usarlo. Era mío por cierto, tanto cuando lo ignoraba como cuando sabía de él.
Del mismo modo esta autoridad es nuestra si tenemos conocimiento de ella o no.
Uno también puede saber lo que es
suyo, sin actuar de acuerdo con ello, por lo tanto, no recibir ningún
beneficio. Una vez leí de un hombre que fue hallado muerto en su cuarto, una
habitación reducida alquilada por una miseria. Se le había visto en las calles
durante unos veinte años, siempre andrajoso, buscando desperdicios para comer.
Al echarle en falta, los vecinos investigaron y lo encontraron muerto en la
cama. Se certificó que había muerto de mala nutrición. Sin embargo, hallaron en
su cinturón más de veintitrés mil dólares.
Aquel hombre había vivido en la suma
pobreza, vendiendo diarios en las calle, y ¡con tanto dinero! Hubiera podido vivir en el hotel más lujoso
de la ciudad, en vez de en ese cuartucho. Hubiera podido comer lo más rico, en
lugar de los desperdicios. Pero no usó lo que le pertenecía.
Necesitamos saber lo que es nuestro,
pero saberlo no basta. Es cuando actuamos en lo que sabemos lo que trae resultados.
Esta autoridad nuestra no sólo
pertenece a unos pocos escogidos; pertenece a todos los hijos de Dios. En verdad recibimos esta autoridad cuando
nacemos de nuevo. Siendo hechas criaturas nuevas en Cristo Jesús, heredamos el
nombre del Señor Jesucristo, y podemos usarlo en oración contra el enemigo.
Algunos creen que esta autoridad sobre
el diablo es de unos pocos individuos a quienes Dios ha dado poder especial. El
diablo no quiere que la gente descubra lo que le pertenece, y se empeña en
esconder la verdad. El sabe que en cuanto el pueblo de Dios descubra su
autoridad en Cristo Jesús, no podrá oprimirles más. Satanás sabe que esto
pondrá fin a su ascendencia sobre ellos.
Así que el diablo no quiere que los
creyentes se apropien de esta autoridad. Quiere seguir derrotando al hijo de
Dios, humillándolo a su antojo. Sabe que cuando el hijo de Dios descubre la
verdad, ya no es dominado por el enemigo. Entonces éste dominará al diablo y
disfrutará el derecho que justamente le pertenece. Es por eso que el diablo
hará todo lo posible para impedir que la gente llegue a saber la verdad. Dijo
Jesús: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan
8:32).
Capítulo 2 – La Autoridad ¿Qué es?.
En el Nuevo Testamento la palabra
griega traducida “poder” primeramente quiere decir “autoridad”.
¿Qué diferencia hay entre la autoridad
y el poder? Los traductores del Nuevo Testamento dieron una interpretación
bastante uniforme a muchas palabras del griego original. Sin embargo, no dieron
uniformidad a otras. Tal es el caso de las palabras: “poder” o “potestad” y
“autoridad”. Un ejemplo de esto se halla en Lucas 10:19: “He aquí os doy
potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y
nada os dañará”. La palabra “potestad” es usada; sin embargo, la palabra griega
no es esa. Lo que Jesús dijo fue: “Os he dado autoridad de hollar serpientes y
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo”.
¿Qué significa la autoridad? En las
calles más transitadas de la ciudad, en medio de las corrientes de autos, se
ven a los policías dirigiendo el tráfico. Estos simplemente alzan la mano y los
autos se detienen. Los policías no tienen la fuerza física para detener un
auto. ¿Cómo podría un hombre solo oponerse a una máquina de esas? Sus esfuerzos
más estrenuos no podrían parar un vehículo en marcha. Sin embargo, él está
investido de autoridad por el gobierno al cual sirve. El tránsito, incluyendo
los forasteros en la ciudad, reconocen esta autoridad y la obedecen. La
autoridad es poder delegado.
Se dice en Efesios 6: 10: "Por lo
demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza".
Al leer esto, muchos creen que el Señor quiere decirles que se fortalezcan en
sí mismos, y traten de ser fuertes. Procuran aguantar y esforzarse. Pero las
Escrituras no dicen que uno debe esforzarse. Dicen: “fortaleceos en el
Señor".
¿Cómo le parecería si viese a un
policía procurando detener con su cuerpo a un auto? Sería ridículo. Pablo dijo:
"Fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su fuerza". El policía no
ejerce sus propias fuerzas. El es fuerte en la autoridad que le es investida.
Ud. puede ponerse delante del diablo, alzar la mano y mandarle que no se
acerque. Ejerza su autoridad.
Una señora salió de una casa para
tomar el tranvía. Su perro la seguía. Ella le dijo: "¡Ándate!" Pero
el animal pedía caricias. Volvió a decir: "Querido, no puedes ir. Tienes
que marcharte". Sus palabras no surtieron efecto. En aquel momento llegó
el tranvía. La mujer pataleó y gritó:
"¡Vete!” y el perro obedeció. De esa manera hay que hacer con el diablo.
Hace unos años, mientras yo servía de pastor de una iglesia, tuve una lucha en
mi cuerpo sobre la cual no parecía tener la victoria. No se lo dije a nadie;
simplemente al Señor, creyendo que El me sanaría. Por lo tanto, permanecí firme
en mi creencia.
Hubo momentos de noche cuando parecía
que no resistiría, en tales momentos me levantaba y oraba. Esto duró por unas seis semanas. Entonces en
una noche de suma dificultad, había estado orando, cuando por fin me dormí, y
tuve un sueño mandado por el Señor.
Soñé que andaba con otro hombre por
una cancha rodeada de filas de asientos como un estadio de deportes. Andando y
conversando de repente mi compañero miró atrás y echó a correr. Yo miré atrás y
vi a dos leones, bestias feroces. Eché a correr, pero luego me detuve y le dije
al otro que nos era imposible escapar. Nos quedaba muy lejos todo auxilio.
Me paré en seco, di la vuelta y
enfrenté a los leones. Temblando, les dije que me oponía a ellos en el nombre
de Cristo y me negué a moverme. Rugiendo los dos leones continuaban
acercándose; de súbito se pararon mirándome; después de husmear, se retiraron.
En eso me desperté. Pensé en esta Escritura: "Sed sobrios, y velad; porque
vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos
padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo"
(1°Pedro 5:8-9).
Había peleado una larga batalla, pero
obtuve la victoria allí en aquel momento. Yo había permanecido firme. Tales
sueños no son una coincidencia; proceden del Señor.
"Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza" (Efesios 6:10). Usemos esta autoridad acordándonos que la
autoridad es el poder delegado, y que su valor depende de la fuerza que
respalda al que la usa.
En cierta ocasión el Primer Ministro
de Gran Bretaña llevó un documento a la Reina Victoria para que con la firma de
ella se hiciera ley. La Reina resistió hacerlo, y acabó por negarse a firmarlo.
Pero su Ministro siguió con una urgencia inusitada: "Su Majestad, es
imprescindible que firme este documento".
Esta le miró con soberbia y aseveró:
"Señor, yo soy la Reina de Inglaterra".
El otro replicó calladamente pero con
firmeza: "Su Majestad, yo soy el pueblo de Inglaterra".
Ella le dio la razón y concedió su
firma.
Jesús dijo: "He aquí os doy
potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del
enemigo". O, "les doy autoridad". Jesús, Dios mismo, es la
fuerza detrás de la autoridad. El creyente que es totalmente consciente del
poder divino que le respalda, y de su propia autoridad, puede hacer frente al
enemigo sin temor ni vacilación. Detrás de la autoridad que posee el creyente
hay un poder mayor que el que apoya a nuestros enemigos. Y aquellos enemigos
están obligados a reconocer esa autoridad.
1°Juan 4:4 dice: "Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo". El que está en el mundo es el dios
de este mundo. Satanás encabeza estos principados, potestades y gobernadores de
las tinieblas de este mundo. Pero mayor es el que está en Uds. que el que está
en el mundo.
Detrás de la autoridad poseída por el
creyente hay un poder mayor que el poder detrás de nuestros enemigos. Dice el
Espíritu que el poder en la tierra, hallado en el nombre de Jesús, y conseguido
por El al vencer al enemigo, pertenece a Su pueblo. Por lo tanto, ejerza Ud.
esa autoridad porque le pertenece en la tierra, y en esta vida reinará Ud. por
Cristo Jesús.
Dice en Mateo 28:18: "Y Jesús se
acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra". Nuevamente nos encontramos con la misma palabra griega la cual es
traducida "autoridad". "Toda autoridad me es dada en el cielo y
en la tierra".
Cristo transfirió a Su iglesia esta
autoridad. Ascendió al cielo y es la Cabeza de la iglesia, siendo nosotros el
cuerpo. La autoridad tiene que perpetuarse por medio del cuerpo, el cual está
en la tierra.
Efesios 1:22 dice: "Y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la
iglesia".
Y dice Efesios 1:20: "La cual
operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los
lugares celestiales".
Véase Efesios 2:5-6: "Aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia
sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en
los lugares celestiales con Cristo Jesús”.
Esto no es algo que Dios va a hacer
algún día. Ya lo ha hecho. Jesús está a la diestra del Padre, el lugar de la
autoridad, y nosotros estamos sentados con él. Hemos muerto con El y hemos sido
levantados con El.
Capítulo 3 – Para con Nosotros los que
Creemos.
Siguiendo en Efesios 2:1-7 leemos:
"Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos
y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de
este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora
opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros
vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de
la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo
que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que
nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en
los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús".
Hay que notar especialmente las
palabras del versículo 19 del primer capítulo: "la supereminente grandeza
de su poder para con nosotros los que creemos". Es decir, Dios, al
levantar a Jesús de entre los muertos dio tal demostración de Su omnipotencia
que ésta es verdaderamente Su supereminente obra. La resurrección ha sido
atacada por los tremendos poderes del aire. Todos los principados, poderes,
grandezas, dominios y titulados de este siglo y del venidero han luchado por
invalidar el plan de Dios. Pero Cristo se levantó, ascendió y se sentó a la
diestra del Padre. Los poderes de Satanás han sido frustrados y derrotados por
nuestro Señor Jesucristo, quien está en Su trono muy encima de ellos, reinando
con la autoridad del Altísimo.
La fuente de la autoridad se basa en
esta resurrección y entronización de Cristo por Dios. Nótese que habla de la
supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos. Habla así
para abrir los ojos de la iglesia – no solamente de la iglesia de Efeso, sino
de todas las iglesias.
Dios quiso hacernos saber lo que pasó.
Quiso que supiésemos que estableció a Cristo "sobre todo principado y
autoridad y poder y señorío" (Efesios 1:21). Muchos no hacen caso de este
hecho. El Espíritu de Dios oró por medio de Pablo que la iglesia de Efeso lo
viera. Pero Dios desea que nosotros también tengamos sabiduría y revelación. La
cruz de Cristo, con su revelación de la obediencia a Dios, del pago debido por
los pecados, y de la aplastante derrota de los enemigos, nos muestra un
representante, porque eso era Cristo de nosotros. El triunfó en Su calidad de
representante de la humanidad. Preparando un trono y un ministerio celestial
para los que por El salieran vencedores. Notemos aquí mismo la unión del pueblo
de Cristo con El en esta crisis de resurrección. Leemos en el primer versículo
del capítulo dos: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en
vuestros delitos y pecados". El griego, del cual nuestra versión se
traduce, dice aquí: "Y vosotros que estabais muertos en delitos y
pecados", o bien: "Y vosotros cuando estabais muertos en delitos y
pecados". Omitiendo las palabras
"él os dio vida", porque no están en el original.
Véase que el verbo que controla este
pasaje se halla en el versículo 20 del primer capítulo. Los versículos 19 y 20
dicen: "Y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los
que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en
Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales". Pablo dice: "Según la operación del poder de Su fuerza,
cuando resucita de los muertos a Cristo y a vosotros cuando estabais muertos". La misma frase que expresa la resurrección de
Cristo expresa la resurrección de Su pueblo. Es decir, el hecho de Dios que
levantó de los muertos a Cristo levantó también a Su cuerpo. En el pensamiento
de Dios cuando Jesús fue levantado de los muertos, nosotros también fuimos
levantados de los muertos.
Más allá en el capítulo 2 leemos:
"Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo ... y juntamente con El nos resucitó, asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:5-6). Aquí habla de la
acción de conferir esta autoridad. Naturalmente, la cabeza y el cuerpo, son
levantados juntos; Cristo la cabeza y la iglesia, el cuerpo. Estamos sentados
con El. Esta autoridad se da no solamente a la cabeza, sino al cuerpo también,
porque la cabeza Y el cuerpo son uno. La cabeza y el cuerpo de Ud. forman uno.
Al pensar en una persona se piensa en su cabeza y en su cuerpo. Si nosotros, la
iglesia, podemos comprender la revelación de que formamos parte de Cristo,
entonces hemos de levantarnos v hacer los hechos de Cristo. Hasta ahora nos
hemos puesto límites. Cuando nos demos cuenta que la autoridad que es de Cristo
pertenece a cada miembro del cuerpo de Cristo y está a nuestro alcance,
entonces nuestra vida experimentará un cambio radical.
Según 1°Corintios 12:12: "Porque
así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo". Somos
Cristo. Pablo llama al cuerpo o a la
iglesia, Cristo. Siguen los versículos 13 y 14: "Porque por un solo
Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean
esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además el cuerpo no es un solo miembro, sino
muchos". El versículo 27 añade:
"Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en
particular". Gracias a Dios, somos el cuerpo de Cristo.
En 2°Corintios 6:14-15 leemos:
"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo
tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el
incrédulo?" El creyente se llama justicia y el incrédulo se llama
injusticia. El creyente se llama luz y el incrédulo, tinieblas. El creyente se
llama Cristo y el incrédulo, Belial.
Véase 1°Corintios 6:17: "Pero el
que se une al Señor, un espíritu es con él". Somos uno con Cristo. Somos
Cristo. Estamos sentados a la diestra de la majestad en las alturas. Estamos
sentados con El en lugares celestiales. Todas las cosas han sido puestas debajo
de nuestros pies. El problema es que hay demasiada predicación acerca de la
cruz. Muchos han creído que ahí es dónde debían quedarse. Sin embargo, la cruz
es en realidad un lugar de derrota. La resurrección es un lugar de triunfo. Por
supuesto, tenemos que ir primero a la cruz, pero no nos detengamos allí.
Pasemos a Pentecostés, y luego a la ascensión. Hay pentecostales que han
recibido el Espíritu Santo y luego han regresado a la cruz y se han quedado
allí.
El Espíritu dice: "Ahora, pueblo
mío, presten atención a Mi Palabra, y así serán librados de los lazos de la
muerte y andarán en novedad de vida". No estamos en la cruz. Morimos con
Cristo, pero ahora nos ha levantado con El. Hemos sido sentados con El. Y sin
embargo casi no sabemos nada acerca de ello.
La diestra del trono de Dios es el
centro del poder del universo entero. Es la operación del poder del trono la
que fue puesta en las manos del Señor cuando ascendió. Esta autoridad nos
pertenece a nosotros. Sabemos que Cristo con Su cuerpo físico glorificado está
allí en plena posesión de Sus derechos, esperando el día determinado por Dios
cuando Sus enemigos serán hechos Su estrado. “Pues, ¿a cuál de los ángeles dijo
Dios jamás: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado
de tus pies?" (Hebreos 1:13)
El ensalzamiento de Su pueblo, y
nosotros somos Su pueblo, con El a las alturas no tiene otro significado que el
de que somos hechos partícipes de Su autoridad. Somos sentados con El
compartiendo Su trono. El compartir un trono significa, sin duda alguna, el
compartir la autoridad que representa el trono. Gracias a Dios que-en Su plan
hemos sido elevados a este sitio donde podemos usar, de acuerdo con nuestra
comprensión espiritual, autoridad sobre los poderes del aire. Algunos hemos
usado más autoridad que otros, porque tenemos más luz espiritual que otros.
Pero Dios desea que todos tengamos tal compresión espiritual. El Espíritu oral
por medio de Pablo que todos tuvieran sabiduría y entendimiento, que tuviésemos
autoridad sobre los poderes de aire y sobre las condiciones que estos poderes
siguen creando por influir sin cesar en la mente de los hombres.
Un hombre, Juan Alejandro Dowie,
nacido en Escocia, fue universitario, abogado y predicador. Se decía que no se
podía seguir su doctrina, pero sí se podía seguir su fe. Se puede errar de
cabeza, sin errar de corazón. En presencia de seis pastores y tres médicos,
este Sr. Dowie prendió de los tejidos cancerosos en la cara de un paciente y
dijo: "En el Nombre del Señor Jesucristo", y se los quitó de la cara.
Al examinar al hombre los médicos dijeron que el cutis de su cara era como el
cutis de un recién nacido. ¿No hemos de seguir semejante fe?
El Sr. Dowie cruzó el océano catorce
veces en su vida y muchas veces encontró tormenta. Sin embargo, el dijo que
cada vez que amenazaba una tempestad, hacia lo que Jesús hizo: reprendía la
tempestad y ésta cesaba.
Esto no debe asombrarnos, porque Jesús
dijo: "El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y
aun mayores hará, porque yo voy al Padre" (Juan 14:12). Si se pregunta:
¿Cuáles serán las obras mayores? Hagamos primero las obras que El hizo, y
después pensaremos en obras mayores.
Jesús no dijo que unos pocos
seleccionados harían estas cosas. Habló de los que creían en El. Tenemos la
autoridad porque somos de Cristo. Esta autoridad la tenemos para disfrutarla,
ya que estamos sentados con El. De esta forma el Sr. Dowie hacía lo que hacía
Jesús ante una tempestad.
Una vez, cuando me encontraba enfermo,
se levantó una gran borrasca. Muchos buscaban refugio, pero yo no podía
levantarme. El aguacero se desencadenó con tanto ímpetu que yo temí que la casa
se derrumbara. Desesperado dije: "Señor mío, soy tu hijo. Cuando los
discípulos estaban en el mar y se levantó una tempestad, te despertaron,
reprendiste el viento y cesó. Tú no quieres que yo perezca. No puedo salir de aquí y las paredes se
sacuden. Reprendo esta tempestad ahora en el Nombre de Jesús". Casi al
momento, se calmó.
Capítulo 4 – Poseedores Rebeldes de
Autoridad.
Según Efesios 6:12: "No tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades ....
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". La
Palabra de Dios nos enseña que estos espíritus malos son rebeldes poseedores de
autoridad, y que han sido destronados por el Señor Jesucristo. Jesús les quitó
el trono y ahora podemos reinar sobre ellos.
Satanás se hizo dios de este mundo por
la traición de Adán, quien se traspasó a él. Dios hizo la tierra y su plenitud,
y dio a Adán el dominio sobre toda hechura de Su mano. Es decir que Adán era el
dios de este mundo; pero cometió alta traición y tomó el lado de Satanás.
Entonces éste, por Adán, se hizo dios de este mundo.
Aunque Satanás se llama dios de este
mundo, la Biblia habla del segundo Adán, Cristo quien se hizo nuestro
substituto. Todo lo que Jesús hizo fue para nosotros. La mayoría de la gente
religiosa cree que allá en el milenio ejerceremos esta autoridad. Pero si así
es, ¿por qué dice la Biblia que en esta época Satanás estará encadenado? No
habrá necesidad entonces de ejercer autoridad. No habrá nada allí que dañe ni
destruya. Nuestro error es que hemos postergado todo hasta el futuro. Según la
creencia de algunos, no podemos tener ahora nada apreciable. Creen que Satanás
manda en todo aquí. Sin embargo, debemos acordarnos que estamos en el mundo,
pero no somos del mundo. Satanás no nos maneja. No nos domina. Podemos
dominarlo a él. Tenemos autoridad sobre él.
Necesitamos entretejer estas verdades
con nuestra vida. En lo físico comemos ciertos alimentos todos los días porque
los médicos nos dicen que nuestro sistema precisa diariamente ciertas
vitaminas, minerales y proteínas para poder producir un cuerpo fuerte. Hay
vitaminas espirituales que necesitamos tomar también todos los días, para ser
creyentes sanos.
Jesús dijo en Mateo 28:18: "Toda
potestad, me es dada en el cielo y en la tierra". Hemos orado:
"Ahora, Señor, haz esto, y haz aquello". Pero la autoridad que pueda
ser impuesta en la tierra tiene que ejercerse por la iglesia, porque Cristo no
está aquí. Está a la diestra del Padre. Pero nosotros, el cuerpo de Cristo,
estamos aquí. Todas Sus órdenes tienen que ser cumplidas por Su cuerpo. Esta
autoridad en la tierra nos ha sido delegada. Muchos problemas persisten porque
los permitimos; no hacemos nada con ellos.
Hace unos diez años que estudiaba
estas verdades y llegaron a ser claras; aunque no podía explicarlas en mi
mente, las entendía en el corazón. Empecé a ver la autoridad que tenemos y oí
el desafío del Señor, diciendo: "Haz algo al respecto".
Por muchos años, había orado que mi
hermano mayor fuese salvo. Este era la oveja descarriada de la familia. A pesar
de mis oraciones, iba de mal en peor. Siempre había orado: "Dios,
sálvale", pero oí que el Señor me desafiaba a hacer algo, que me decía que
yo tenía la autoridad. Entonces dije: "En el Nombre de Jesús, quebranto el
poder del diablo sobre la vida de mi hermano y reclamo su salvación". Yo
había dado la orden. Cuando un rey da una orden, sabe que se va a cumplir. El
diablo trató de decirme que mi hermano nunca sería salvo, pero me reí y demandé
su salvación. Al poco tiempo mi señora me escribió diciéndome que mi hermano ya
había sido salvo. Le contesté que ya hacía una semana que yo lo sabía, que
había quebrantado el poder del diablo sobre su vida.
Hace 20 años cuando yo era pastor de
una iglesia en Texas, una señora trajo a la iglesia a su hermana trastornada
mentalmente. El Señor me dijo que me pusiese delante de la hermana y dijese:
"Sal de ella ahora, diablo sucio, en el Nombre de Jesús". Lo hice y
al momento nada pasó. Dos días después me dijo una señora que la hermana por la
cual yo había orado estaba sufriendo un ataque violento, como el que señaló su
primer trastorno. Esta noticia no me turbó. En la Biblia leemos que cuando
Jesús reñía al diablo, el atormentado caía y el diablo lo desgarraba. Le dije a
aquella señora que el diablo la estaba atormentando antes de salir del todo, y
que no habría más ataques. Y así fue.
Hay gente que trata de usar esta
autoridad, pero cuando las circunstancias no se alteran de inmediato, se turba
y vuelve a lo natural. Ya no creen, se dejan vencer, y permiten que el diablo
las domine.
Cuando yo era un joven pastor, antes
de recibir el Espíritu Santo, servía en una iglesia durante la crisis
económica. Tenía una madre viuda, y un hermanito que mantener. Mi madre podía
pagar los impuestos y gastos de casa, y mi salario compraba los víveres.
Tenía un solo traje con pantalón
extra. Por la escasez, el robo era muy común y alguien me robó los dos
pantalones. Era lunes y me tocaba predicar el jueves. Pues oré: "Señor, no
tengo más que un viejo pantalón de caqui, que no me conviene llevar cuando
predique". El martes al orar le dije al Señor que para el jueves esperaba
ver aquellos pantalones colgados en su lugar, que- él que se los había llevado
se sintiera tan miserable que tendría que devolverlos. Es un espíritu malo el
que hace que uno robe. Yo traté con el espíritu, no con la persona, porque
tenemos autoridad sobre los espíritus. Le ordené al espíritu que pusiera
término a esta acción. Cuando llegué a casa el jueves por la tarde, sabía que
encontraría mis pantalones. Fui al armario y miré, y allí estaban. Como ve Ud.,
podemos y debemos oponernos al diablo.
Capítulo 5 – Cómo Ejercer Esta
Autoridad.
Hay dos frases claves en las oraciones
que hizo Pablo por la iglesia de Efeso, las cuales se hallan en los capítulos 1
y 2 de Efesios. Fíjese en las expresiones: "Sentándole a Su diestra, en
los lugares celestiales" (Efesios 1:20), y "juntamente con El nos
resucitó" (Efesios 2:6). En la mente de Cristo fuimos levantados cuando
Cristo fue levantado. Cuando Cristo se sentó, nosotros también nos sentamos.
Ahora estamos allí. El hecho que El está sentado indica que hay todavía hechos
Suyos sin hacer. Pero ahora estamos sentados con El, con toda la autoridad dada
a El, porque por El es nuestra. Le
ayudamos a llevar a cabo su obra en la tierra. Además de estar sentados,
también importa dónde estamos sentados. El versículo 21 dice que estamos
sentados "sobre todo principado y autoridad y poder y señorío”.
Véase Efesios 6:12: "Porque no
tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra
huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. No solamente está
Cristo sentado a la diestra del Padre, muy encima de todas estas potestades,
pero allí estamos nosotros también porque "nos hizo sentar con Cristo
Jesús".
La Palabra de Dios nos dice que
venzamos al diablo. En el año 1952 Cristo se me apareció en una visión. Durante
la visión vi un espíritu malo ponerse entre mí y Jesús, metiendo una nube negra
que quitó de mi vista a Jesús. Entonces el intruso se puso a dar saltos y a
gritar. Aunque Jesús me estaba hablando, no le podía entender a causa de este
ruido. No podía entender el por qué
Jesús se lo permitía. La gente suele preguntarse por qué Dios deja al diablo
seguir molestando. Y a mí me extrañaba que Jesús no respondiese a ese diablo
para que yo pudiese oír lo que El decía.
Como nada sucedía por fin le dije al
espíritu: "Te mando, demonio sucio, que te calles en el Nombre del Señor
Jesucristo". Cuando así hablé, el espíritu cayó al suelo, la nube
desapareció y pude ver a Jesús. El demonio actuaba como un perro castigado.
Lloriqueaba y gemía, con la cara volcada. Entonces le dije que se fuera y se
fue. Luego Jesús me dijo: "Si no hubieses hecho eso, yo no hubiera podido
hacer nada".
Yo dije: "Señor, no te oí
bien".
Pero El dijo: 'Dije que yo no podría
haberío hecho".
Quedé anonadado sin comprender por qué
el Señor decía eso. Le dije que tendría que comprobármelo con la Palabra de
Dios, y que pedía al menos tres citas como prueba. Sonriendo El me dijo que me
daría cuatro. Le dije que nunca había visto tal cosa en la Biblia, y me
contestó que había en la Biblia bastante que yo ignoraba aún. Muchos tratan de
entender algo con sus mentes; sin embargo, uno debe tener la revelación de
ello.
Entonces Jesús me dijo: "No hay
ningún lugar en el Nuevo Testamento en el que un autor le diga a la iglesia que
ore a Dios Padre acerca del diablo". Los que piden que Dios reprenda al
diablo pierden el tiempo. El miembro menor del cuerpo de Cristo tiene tanto
poder sobre el diablo como cualquiera, y a menos que los creyentes hagan algo
en cuanto al diablo, no se hará nada.
Mateo escribe que Cristo cuando
resucitó dijo que todo poder y toda autoridad le es dado en el cielo y en la
tierra. El enseguida asignó a la iglesia la autoridad en la tierra. Según Mateo
28:18 dijo El: "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra".
Según Marcos 16:15-17 dijo: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio
a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no
creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas".
La primera señal que seguirá a
cualquier creyente es: "En mi nombre echarán fuera demonios".
Sencillamente dice que los creyentes tendrán autoridad sobre el diablo.
Quebrantarán el poder del diablo sobre su vida y sobre la vida de sus
familiares. Estarán libres del enemigo porque ejercerán autoridad sobre él.
"Echarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas,... sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán". No hay que orar para que Jesús ponga las
manos sobre los enfermos, sino hay que hacerlo. Al poner las manos sobre los
enfermos, uno usa la autoridad sobre el diablo.
Santiago 4:7 dice: "Resistid al
diablo, y de vosotros huirá". No dice que debe Ud. rogar a Dios para que
El resista al diablo. Le toca a Ud. resistir al diablo. No dice huirá de Jesús,
sino que huirá de Ud. La autoridad es suya, aunque no la sienta, pues el sentir
no tiene nada que ver con ello. Ud. tiene que usarla. El policía que alza la
mano y detiene el tráfico puede que no se sienta con ganas de hacerlo, pero la
autoridad resulta, quiera o no quiera.
Mi espíritu me dijo que había un
sentido especial en la palabra "huir". La busqué en el diccionario y
hallé la definición siguiente: "Escaparse como con terror". Entonces
entendí por qué el demonio en mi visión lloriqueaba y gemía. Tenía un miedo
mortal.
Otra cita es 1°Pedro 5:8: "Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar". Su adversario es uno puesto en contra
de Ud. Es el enemigo, Satanás. Muchos solamente leen hasta allí. Dicen: 'Ay, el
diablo me acosa'. Nos piden que oremos para que el diablo no los alcance. Pero
ya los ha alcanzado. Hablando así comprueban que él ya los tiene. El pedir
oraciones no los librará. Deben enfrentar el hecho que ellos deben hacer algo
al respecto.
El versículo 9 sigue: “Al cual
resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo
en vuestros hermanos en todo el mundo”. Aquí el sentido de “la fe" es
"la fe de Ud.". Pedro no nos dice que sólo Pablo podría echar fuera
los demonios, ni que él resistirla al diablo por nosotros. Todo creyente tiene
la misma autoridad que tenía Pablo en Cristo Jesús.
Muchos me preguntan por qué no sanan
cada vez que les pasa algo. Piden que los pastores oren por ellos, y cuando
nada resulta, sugieren que al pastor le falta algo. Yo les digo que cuando eran
recién convertidos eran como bebés, y Dios permitió que otros orasen por ellos.
Pero con el tiempo El espera que esos bebés anden y se ocupen de sí mismos.
Muchos aún quieren ser bebés. Dios le ha dicho que anden, pero no pueden.
En una ocasión mi señora y yo fuimos
hospedados por una pareja mientras asistíamos a un congreso. Ellos nos pidieron
que oráramos por su nene, el cual tenía una hernia. Oramos y la hernia
desapareció en pocos días. La mujer me dijo: "Hermano Hagin, parece ser
que con los años uno debería crecer en fe para sanidad. Sin embargo, los
jóvenes de nuestra iglesia son los que tienen más fe. No sabía a quien pedirle
que orara por el nene hasta que Uds. vinieron, ya que aquí nadie es
sanado".
Correcta o incorrectamente, así
pensaba ella. Como en tantas iglesias, gran parte de los miembros fueron salvos
de jóvenes, y quizás Dios permitió que otros oraran por ellos. Han permanecido
en el estado infantil de desarrollo espiritual por falta de buena enseñanza.
Dicen que solían ser sanados de recién convertidos, pero ahora no.
¿Qué será de la persona que nunca
trata de ejercer la fe propia, sino que se apoya en la fe ajena? La Biblia
dice: "Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe". Ud. puede hacer
algo al respecto. Jesús, Santiago y Pedro nos dicen que hagamos algo en cuanto
al diablo. Pablo dice en Efesios 4:27: "Ni deis lugar al diablo". No
dé al diablo ningún lugar en Ud. Si da lugar al diablo, Jesús no puede hacer
nada, porque Ud. tiene la autoridad y le ha dado su permiso al diablo. A menos
que Ud. haga algo contra el diablo, Jesús no puede hacer nada. En mi visión
Jesús me dijo que El ya había hecho todo lo que iba a hacer acerca del diablo.
Dijo que al ascender había delegado a la iglesia la autoridad. Los creyentes
han sido libertados.
En Colosenses 1:13 leemos: "El
cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de
su amado Hijo". Jesús me dijo que no se hará nada más en cuanto al diablo
hasta el día en que el ángel baje del cielo y ate a Satanás en el abismo para
después ser echado en el lago de fuego. Pero hasta que el ángel lo encadene, el
cielo no va a hacer nada más con el diablo.
Nos conviene el despertarnos, cambiar
nuestro modo de orar y perseguirlo. Tenemos la autoridad para hacerlo. Estamos
sentados a la diestra del Padre muy encima de estos principados y potestades,
así que tenemos autoridad sobre ellos.
Sigue la Escritura: "Y sometió
todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre toda las cosas a la
iglesia" (Efesios 1:22). Los pies son miembros del cuerpo, no de la
cabeza. "La cual (iglesia) es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo
llena en todo" (Efesios 1:23).¡Qué maravilloso es saber que los miembros
menores del cuerpo del Señor, las meras plantes de los pies, están muy encima
de todos los elementos poderosos de que hemos hablado!
Por consiguiente dijo Jesús en Lucas
10:19: "He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y
sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará". Demasiado tiempo nos ha
pisado el enemigo. Generalmente se cree que el diablo tiene más poder que nadie
y que él está en control. El es dios de este mundo. Pero nosotros, aunque
estamos en este mundo, no somos de este mundo. Claramente declaró Pablo en
Romanos 5:16: “Pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho
más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo". "Reinarán como reyes
en vida", como dice otra traducción.
Hay quienes cantan de vagar como
pobres en el calor y en el frío. Preferiría oír el rebuzno de un burro que
tales canciones. Cantándolas tanto llegamos a creerlas. Si la gente vierte
lágrimas al cantarlas, se cree bendecida. Sin embargo, el plan de Dios es que
Ud. rija y reine en su vida; que reine sobre las circunstancias, la pobreza; la
enfermedad, y todo lo que le ataque. Ud. es el que reina porque tiene la
autoridad. Reina por Cristo Jesús. A veces nos portamos como pichones con los
ojos cerrados y la boca bien abierta. Creemos que debemos ser humildes sin
pretender a nada.
Oí de un predicador tan humilde que
usaba un Chevrolet del modelo de 1936. Yo dije: "Eso no es humildad, es
ignorancia". Pero aquél se creía humilde. Alguien me dijo: "Ud. sabe
que Jesús y los apóstoles nunca condujeron un Cadillac". Por supuesto, en
aquel entonces no había Cadillacs; pero Jesús viajaba en burro, el cuál era el
mejor modo de transporte que había.
A veces los creyentes dejan que el
diablo les robe de la bendición que podrían tener. La intención de Dios no era
que viviésemos en pobreza. El dijo que reináramos en vida. No era su intención
que el diablo nos dominara a nosotros y a nuestras familias. A veces me enojo
con el diablo y le digo que quite sus manos de mis hijos. Le digo que yo reino
en lo mío. Yo le hago que huya de mí.
Algunos de nosotros que sabemos más
tenemos que ayudar a los que no saben y tenemos que actuar por ellos. Hace
varios años fui despertado durante la noche. Le pregunté al Señor qué sucedía y
empecé a orar en lenguas, lo que siempre me ayuda. Entonces el Señor me reveló
que algo le pasaba a mi hermano mayor. Seguí orando en lenguas. Dos días
después mi hermana me llamó por teléfono desde Texas y me dijo que mi hermano
se había roto la columna. Su condición era bastante seria y su vida estaba en
duda. Le dije a mi hermana que yo ya había orado por él y que el Señor me había
dicho que su estado no era tan peligroso como pensaban. Luego, ella llamó al
hospital y le dijeron que el paciente se había levantado y salido, molde y
todo. Los médicos no podían explicarse por qué no murió ni quedó paralizado.
Más tarde mi hermano se encontraba en
mi casa. Se había alejado del Señor a causa de disturbios en su familia y
estaba perturbado y abatido. Su señora le había abandonado y se había llevado a
los hijos. El domingo traté de hacerle ir a la iglesia pero no quiso. De
repente en medio de mi sermón, tuve una visión de mi hermano. Estaba en la
plaza central, y le oí decir que iba a matar a su mujer y luego a suicidarse.
Tomé una pausa, diciéndole a la gente que había un pequeño asunto que reclamaba
mi atención, que el diablo estaba molestando a alguien. Dije: "Diablo,
deja de hacer eso ahora mismo. Yo te conjuro en el nombre de Jesucristo que te
vayas de ese hombre". Entonces terminé mi sermón.
Esa tarde regresamos a casa y mi
hermano estaba allí. Estaba de buen ánimo patentemente. Dijo que había ido a la
plaza y que había resuelto tomar el asunto en sus manos. Le dije que ya lo
sabía. El dijo que algo le sobrevino súbitamente y fue librado. Fue como si una
nube hubiera sido quitada, y regresó silbando y cantando.
El no sabía cómo ponerse en contacto
con Dios. Así que los que tenemos más experiencia con el Señor debemos de
ayudar a los más débiles. Sin embargo, la hora llegará en que tendrán que saber
cómo hacer ciertas cosas por sí mismos.
Tenemos que aprender a ser exaltados
al lugar donde Dios quiere que estemos. La iglesia falla muy a menudo por
temor. Efesios 1:22 dice: "Sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio
por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia". El es cabeza sobre la enfermedad,
la dolencia y todo lo malo. Cambiemos el orden de las palabras para entender
mejor su profundo significado: "Cabeza a la iglesia sobre todas las
cosas". Cristo es la cabeza sobre todas las cosas por amor de la iglesia.
Debemos sentarnos con reverencia ante
estas verdades poderosas para que nuestros corazones comprendan su tremenda
importancia. Entonces recibiremos una recompensa espléndida. Si tenemos esta
actitud, el Espíritu de verdad puede alzarnos al lugar donde podremos ver con
claridad la revelación de Dios. Pablo oraba por la iglesia de Efeso, que
tuviese el espíritu de sabiduría y de revelación. Dios ha hecho a Cristo Cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia. Es por amor de nosotros que El es la
Cabeza, para que por El ejerzamos esa autoridad sobre todas las cosas. Al ver
lo que nos pertenece, disfrutaremos la victoria que El tiene para nosotros. El
diablo luchará para impedirlo. Pero a través de nuestra persistente fe en
Cristo, la victoria puede ser nuestra.
Capítulo 6 – Resucitados Con Cristo.
En el libro de Colosenses Pablo
escribe a la iglesia de Colosas. Aunque desde otro punto de vista, dice lo
mismo que ha dicho antes.
Colosenses 1:15-20: "El es la
imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado
por medio de él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para
que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él
habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,
así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la
paz mediante la sangre de su cruz".
Cristo fue resucitado por el poder de
Dios Padre. Colosenses 2:12 dice: "Sepultados con él en el bautismo, en el
cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios
que le levantó de los muertos". Esta Escritura dice que somos resucitados
con él. Nótese la frase "mediante
la fe en el poder de Dios". Cristo fue levantado por el poder de Dios, y
nosotros al mismo tiempo.
Sigamos hasta el versículo 15:
"Ya vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra
carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anularon
el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándolas en la cruz, y despojando a los principados
y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la
cruz".
Obsérvese que la operación aquí es de
parte del Padre. El es quien resucitó a los santos juntamente con Cristo y
perdonó sus pecados. El es quien anuló los decretos de la ley que obstruían el
camino de su pueblo, y los clavó a la cruz de Su Hijo.
Dios trazó el plan de la redención. El
es quien despojó a los principados y a las potestades que se habían opuesto a
la resurrección de Cristo, y los llevó cautivos en una exhibición triunfal. Por
eso, Pablo dice aquí que el hacedor es Dios el Padre. Es Dios quien levantó de
los muertos a Jesús. Dios es quien le dio un nombre que es sobre todo nombre.
Fíjese también en que Dios quita a la
potestad del aire la autoridad que antes era suya. Pues la muerte es el castigo
del pecado, y cuando Cristo llevó en la cruz el peso del pecado del mundo,
estas potestades del aire quisieron ejercer su antigua prerrogativa, esperando
tenerlo bajo su poder. Acuérdense que aun la muerte física no es de Dios. Es
del enemigo. La muerte es aún un enemigo, y la Biblia dice que el postrer
enemigo que será puesto debajo de los pies de Cristo será la muerte.
Estas potestades procuraron retener a
Cristo. Pero en la sabiduría del Padre, la entrega a la muerte de Jesús, el
Justo, anuló los antiguos lazos de la ley. El Padre clavó a la cruz de Su Hijo
el acta cancelada, despojó de su autoridad al diablo y a los principados. y la
entregó al Hijo. Entonces vea que “los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz”. Estas palabras del apóstol se refieren al ensalzamiento del
Hijo sobre sus enemigos mencionado en el libro de Efesios. Subrayan la
operación de Dios el Padre en la activa derrota de los poderes hostiles y la
derrota de Satanás.
En Efesios se señala al Hijo sentado
sobre estas potestades con la autoridad del trono de Dios. Es en este punto que
la iglesia ha fallado. Ha visto que Cristo es el Jefe supremo del poder de la
iglesia, pero no ha visto que la Cabeza no tiene otro instrumento que el cuerpo
para llevar a cabo sus planes, que estamos sentados con Cristo en los lugares
celestiales, y que Su uso de la autoridad sobre las potestades del aire tendrá
que ser por medio del cuerpo.
Ahora podemos entender, como nunca
antes, lo que Jesús quería decir cuando dijo: "Todo lo que atéis en la
tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo" (Mateo 18:18).
Eso es usar autoridad en la tierra.
A veces, al orar por algún ser querido
a punto de muerte, el Señor me ha dicho: "Cualquier cosa que me pidas, la
haré". Y yo le he pedido que les diera otros dos o tres años. El Señor me
dijo que lo haría simplemente porque yo se lo había pedido. Me dijo:
"Ningún padre humano desea hacer más por sus hijos que Yo, si simplemente
mis hijos me lo permitieran".
Tenemos que cooperar con el Señor con
fe. La idea de que Dios es un déspota no es más que ignorancia. Tenemos que
hacer nuestra parte. El Señor queda limitado en Sus poderosos planes porque Su
cuerpo no reconoce Su exaltación y el hecho de que estamos sentados con El a la
diestra del Padre.
El Espíritu Santo mora en nosotros, y
nos guiará, pero Jesús dijo que El nos guiará a toda la verdad. No se puede
seguir al Espíritu Santo sin la Palabra y llegar a saber la verdad. Cierta
persona dijo que no necesitaba la Biblia porque tenía el Espíritu Santo. Pero
sí la necesitaba. El Espíritu de Dios no nos guía aparte de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios procede del Espíritu de Dios porque hombres santos de la
antigüedad la escribieron. No se entiende con la cabeza; se entiende con el
corazón. La Palabra de Dios es de suma importancia. El ser primero un hombre de
la Palabra de Dios y segundo, del Espíritu de Dios es una combinación segura.
Capítulo 7 – Las Armas de Nuestra
Milicia.
El creyente tiene que llevar
constantemente cierta armadura. Efesios 6:10-11 dice: “Por lo demás, hermanos
míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo". Este hombre se destacará.
Por eso el diablo hará todo lo que
pueda para esconder de Ud. esta verdad. Y una vez que la tenga Ud., se le
opondrá y procurará robársela. Habrá pruebas y algunos caerán. El diablo quiere
que Ud. se dé por vencido y diga que no producirá resultado en Ud. En una
ocasión predicando sobre este tema, un hombre me dijo que para él no
resultaría. Le dije que si no le hacía, entonces Dios era un mentiroso. Este hombre estaba llamando a Dios mentiroso.
Prefería morir antes que decir que la Palabra de Dios no produce resultado. Si
no resulta es porque no se ha hecho conforme a ella. El enemigo resiste
tenazmente toda entrada en su territorio porque ejerce la autoridad de las
potestades del aire y quiere seguir haciéndolo. El resiente toda intervención.
Por lo tanto, concentrará toda su fuerza contra Ud. en una guerra sin tregua.
Si Ud. resiste bien los ataques contra su espíritu le seguirán asaltos contra
la mente, el cuerpo, la familia o las circunstancias. Lo mejor es prepararse
porque vendrán.
El lugar de privilegio especial ha
llegado a ser un lugar de especial peligro. La verdad de la autoridad del
creyente encuentra más oposición que cualquier otra. El Espíritu oró por medio
de San Pablo que fuesen abiertos los ojos del pueblo para ver la provisión adecuada
hecha para su seguridad. He visto a personas buenas a quienes el diablo ha
tratado de combatir. Han enseñado estas verdades, o han sido ensenadas estas
verdades, y han tratado de actuar según la Palabra de Dios. Muchas veces han
sido vencidas en el cuerpo porque su espíritu no se podía vencer. El diablo
procura vencer de cualquier modo. Seguridad ha sido provista para ellos, y si
la hubieran aprovechado, el enemigo no las habría podido vencer.
El creyente precisa estar siempre
vestido de cierta armadura. Véase Efesios 6:10-17: "Por lo demás, hermanos
míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto,
tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la
verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el
apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que
podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios".
Las distintas piezas de esta armadura
simbolizan ciertas actitudes espirituales que el creyente tiene que mantener.
Puesta esta armadura, el creyente está protegido y sin estorbo en su ministerio
de autoridad. Su preocupación se limita a mantener limpia su armadura y bien
ajustada a su persona.
Primero, hay el cinturón de la verdad,
el cual representa un claro entendimiento de la Palabra de Dios. Es como el cinturón del soldado que ajusta la
demás armadura. Segundo, la coraza de justicia. Esta significa dos cosas:
Jesús, nuestra justicia de la cual estamos vestidos, y también nuestra activa
obediencia a la Palabra de Dios. Tercero, nuestros pies están calzados con el
apresto del evangelio de la paz. Este es un ministerio fiel anunciando la
Palabra de Dios. Cuarto, hay el escudo de la fe. Sabemos que un escudo es para tapar el cuerpo
entero. Este indica nuestro refugio y seguridad completa bajo la sangre del
Calvario por donde ningún poder del enemigo puede penetrar.
Luego resta el yelmo de la salvación,
o la esperanza de salvación (1°Tesalonicenses 5:8). La esperanza de salvación
es el único yelmo que puede proteger la cabeza en estos días de apartarse de la
verdad. Finalmente está la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. La
Palabra de Dios se usa en sentido activo. Las demás piezas son para la defensa.
El versículo 18 dice: "Orando en
todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos". Ahora estamos listos
para la lucha de la oración porque tenemos puesta la armadura. El orar en el
Espíritu produce el resultado.
Capítulo 8 – Autoridad Sobre Demonios,
No Sobre Humanos.
Aunque tenemos autoridad sobre diablos
y demonios, no tenemos poder sobre nuestros semejantes ni sobre su voluntad.
Hace unos años durante un campamento en California, un amigo pastor me
acompañaba. El sufría de diabetes y cada mañana tenía que comprobar de sus
orines la cantidad de insulina que necesitaba. Se daba una inyección todos los
días. Al salir para California le dije: "No registrará Ud. ninguna glucosa
mientras esté conmigo". Yo reclamé autoridad sobre esa enfermedad. Me miró incrédulo, pero durante las dos
semanas que pasó conmigo nunca registró glucosa, ni cuando comía pasteles y
tortas. Más tarde me dijo que de vuelta en su casa tardó tres días en volver a
registrar glucosa.
De hecho yo tenía control sobre
fuerzas invisibles, pero no tenía control sobre la voluntad de aquél. Yo podía
controlar la enfermedad mientras él estaba conmigo y la fuerza invisible estaba
delante de mí. Procuré convencerle que él podría hacer lo mismo, pero él creía
que le volvería y le volvió.
No tenemos el control sobre la
voluntad humana, pero sí tenemos autoridad sobre el diablo que procura mantener
su control sobre dicha voluntad. Hace años cuando mi hermano mayor estaba
aprisionado por el diablo, yo dije: "Satanás, en el Nombre de Jesucristo
quebranto tu poder sobre la vida de mi hermano, y demando su liberación y su
salvación". Dentro de dos semanas fue salvo. Hacía 15 años que yo
procuraba su salvación. Nada obraba resultado, pero cuando tomé esta posición y
usé mi autoridad, resultó.
Alguien dijo que pensaba probarlo para
ver como saldría. Así no sirve, yo no lo probé, lo hice. A veces los hijos de
Dios dicen que van a probar algo simplemente porque obró resultado en otra
persona. Sin embargo, si estudian la Palabra de Dios y se visten de Su Palabra de
autoridad, obrará resultado. Cuando uno trata de hacer algo mencionado en la
Palabra de Dios, sin empapar el espíritu de esa Palabra, el diablo le tumbará
rotundamente. Pero cuando uno está fundado en la Palabra de Dios y procede
según ella, vencerá al diablo en todo encuentro.
La Biblia hace una diferencia entre
echar fuera a los demonios y sanar a los enfermos. Muchas veces ciertos casos
no ceden a la oración ni a la imposición de las manos, por causa de algún
espíritu malo. Una señora, perteneciente a una iglesia bautista, estaba
mentalmente desordenada, y encerrada en un asilo. Su caso interesaba a un
profesor. Un pastor bautista, conocido mío, que había recibido el Espíritu
Santo, fue a orar por ella. Aquél echó fuera siete demonios, y ella quedó sana.
Tanto se impresionó el profesor que invitó al pastor a una charla. Como
resultado de la visita, la esposa del profesor recibió el Espíritu Santo y
habló en otra lengua. El profesor desea ser llenado y ya enseña que los
demonios influyen más en las cosas del mundo que lo que se pensaba.
En estos años la ciencia médica ha
mostrado interés en la sanidad divina. Un médico conocido publicó en una
revista un artículo diciendo que la rama médica no descartaba la sanidad divina
porque tenía comprobación médica de casos incurables, que fueron sanados por
Dios, restaurados y vueltos a la salud. Dijo que la curación natural se podía
ver bajo el microscopio, pero que de nada valía el microscopio en casos de la
sanidad divina. Añadió que quisieran aprender a ministrarla.
Puede Ud. ser librado de las
opresiones del cuerpo, y también de las opresiones de la mente. Puede tener
autoridad sobre todas las fuerzas invisibles. Puede ejercer autoridad sobre
otros mientras estén en su presencia. Si Ud. aprende a usar tal autoridad en su
casa, obrará resultado. He oído de mujeres que lo hacen cuando sus maridos
llegan a casa de humor diabólico. Lo reprenden y reclaman autoridad sobre él.
Lo hacen en voz baja y con calma y cambian la situación. Cuando los de mi
familia se enojan excesivamente, yo uso esta autoridad. Ellos comprenden porque
me miran con cierta cara, pero se componen al rato. No ejerzo autoridad sobre
la voluntad de ellos sino sobre el espíritu que los incita.
Cuando Jesús dijo que iba a ser
crucificado y Pedro le reconvino diciendo: "En ninguna manera esto te
acontezca", Jesús inmediatamente le reprendió de él diciendo:
"¡Quítate de delante de mí, Satanás!" No llamaba Satanás a Pedro. Sin
saberlo, Pedro había cedido al diablo. A veces los creyentes dan lugar al
diablo sin sentirlo, pero podemos tomar la autoridad sobre ello.
También podemos usar autoridad sobre
el temor. La Biblia dice: "Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio" (2°Timoteo 1:7). La
Biblia llama espíritu a la cobardía. Pero a nosotros nos ha dado un espíritu de
poder, de amor, y de dominio propio. Cuando yo era un pastor bautista, siempre
usaba autoridad sobre el temor y la duda. Si me sentía tentado a dudar, yo
decía: "Dudas, las resisto en el Nombre de Cristo". Tentado a temer,
yo lo resistía en el Nombre de Cristo. El temor le dejará a Ud. también si hace
lo mismo.
Incluso podemos tener autoridad sobre
los que se oponen a la verdad. Tantos quedan sentados inmóviles, esperando que
Jesús haga algo. Pero cada uno tiene algo que hacer. En Texas había un pastor
del Evangelio completo que vivía al lado de un policía, miembro de otra
iglesia. El pastor llevó al policía a su iglesia y entonces fue con el policía
a la iglesia de éste, donde el sermón anunciado sería del hablar en otras
lenguas.
El predicador no basó su plática en la
Biblia, sino que relató casos que había oído y hasta trató de imitarlos. Oyendo
esto, el pastor del Evangelio completo, tomó la autoridad sobre la situación.
El que hablaba paró en seco, palideció y se sentó sin decir nada más. El
policía entendió lo que había sucedido y después buscó al pastor visitante, le
apretó la mano, le abrazó y dijo: "Bendito sea Dios, me alegro que Dios le
haya arrestado. Debiera haber tenido más sentido común". La siguiente
noche el predicador se disculpó por haber hablado de cosas que ignoraba. Dijo
que era como si Dios le hubiera arrestado, y que entendía que debía dejar las
cosas que se hallaban fuera de su experiencia.
Muchas veces entendemos que ciertas pruebas
en nuestra vida se deben al enemigo y clamamos a Dios que reprenda al enemigo y
cambie las circunstancias. Pero la Palabra de Dios nos dice que lo reprendamos
nosotros. Ha dicho: "Resistid al diablo, y de vosotros huirá"
(Santiago 4:7). La autoridad sobre él es de Ud. Es de Ud. la responsabilidad.
Vea Efesios 2:7: "Para mostrar en
los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús". El tiene un ministerio sublime y santo para Ud.
en los siglos venideros. Ahora es el
tiempo de sus pruebas y de su preparación. Esfuércese y nadie podrá hacerle
frente en todos los días de su vida porque Ud. está sentado con Cristo allí
arriba. Ejerza su autoridad. Las condiciones existen porque las hemos
permitido.
Me gusta Mateo 18:18 en otra versión.
Nuestra versión dice: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la
tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será
desatado en el cielo". La otra versión dice: “Todo lo que se nieguen a
permitir en la tierra será negado a ser permitido".
Comunidad Cristiana
Centro de Avivamiento
“JESUCRISTO ES EL
SEÑOR”
Lima-Perú.
Si Usted. Nesecita ayuda en
su vida por causa de algún problema de tipo personal, conyugal o familiar,
ponemos a su disposición un servicio de
Conserjería Espiritual, Fundada en la Palabra de Dios. Con toda libertad llame
al Pastor: Ramiro Roque Paiva, al Celular: 997201914, para hacer una cita y
Orar por Usted. Y ayudarle a cambiar su
vida, o envie su petición de Oración a la siguiente dirección de Correo
Electrónico: ramiroroque2003@yahoo.com. Este servicio es totalmente gratis para Usted.
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